Durante el día de hoy viernes 16 de junio está causando estupefacción el artículo publicado en Público, uno de los medios afines a la nueva izquierda que representa Podemos, en el que una de sus periodistas hace una encendida defensa del reguetón.

Este posicionamiento culmina una serie de acercamientos ya leídos en varios medios de comunicación de similar posición ideológica, en los que constantemente se compara la historia del Rock con el crecimiento actual de este otro tipo de fast-food seudomusical que suponen el electro latino y demás derivaciones.

Bajo el provocador titular de «El reguetón es el nuevo rocanrol», Sara Navarro comienza su legitimación del estilo con el siguiente subtítulo: “La letra de Papichulo, de Lorna, podría haberla escrito perfectamente Little Richard”. Este controvertido ritmo pelea por quitarse el estigma sexualizado y machista, igual que hizo en sus inicios la música rock».

La primera frase corresponde a Víctor Lenore, uno de los prescritores culturales de la izquierda alternativa, al que ciertamente creíamos menos cautivado por lo que él mismo reduce a la consideracion de ritmo “de calentamiento sexual que prefiere las letras hedonistas”. Lenore viene de abjurar de su pasado indie -cosa que le reconocemos-, pero se ha pasado en la frenada y ha terminado en un jardín donde resulta complicado no pincharse.

A partir de ahí, la articulista aporta varios dudosos ejemplos del compromiso político de algunos de los apóstoles del «perreo», además de recurrir a la desesperada a cuantas voces mediáticas se presten a este blanqueamiento del reguetón. Una de ellas es la de José Manuel Sebastián, del programa de Radio 3 «Hoy empieza todo».

Un fragmento del panegírico nos pone sobre la pista de lo que está ocurriendo: «Por aquí la cumbia está de modísima, incluso entre los hipsters de Malasaña», bromea Daniel, de Sonidero Mandril, un colectivo de mexicanos y españoles afincados en Madrid que experimentan y mezclan ritmos tropicales con electrónica». Como decía mi abuela, acabáramos… Ya nos extrañaba que nos estuvieran en el ajo nuestros vecinos de las gafas de pasta y las barbas perfiladas.

Sara Navarro entra en un terreno mucho más peligroso cuando compara el indudable machismo de muchas de las letras del Rock clásico con la cosificación femenina de la que hace orgullosa bandera el reguetón. La musicóloga olvida que muchas de esas canciones fueron escritas hace más de cincuenta años, y que por fortuna la dignidad de la mujer en la sociedad contemporánea ha adquirido una naturaleza completamente distinta de la que padeció en el siglo XX.

Por si no quedaba claro, he aquí una frase literal de su tesis como abogada del Diablo de la gorra invertida: «Ya se ha hablado de la cuestión machista de las letras del reguetón, pero muchos olvidan algunos versos de rockeros históricos que han trascendido en la historia de la música sin atisbo de acusación de misoginia, incitación a la violencia o machismo».

Cual Alfonso Ussía en el diario ABC, Navarro toma la parte por el todo, en un desesperado intento de poner en marcha el ventilador del «y tú más». Entre sus argumentos de bajo perfil están la irrupción del reguetón feminista, que en efecto existe, pero que no es sino una desesperada respuesta -aún minoritaria- a los violentos excesos machistas de nuevos millonarios como Don Omar y sus amiguitos de la quincalla en el pecho.

Máximo respeto por nuestra parte para las mujeres que están tratando de empoderarse de los ritmos latinos para cantar sus realidades, pero ninguno para quienes simplemente quieren justificar «estar a la última» sea como sea. Los analistas que se toman el vermú en la madrileña calle Argumosa aportan una visión muy alicorta desde la comodidad que implica vivir en un país europeo y querer otorgar siempre coartadas culturales desde la autosuficiencia y la impostura. Vamos, como el diario «El País» en los años ochenta, pero con la renovación generacional correspondiente.

Nos ha dejado tan mal cuerpo este brindis al sol de la neoprogresía madrileña, que vamos a comprar ya mismo la entrada para ver a Rubén Blades en los Veranos de la Villa. Si quieren ustedes saber lo que es la salsa política y revolucionaria en su máxima expresión artística, acudan a ver al maestro. Con él «sí se puede», pero como los nuevos ideólogos de la liberación musical y personal sean Pitbull o Maluma, apañados estamos.

Leo Cebrián Sanz