Madrid– Teatro Circo Price– 28.06.2017

Contradictorio y gratificante. Así fue el reencuentro del público madrileño con un ansiado directo de Robe Iniesta, el líder de Extremoduro, que desembarcó en el coqueto Price para desempolvar su repertorio en solitario ante unos 1300 privilegiados que acudieron al recinto de Arganzuela dispuestos a venerar a uno de los artistas más poliédricos que ha dado el Rock de Nuestro país.

Contradictorio resulta que en un concierto de uno de los músicos más libertinos se imponga una seguridad de hierro para evitar las grabaciones mediante teléfonos móviles. A Robe le han caído muchos palos por su tendencia a imponer comportamientos en sus conciertos en auditorios y teatros. Y aunque yo también navegue en un mar de contradicciones, básicamente estoy de acuerdo con ese llamamiento a olvidarnos de móviles y redes sociales para disfrutar plenamente de esos momentos únicos que nos regalan los acontecimientos en directo.

Sigamos con las paradojas. El músico cuya carrera emergió en conciertos y festivales de entradas populares y que se hizo grande con el apoyo del roquero de barrio y calimocho ahora cobra por una entrada entre 44 y 75 euros, gastos no incluidos. Es el precio a pagar por la dignificación de un evento en un recinto cómodo y glamuroso. Un éxito para algunos, una traición a los fans de Extremoduro, dicen otros.

El compositor placentino promete contentar a todos aquellos que se quedaron sin entrada en la primera parte de la gira con nuevos conciertos en recintos más multitudinarios. Suponemos que los precios serán más asequibles; por los menos no llegarán a los saqueos impuestos por los grandes artistas internacionales.

Vayamos al concierto. Una media hora tardó el público en acalorarse con los versos de Robe y melodías de un grupo formado por virtuosos y multiinstrumentistas, todos ellos procedentes de tierras extremeñas (David Lerman, Alber Fuentes, Álvaro Rodríguez Barroso, Carlitos Pérez y Lorenzo González). Resultaba una novedad escuchar una colección de canciones alejadas de la distorsión y ajenas a Extremoduro en un auditorio poco habitual como el Price, aunque cada vez más extendido entre artistas de Rock. Recordemos que el último DVD en directo de M Clan fue grabado en este recinto.

Robe permaneció durante la primera parte agazapado en la parte posterior del escenario (de hecho desde la posición que me asignó la organización apenas le veía al estar tapado por un foco lateral). Esta discreta posición no impidió que poco a poco los asistentes acompañasen con sus espontáneos coros las canciones del proyecto en solitario del frontman cacereño y que algún plasta interrumpiese la calma entre canción y canción con supuestos comentarios jocosos, a los que Robe respondió con indiferencia.

El segundo acto transcurrió con mayor intensidad. Tras la típica pausa, ideal para visitar el baño, tomar algún refrigerio y calmar el mono de nicotina, Robe adelantó su posición en el escenario para tocar de pie y seguir haciendo un extenso recorrido a sus dos trabajos en solitario. Iniesta no es dado a grandes muestras de entusiasmo, bastan sus versos y punzantes comentarios para encender a sus seguidores, sobre todo a los más fieles.

Especialmente intensos resultaron las interpretaciones de “Y rozar contigo” y “Por encima del bien y del mal”, que han calado hondo entre sus fans. Como propina o bis, Robe desempolvó un viejo tema de Extremoduro, “Si te vas”, ante el delirio colectivo, para terminar con “Un suspiro acompasado”, en un concierto sobrio y ausente de empalagos.

Con gran coherencia, el compositor de Plasencia decidió aplazar su gira en solitario hasta disponer de un repertorio suficientemente amplio para desarrollar un concierto de dos horas. La jugada le ha salido bien, ha revalorizado sus nuevas canciones, adaptando el oído de sus oyentes a un nuevo estilo, y no ha caído en la tentación de exprimir viejos éxitos de la banda matriz, en una especie de autotributo que hubiese devaluado posibles reapariciones de Extremoduro.

Poco puedo decir sobre la sonorización o escenografía del show. Los 20 redactores de prensa acreditados para el evento fuimos situados en una posición lateral, donde la acústica era bastante deficiente y la visibilidad, casi nula. No esperaba esta falta de atención or parte del equipo de Comunicación de El Dromedario Records, que hasta esta cita siempre se había portado estupendamente con este modesto periodista.

Javier del Valle