Después de que Angelus Apatrida haya alcanzado con absoluto merecimiento el cénit del Thrash internacional, ha llegado el turno de otros locos llamados Crisix. No vienen de Albacete como sus colegas de estilo, sino de la ciudad de La Conca d’Òdena, en la provincia de Barcelona.

Estos chavales acelerados comenzaron en 2008 como unos imberbes acelerados, que apenas un año después ganaron el concurso internacional convocado en torno a la Wacken Open Air Metal Battle. En 2011 se estrenaron discográficamente con ‘The menace’, un trallazo en toda regla que presentaron en todo tipo de festivales -primero menores y luego de mayor envergadura-.

En 2013 siguieron su escalada con ‘Rise… the rest’, que gracias a su distribución en el Reino Unido, Europa continental y Estados Unidos les fue abriendo camino en los medios especializados de medio mundo. Era cuestión de tiempo -apenas un año después- que un sello como Listenable Records les acogiera en su seno como banda emergente y futurible.

Con esta marca se publica en 2016 el álbum ‘From blue to black’, que les muestra agresivos y descontrolados cuales adolescentes thrashers de la costa Oeste americana a finales de los años ochenta, pese a sonar bastante más complejos y diversos, con tramos enloquecidos y otros de una contenida experimentación técnica.

Van rápidos por la vida como ráfagas de balas, convirtiendo sus convocatorias de directo en unos conciertos llenos de vericuetos y atajos que facilitan el desfogue y la sacudida de cabeza. Fiesta y caña, caña y fiesta…

Imprevisibles y peligrosos, los «cinco de Crisix» protagonizaron hace unos días una apabullante actuación en la televisión pública española, muy comentada en las redes por la euforia desatada en el estudio donde la grabaron. Hubo muro de la muerte en versión Crisix -con globos de por medio- y hasta una modélica invasión de escenario. Un poco más y tiran abajo los cimientos de Prado del Rey…

Leo Cebrián Sanz