Me encanta esa palabra: ‘Mosh’. No hace falta aclarar a nadie que uno de los ejercicios gimnásticos más vinculados al Punk y el Metal es el que da nombre a esta formación de tralla sin descanso. El quinteto acaba de presentar un segundo disco con el que entran como un tanque en la primera división local del Metal más agresivo y concluyente.

Su álbum «El filo» acredita la producción de Álex Cappa en los madrileños estudios The Metal Factory, lo que les equipara a los grupos a los que ha coordinado este cada vez más prestigioso ingeniero de sonido. Hamlet, Vita Imana o Dawn of Maya son tres de las significativas bandas que han pasado por sus manos. Con anterioridad Mosh ya había trabajado con un productor de similares características: Miguel Aizpún (Koma).

La cuadrilla navarra continúa bajo el paraguas logístico de Maldito Records-Maldito Digital, que ya en 2014 y 2015 publicó respectivamente su EP de cinco temas «Con el agua al cuello» y el largo «Impune». Su portadista de esta segunda referencia, Joseba Lau, vuelve a repetir arte gráfico en «El filo».

Mosh cuenta con la ventaja y distinción de cantar en castellano, que es una cosa que siempre nos solaza. En uno de los temas su vocalista lo hace en euskera… y aún suenan mejor. Esa capacidad de comunicación de sus sentimientos y opiniones aumenta su capacidad de impacto.

El Groove que hipnotiza la música de estos vecinos de Azkoien-Peralta se expresa entre la guturalidad y la melodía, aspectos que llevan trabajando desde que comenzaron su trayectoria en mayo de 2013. Atrás quedaron Barkatu Gabe y Arteria, los dos  proyectos en los que andaban implicados Gorka (guitarra y coros) e Iñaki (voz). Ambos congenieron pronto con sus dos nuevos compañeros: Bruntxo y Jorge, guitarra y batería respectivamente de Arai. La formación se cerró con la incorporación de Diego, bajista procedente de Zaunk.

El Metalcore de Mosh se presenta durante los próximos meses en varias capitales y ciudades del Norte de la península, como Logroño, Pamplona, Vitoria-Gasteiz o San Sebastián-Donostia.

Leo Cebrián Sanz