Cada vez que un grupo grande tutela a uno pequeño y le ayuda a salir adelante, la industria española de la música demuestra que todavía no todo está perdido. No importa que sea Mägo de Oz con Celtian… o Desastre con Barracuda. La cosa va de apoyo mutuo entre compañeros, y del impulso de los más veteranos para que los noveles encuentren una salida logística y comercial a su creatividad artística.

Esta vez es un trío de la comarca madrileña de las Vegas el que toma la posición de banda emergente. Lo hacen con su segundo disco, «En la Calle», que desde su propio título es toda una proclama en favor del Rock más pegado a la realidad. Aitor (22), Iván (23) y Carlos (¡17!) ponen la localidad de Ciempozuelos en el mapa de los sonidos urbanos y combativos. De hecho, hasta tienen una canción con el nombre de su municipio natal. Y por cierto, ¡las cifras que van entre paréntesis son las de sus jóvenes edades! Celebramos tanta lozanía, ya que de esa forma demuestran que para una parte de su generación -aunque sea mínima- la vida es algo más que un vídeo de El Rubius.

Fue en 2017 cuando comenzaron sus ensayos y un año después cuando se estrenaron con su disco «Profundidad» -un EP de seis temas-, ya entonces con el apadrinamiento citado. Sus mentores han revalidado su confianza en el proyecto y por eso ahora Barracüda vuelve a la actualidad tras la grabación de este nuevo álbum, que se trabajaron en el estudio entre mayo y junio del pasado año.

El primer single de su nueva colección de canciones se titula «Pastorear» y es un canto a la vida rural y la vuelta del urbanita al campo. «Caminando entre borregos he pasado media vida…»  dice la letra de este videoclip en el que suena la voz de Alfonso Desastre. Otros títulos como «Desahuciado», «Como serpientes»,  «Lorenzo Orsetti», «Nunca se ha marchado» o «Tirao» son una fotografía sociomusical del latir de los barrios más dañados por la crisis -con o sin pandemia de por medio- y de la respuesta que esta situación genera entre quienes tratan de salir adelante. También hay versos que fomentan la conciencia de clase, aunque siempre desde un punto de vista vitalista y no panfletario.

La etiqueta más obvia es la de Punk-Rock, pero Barracüda deja entrever a veces detalles más propios del Hard-Rock. Como la frescura y el desparpajo son dos de sus obvias virtudes, habrá que seguir sus andanzas para comprobar con qué carta de la baraja musical más eléctrica se decantan finalmente.

Leo Cebrián Sanz