“MÉDULA”, UN INTERESANTE VIAJE A LA PSIQUE HUMANA PLAGADO DE CONTRASTES

En ocasiones hay trabajos en los cuales unas muy buenas ideas, destinadas a ser una gran baza para la banda y razón de un importante éxito, no llegan a plasmarse o ejecutarse correctamente y que consiguen lastrar un trabajo que pintaba impecable. Esta misma situación se ha producido en este segundo trabajo de la banda madrileña EON: “Médula” (2016, Rock Estatal Records).

Antes de comenzar a comentar los aspectos puramente musicales es necesario resaltar en primer lugar la excelente producción del disco, un aspecto en el cual sin duda destaca enormemente. El responsable de esta excelente producción ha sido Carlos Santos, productor de bandas de renombre nacional como Hamlet o Toundra, bandas con las cuales EON comparte gran parte de su sonido. El lugar de grabación ha sido los estudios madrileños Sadman y la masterización de los diez temas que componen este nuevo trabajo de los madrileños ha sido realizada en Fascination Street Studios (Suecia) por Jens Bogren, que ha trabajado con importantes bandas internacionales como Sepultura o Soilwork, remarcando la excelente labor técnica del álbum.

Desgranando el aspecto puramente musical, este segundo trabajo de la banda madrileña presenta una temática conceptual basada en un viaje por los aspectos más internos y profundos del ser humano: la psique. Un viaje que, al igual que la psique humana, está lleno de contrastes. Con duros versos que dan lugar a estribillos atmosféricos y tranquilos, y es que uno de los aspectos por los que más destaca este “Médula” es su atmósfera, una atmósfera opresiva, oscura, que no se pierde durante prácticamente todo el álbum y con unas letras (todas creadas por Diego Cardeña, vocalista) que acompañan y ambientan esta exploración. Se trata de un álbum difícilmente catalogable en un estilo determinado, ya que tocan muy diversos estilos, aspecto meritorio de “Médula”, en el cual pueden encontrarse desde pasajes Groove a New Metal pasando por toques de Death Metal y metal progresivo.

El “viaje” comienza con “Edén”, una canción con un inicio que recuerda mucho a Hamlet y que abre la puerta a los primeros contrastes de este nuevo trabajo de los madrileños y que serán constantes, con una base rítmica pesada a cargo del bajo de Miguel Sánchez y una meritoria batería de David Viana, cuyos detalles técnicos y cambios de ritmo son de lo mejor del álbum. “Edén” recoge estos rasgos y presenta un gran cambio entre los guturales de Diego y un estribillo en voz limpia que recuerda a cantantes como Carlos Escobedo (Sôber) e incluso a Enrique Bunbury en las primeras épocas de Héroes del Silencio.

“Nébula” presenta un riff de inicio con mucha carga de Groove Metal, que recuerda a bandas de esta escuela, especialmente los norteamericanos Lamb Of God. Se repite el mismo contraste, un pesado riff de inicio comandado por Rubén Ortiz y Oriol Borrás, guitarristas del conjunto y cuyas guitarras pesadas presentan una brutalidad inusitada que sustituyen en el estribillo por un muy melódico estribillo; en mi opinión, su aparición es demasiado repentina y su repetición algo excesiva a lo largo del tema, perdiendo la atmósfera pesada del inicio.

“Placebo” es un tema de un toque muy cargado de Metalcore y de la nueva ola del metal moderno, como demuestra el riff principal de la canción, que recuerda mucho a bandas de esta escuela; en mi caso, me ha recordado mucho a los británicos Bullet for My Valentine. Se repite la mezcla entre un verso muy pesado y un estribillo más sofisticado, con una apuesta interesante como es el apoyo a la voz de Diego por parte de guturales a modo de coro.

“Verbo” tiene un inicio demoledor, con un riff principal que, en mi opinión, es el mejor de todo  “Médula”, un riff con una cargado aire Groove que me recuerda a Machine Head en su etapa del ‘Burn My Eyes’ y que da lugar a un estribillo en voz limpia muy Metalcore y con un muy buen final con una melodía doble de guitarra.

“Duramadre” tiene una gran carga de bandas como Söber, con un verso muy Groove con toques progresivos y un estribillo muy atmosférico, que recuerda mucho a Toundra. Los ‘growls’ finales de Diego son desgarradores y excelentes, acompañados de una potente batería final. Se muestra como preludio a un riff de guitarra final que recuerda y mucho a la melodía de guitarra final de riff  en la canción ‘Floods’, de Pantera.

“Aura” sigue también una línea muy asociada al metal moderno, en especial al Metalcore, con un inicio muy potente y gutural que da lugar a un pasaje muy melódico y  en cierta medida grandilocuente. En la parte final de la canción destacan los gritos tanto en voces guturales como limpias, como en unas sorprendentes voces operísticas de Diego que encumbran totalmente la canción.

“Soma” continúa con unas voces muy operísticas de Diego en un potente estribillo y unas potentes guturales reforzadas por otras voces guturales que demuestra que el vocalista puede defenderse muy bien tanto en tesituras más agresivas como en más melódicas y limpias. Hace también acto de presencia el primer solo de guitarra del disco y uno de los pocos del álbum.

“Insomnia”, con inicio de batería muy potente con un doble bombo muy efectivo que da lugar a un estribillo muy efectivo que asegura la versatilidad de Diego sobre todo con la parte final de la canción y la repetición de “no, no, no lo soy yo”.

“Llaga” es la canción más distinta del disco, su sonido se asemeja mucho al de una balada sin serlo totalmente y que presenta una interesante mezcla entre las voces guturales de Diego y las voces limpias de la única colaboración del disco: Lydia Rodríguez, que cumple con nota su aportación en el tema. Además de esta colaboración, el tema es el más tranquilo de todo “Médula” y también el más distinto de todo el álbum, hasta el punto que es el único tema de todo el álbum en el cual está ausente completamente esa atmósfera opresiva que rezuma todo el disco.

Lo mejor se reserva para el final, “Víctima” es en mi opinión el mejor tema del disco y el modelo perfecto que habría hecho, si se hubiese aplicado en todo el álbum, un disco excepcional. Esta canción lo tiene todo, la que mejor cambios implementados tiene entre partes melódicas y duras (sin ser demasiado repentinas ni repetitivas) y un muy buen final.

En definitiva, pese a exponer unas ideas muy interesantes EON falla en su ejecución y no consigue la excelencia, pero consigue un disco muy notable e interesante que les ayudará a afianzarse como una de las bandas más prometedoras del panorama nacional del momento. Destacando sobre todo la gran atmósfera que consiguen en este trabajo conceptual y las grandes facultades que tienen para crear contrastes entre delicadeza y crudeza, destacando las inmensas voces de Diego Cardeña, un talento al cual habrá que seguir la pista muy de cerca al igual que a la banda en su conjunto, sobre todo en las presentaciones en directo de este nuevo capítulo de su historia discográfica.

Miguel Ángel Dávila Prieto