Buceando por Google, me topo con el enlace a un breve artículo que Mariskal Romero acaba de firmar en el que recuerda que en julio de 2005, en el festival Quixote Rock, celebrado en Puertollano (Ciudad Real), se hizo con la muleta con la que Alice Cooper escenificaba una de las canciones de su repertorio.

Lo que más me ha sorprendido es la siguiente frase escrita por ‘el maestro’: “En el momento en que terminó la escenificación, lanzó la muleta con gran fuerza al fondo del escenario, y desde allí -aún no le hemos encontrado explicación- al camerino que compartíamos los dos…” (Se refiere al locutor El Pirata y a él).

El pinchazo me ha dado al leer “aún no le hemos encontrado explicación”. Menos mal que a servidor le queda un poco más de memoria:

A aquel festival de dos días viajamos juntos, en el mismo coche desde Madrid, Mariskal, El Pirata, creo que nuestro excolaborador Antonio Sánchez y yo. Tuve la gran suerte de ver casi todo el fantástico show de Alice Cooper en primerísima fila, desde el foso de fotógrafos, prácticamente solo, porque aparte de los tres mencionados, pocos personajes de prensa había allí con los que pegarse. En un momento determinado, El Pirata me llamó y acudí a ese camerino que Mariskal menciona como “de los dos presentadores” pero del que también me hice dueño; y si no, pregúntenles a los músicos de Saratoga dónde nos comimos una bandeja de langostinos que éste que firma tomó prestada precisamente de la zona de cáterin del gran Alice.

Alice Cooper en el Quixote Rock, Puertollano, en 2005. (Imagen de LaComarcaDePuertollano.com)

A lo que iba, tras la carrera al ‘camerino de los presentadores’, volví a toda prisa hacia el escenario para seguir disfrutando de los clásicos de Cooper, de la recta final del concierto. Mariskal Romero me dijo que le esperase, que se venía conmigo. Y justo cuando pasábamos por detrás del telón (que por el viento se estuvo levantando todo el fin de semana)… ¡Zas! ¡La famosa muleta del señor Furnier cayó casi a nuestros pies!

“¡Cógela, cógela, para el museo del rock, para el museo del rock!”, me gritaba emocionado Mariskal. Y dicho y hecho: me agaché y se la entregué como un corderito. Nunca me explicaré por qué no luché por la media muleta que nos pertenecía a LosMejoresRock, entonces “Los+Mejores”.

Lo más gracioso de la noche fue cruzarnos varias veces con el roadmánager de Alice, sobre, ante y bajo el escenario. Él agachaba la cabeza y revisaba hasta el último rincón con cara de desconcierto preguntándose dónde estaría la puta muleta. También miraba hacia arriba, a nuestras caras, ahora con expresión de muy mala leche, buscando la culpabilidad en nuestros rostros. Nosotros evitábamos la mirada y reíamos por dentro.

Aquellas del Quixote Rock en Puertollano fueron dos jornadas plenas de anécdotas junto a mis dos amigos y colegas (de profesión). Tanto, que en el “Diario de Jon” del numero 99 de nuestra revista -sept.2005- escribí, entre otras muchas cosas que os iré recordando en esta web: “Más agradecimientos a mis amigos El Pirata y Mariscal Romero por tratarme como si fuera de la ‘primera generación’, siendo de la segunda”.

Jon Marin