Hace unos días se celebró en la sala Gruta 77 el segundo homenaje madrileño a Lemmy Killmister, cantante de Mötorhead, en el que cuatro bandas tributaron al carismático personaje: Malavita (el nuevo grupo de Gema, guitarrista de Tötenwolf), así como Omission, Mean Machine y los protagonistas de esta reseña, The Hammer Killers.

Fueron ellos los que más provecho sacaron de la noche, ya que el local de Carabanchel volvió a hacer de las suyas y programó un retraso… ¡de tres horas! para dar comienzo a la sesión temática. Este trío de Hard Rock procede de Bermeo (Vizcaya) y acredita hasta el momento tres discos: ‘Rock & Roll Division’ y ‘Acero y sangre», ambos de 2014, y ‘Assassin Rock’ (2016). Sus portadas son tan atractivas como su música, un conglomerado de estilos cañeros en torno a una concepción central basada en un Rock corrosivo y amenazante interpretado en castellano.

Son macarras con sentido del humor, como demuestran algunos de los títulos de sus primeras canciones: «Drogas, alkohol, descontrol y acciones violentas», «Beber, luchar y follar» o «El repartidos de ostias (Wanderlei Silva)». Con posterioridad parecen haber evolucionado hacia una temática más motera y callejera, e incluso social y política.

Hay que estar muy atentos a la escena de Rock sucio que se mueve en el País Vasco, donde formaciones como Porco Bravo, Turbofuckers y otros cuatreros con patillas han convertido los verdes pastos en una carretera secundaria llena de peligrosos forajidos.

Leo Cebrián Sanz