No siempre cualquier tiempo pasado fue peor. Al contrario, existen cuestiones como la integración de las personas con dificultades de movilidad o autonomía personal, que han mejorado hasta el punto de encontrarse en vías de solución o normalización a medio plazo. Todos los frentes son buenos para mantener y afianzar esta lucha, y la música no permanece ajena a la misma. Casos como el de Mi Dulce Geisha o TAS en su día resultan emocionantes, porque demuestran que el Rock sirve para mucho más que el entretenimiento y la diversión.

Esta banda metalera del eje formado por las ciudades vizcaínas de Santurce, Barakaldo, Portugalete, Valle de Trápaga y la vecina y cántabra Castro-Urdiales cuenta entre sus filas con Andrés Benzal (voz), Eduardo Calvo y Aitor Antón (guitarras), Javi Acosta (bajo) y Sergio Bermúdez (batería). El primero sufre una enfermedad de las consideradas raras -distrofia musical-, por lo que canta desde una silla de ruedas. Este detalle se convierte en nimio, como de hecho lo prueba que nada de ello trascienda si simplemente se escucha su música -así nos pasó de hecho tras escuchar su aportación al recopilatorio ‘Reck. Vol. 2’-.

El quinteto cuenta con un único disco de nueves temas con letras en castellano, al que titularon «Rodeados de serpientes» en 2016.  Fue producido por Pedro J. Monge, el músico de Whäldemar que poco a poco se está constituyendo en uno de los ingenieros de sonido más efectivos y garantes del Norte de la Península.

Su primer repertorio data de 2009, el mismo año en que se creó la formación, y fue una carta de presentación de siete temas, que constituyó el impulso artístico de sus numerosos conciertos. Un año después de su estreno en un estudio de grabación fueron finalistas del concurso musical Andalus-In.

Aquella demo les llevó por toda la provincia, donde se bregaron en directo pese a las aparentes dificultades logísticas de su particular condición. Muchas de sus presentaciones en vivo fueron carácter benéfico o en solidaridad con todo tipo de causas.

Las canciones de Mi Dulce Geisha desarrollan un tipo de Metal emocional e intimista, muy de los últimos quince años, con una base rítmica envolvente que permite a las guitarras expresar sus sentimientos como si de escritores frente al folio blanco se tratara. Los cambios de ritmo, las partes acústicas y ciertos arreglos inesperados -incluso étnicos en algún caso- son otros de los elementos que construyen una música de especial intensidad, cuyas letras transmiten convicciones y vivencias personales. Como suele ocurrir con los grupos radicados en el País Vasco, mejoran mucho cuando mezclan lo rítmico y lo melódico, ese terreno de experimentación para el que sus músicos parecen especialmente dotados.

Leo Cebrián Sanz