Nos gustan mucho los nombres originales de grupos, que cada vez abundan menos a medida que suma años la historia de la música Pop y Rock en castellano. El Malo del Cuento es además un proyecto que nace en Tarragona, ciudad y provincia con una callada pero latente actividad rockera, que de vez en cuando nos sorprende con alguna de sus formaciones más cañeras.

Tres de los componentes de El Malo del Cuento proceden de los extintos Ausentes y su cantante puso la voz en Neban, por lo que nos encontramos ante músicos ya experimentados: Ángel Calvo (voz y bajo), Gorka Echániz y Carlos Baos (guitarras), Miguel Ángel «Jagger» (bajo) y Dani Vázquez (batería).

Este combo catalán practica un Rock Urbano claramente influenciado por la cepa Marea, Poncho K y La Fuga (bastante acelerados en los dos últimos casos) y está fraternalmente emparentado con todo el eje catalano-navarro-riojano del Rock con sentimiento, melodía y entrega vital (Ekko, Despojos de Poeta, El Cuarto Verde, Silenciados/Silencio Absoluto y toda una nutrida corriente que redefine y moderniza los patrones del género). En este caso, por sus amigos los conoceréis: Balta (La Desbandada) pone su garganta en «Conflicto permanente», mientras que Martín Romero (Bocanada) lo hace en el tema que da título al disco.

Desde noviembre de 2015 han ido madurando su primera referencia, titulada «Conexión al mundo», que consta de once composiciones y fue publicada por Faktoría Sonora en enero de este año. El bonus track es una versión de un clásico de sus paisanos Números Rojos, una banda que siempre pensamos que habría merecido mejor suerte. Dos de sus componentes, Teo y Berni, aportan sus tesituras vocales en la adaptación que El Malo del Cuento hace de la preciosa y emotiva «Horas lentas».

Dentro de las colaboraciones y autorías de su repertorio inicial hay que destacar también la aportación del productor del álbum, Xavi Moreno (Distrito Rojo), que es el autor de la canción «Traficante de sueños». El sonido que el ingeniero ha logrado es excelente, aunque se nota que ha sido rematado con el celo y la eficacia habitual de los estudios navarros Sonido XXI, donde Javi San Martín sigue masterizando a troche y moche.

Hay mucho amor y desamor en las letras de EMDC, aunque también se comprometen en la lucha contra la violencia de género en la pieza «Miedo», el maltrato a la infancia («Duro gatillo») o la situación de los refugiados («Conflicto permanente»).

Leo Cebrián Sanz