El pasado 19 de noviembre murió entre rejas uno de los responsables del final del sueño hippy, que no fue otro que el asesino Charles Manson, líder de la secta que asesinó a varias personas a finales de los años 70 en California. La matanza ejecutada junto a sus acólitos de «La Familia» le colocó en la encrucijada histórica de comprobar que el ideal de paz y amor defendido por una generación entera en Estados Unidos se convertía en la pesadilla de un crimen atroz.

A partir de ese momento este «enemigo público número 1» de la sociedad USA fue convertido por los medios de comunicación en icono de la maldad más enfermiza, mientras surgían por todas partes los estúpidos admiradores de su criminal capacidad de liderazgo. Uno de ellos sería pasado el tiempo el mismísimo Axl Rose, cantante de Guns ‘n Roses, que fiel a su gusto por la provocación no dudó en darlo a conocer a las nuevas generaciones luciendo repetidamente una camiseta con su imagen.

Por desgracia para el mundo de la música, Manson ya había grabado un disco antes de terminar con la vida de la actriz Sharon Stone y seis inocentes más. ‘Lie: The Love & Terror Cult’ había sido producido entre 1967 y 1968 nada menos que por Carl y Brian Wilson, de los Beach Boys, y fue publicado en medio de la tormenta judicial a la que se enfrentaba el desquiciado gurú.

Pese a que España era un país poco permeable a la edición de vinilos tan específicos como éste en un mercado marcado por la canción ligera y melódica, el sello Movieplay le dio salida comercial bajo el título de «12 canciones compuestas y cantadas por Charles Manson». Meses antes, la compañía Hispavox había rechazado su publicación por lo que su director de producto internacional había argumentado como «escrúpulos morales».

Sin embargo, sus colegas de Movieplay no tuvieron reparo alguno en comercializar el álbum y convertirlo de paso en una auténtica rareza del siempre contradictorio franquismo de la censura selectiva. En este caso la supervisión oficial no se aplicó, en un ejercicio máximo de hipocresía por parte de los píos responsables de la casa discográfica en cuestión.

Coincidencia o no, una ignota edición de «12 canciones…» ha vuelto en las últimas semanas al circuito más excéntrico de los coleccionistas de vinilos. No lo ha hecho de una forma oficial o incluso dudamos que legal, pero se trata de una reproducción escrupulosamente facsímil que resulta muy interesante por su carácter histórico, que no artístico.

Tal y como fue concebido en esta parte del mundo, el LP es de carpeta doble y sus caras interiores incluyen las letras en inglés y una gran imagen del personaje protagonista. La única y agradecida novedad es la inclusión de una hoja informativa sin firma, en la que se explican paso a paso todas las peripecias vividas por esta inquietante rareza ¿musical?

Leo Cebrián Sanz