Somos sobre todo gente de rock, pero también aficionados a la música en general y defensores de la cultura popular asociada a Madrid. Por eso, cuando hace unas semanas supimos de la reapertura de una sala tan mítica como Rockola, nuestras esperanzas de contar con un nuevo local para la escena subterránea de la ciudad nos pusieron la mar de contentos. Rockola fue un lugar emblemático para la Movida, pero por su escenario no sólo pasaron grupos de pop. También actuaron bandas de Punk, Rock Gótico y toda suerte de derivadas de la diversidad de sonidos guitarreros de la década de los 80.

Detrás de la resurrección de Rockola están los hermanos Perandones, pioneros en su día en su ubicación original en la calle Padre Xifré, y responsables de buena parte de la programación de fiestas y conciertos en otras discotecas de la ciudad. El propio Pepo estaba el pasado sábado en la puerta del Rockola 2.0, observando la larga cola que se había formado a la entrada de su nueva casa en el barrio de Chamberí (C/ José Abascal, 3).

Para nuestra estupefacción, el público que aguardaba pacientemente para entrar era una mezcla de parejas de una media de cincuenta años, ejecutivos con ganas de tomarse una copa en la zona noble del distrito y cualquier otro tipo de noctámbulo disperso con la única intención de agarrarse a la copa de turno. ¡En el colmo del desconcierto, uno de los porteros nos preguntó si estábamos allí para asistir al encuentro  de singles (solteros, divorciados, viudos…)!

En efecto, así es el Rockola del año 2016. Un local decorado con carteles de la sala original -aunque seguro que se han cuidado muy mucho de sacar del baúl los afiches de Las Vulpess y cualquier otro motivo provocador-, con barras y paredes más propias de un local de bailes de salón y un espacio central y diáfano, lleno hasta los topes de una audiencia despistada y aburrida. Tampoco colaboraban mucho en la fiesta el calor insoportable de un aforo sobrepasado y un flojo grupo de versiones de clásicos pop de la época, que languidecía sobre la tarima del fondo.

Ni que decir tiene que duramos allí cinco minutos. Desde luego, la nostalgia es un negocio redondo, a vista del éxito de estas primeras semanas de funcionamiento. Lamentamos  que el sino de los tiempos pase por no respetar ni siquiera el patrimonio del recuerdo. No queremos un nuevo Canciller ni un nuevo Marquee, lo que necesitamos son salas dedicadas en exclusiva a géneros concretos, con DJs que demuestren gusto y personalidad, y jefes de sala que sepan llevar un calendario coherente de fiestas y conciertos. Hasta que eso no ocurra, volvemos a nuestros cuarteles de Argüelles, donde los bares heavies siguen resistiendo ahora y siempre al invasor.

Visto lo visto, vamos a dedicar al «renovado» Rockola un vídeo del rapero quinqui El Coleta sobre lo que fue la Movida y todo lo que vino después. Por algo veníamos de verle en directo en la sala But junto a otros macarras de barrio como Jarfaiter y Cecilio G.

Leo Cebrián Sanz