STAFAS, por Jon Marin

Michel Molinera, personaje emblemático en el Rock And Roll de nuestro país, se embarca en una nueva aventura. También en L+M nos exponemos al riesgo y concedemos a Stafas y a su primer disco, “Por Arte de Birli Birloque”, nuestra portada. Intuimos que el tiempo y lo que encierra el redondo nos darán la razón.

Nos acompañan Manuel Maestre (guitarrista, ex Ratones Koloraos) y el cantante, guitarrista y líder, quien me advierte con pícara sonrisa:
“No seas muy cruel, ¿eh?, que te veo venir”. Son muchos los años de trayectoria de Michel con Johnny Juerga y Los que remontan el Pisuerga, además de con los conocidos Canallas.

Aunque no te haga mucha gracia, deberíamos comenzar por aquí: ¿Qué razón hubo para dar carpetazo a Canallas?
Michel: Cerramos el ciclo de Canallas porque vimos que en los dos últimos años la banda estaba estancada, no crecía en ventas, no crecía en conciertos… y eso te va quemando Cubríamos para no generar pérdidas a la discográfica, pero hay que reconocer que te quedas ahí estancado en segunda división y, llegado un momento, no es que yo tome la decisión, la banda me lo plantea: “Nos lo hemos pasado bien, se ha cubierto un ciclo, grabamos el disco en directo y se cierra la historia.” Con Canallas me siento culpable, perdí el rumbo un poco por la influencia de salir tanto de gira con Ska-P; me confundí, empecé a hacer canciones más pachangueras… Ahora soy consciente, me fui hacia un lado en el que no habíamos comenzado con “13”, el primer disco, que era el más rockero, el más directo y el más sencillote. Se me fue la pinza al bailoteo, al cachondeo y a la pachanga.

¿Y qué te lleva a crear Stafas? Curioso nombre, por cierto.
Mi: No tenía muy claro el volver a embarcarme en otra historia, pero después de tirarme un verano entero en casa metido, dije: “¡Hostia, qué bien se vivía con las vacaciones pagadas!” Llegaba junio, te ibas por ahí de gira, no tenías que plantearte qué hacer en vacaciones… (Cambia el tono de voz y añade): -¡Bah! Supongo que somos una panda de enfermos los que nos dedicamos a todo esto y, en cuanto lo abandonas, te tiras un par de meses muy a gusto haciendo el perro, pero al tercer o cuarto mes te sale el mono, vas a ver a compañeros de otras bandas tocando por ahí y te das cuenta de que no estás en tu sitio. Es un rollo ‘egocentrista’, nos gusta estar ahí, figurar, pintar la mona o contarle nuestras batallas a la peña, y decidí empezar a tirar ‘pa’lante’ con otro proyecto.
(La conversación fluye como una cascada y es de agradecer al amigo ‘Michi’ la sinceridad que en ella derrama).
-La idea surgió una noche de pedo con Lúter, cantante de Los Reconoces, y decidimos montar una banda con miembros de otros grupos (Poncho K, Albertucho, gente de Vantroi…). Se trataba de hacer unos temas pero sin banda definida, nos iríamos cambiando; de ese modo, ibas a ver los temas pero no sabías quién iba a tocar esa noche. Era algo interesante: los mismos temas pero sonarían distintos en cada concierto. Pero nos encontramos con mogollón de problemas de compañías, ‘managers’… Total, que al final tomamos el recorrido normal: Busqué músicos y, por ejemplo, me encontré a Manolo que estaba con Ratones Koloraos; le pillé pedo y le dije que se viniese. Lo de Stafas no era seguir con la coña de Canallas, sino por la idea anterior; en realidad, la banda era como una estafa, no sabías a quién verías en directo, y se mantuvo el nombre.

Muchos de nuestros jóvenes lectores (la mayoría) te conocen por Canallas, Michel. ¿Qué les gustará de Stafas? Al contrario, ¿llamaréis la atención de cierta gente que no se sintió atraída por tu anterior banda?
-Es una situación complicada. El tío que compone en Stafas es el mismo que componía en Canallas, el que da la cara es el mismo, pero he intentado abrir el abanico un poco. No sé si voy a defraudar o voy a ganar gente, pero creo que Stafas es más fácil de escuchar. Me gustaría que, poco a poco, se fuera separando la historia de Canallas con la de Stafas, ni yo fui Canallas solo ni los músicos de Stafas tienen nada que ver con Canallas. Aquí, ahora, quiero retomar el filo del R&R más directo, no quiero inventar nada. Unos dirán: “más de lo mismo”, otros: “más de lo mismo, pero me mola”. Lo importante es que sabemos hacia dónde vamos, éste del R’N’R es un camino estrecho, lleno de gente que lo hace de p.m. y, por lo menos, sabemos en qué embudo nos vamos a meter.

Veo que tienes las cosas muy claras…
-Es que muchas veces nos creemos que lo que hacemos es lo mejor y te encabrona no vender discos, no subir y tal. Pero cuando paras y te vas a tu casa y le das al ‘play’, pues te das cuenta de que el disco no era ni tan gran disco, ni había tan grandes canciones, y la gente no es gilipollas. O sea, no te encabrones con que no te apoyan, no te reconocen, etc.

Es por eso que en esta ocasión, con Stafas, hablas principalmente de “esfuerzo, trabajo y sinceridad”?
-Es la filosofía que quiero llevar ahora y no quiero perder los papeles.

Aparte de la inmediatez del single (“Dos corazones”), me ha llamado la atención el tema titulado “138.525 euros”.

Por fin toma la palabra Manolo:
-A todo el mundo le llama la atención: “¿Por qué esa cantidad, y eso qué significa?” Es una de las partes de indemnización que daba la Comunidad de Madrid a los familiares de los afectados del 11-M. La canción me encanta, ya no sólo por el mensaje, que no hay que ser demagógico, sino por la composición, por cómo empieza, cómo se desarrolla y cómo se cierra. Crea un ambiente increíble, suena redonda, rueda sola.

Por cierto, se cierra con las palabras más duras que Pilar Manjón lanzó a la comisión de políticos que estudiaba los hechos del atentado.
Mi: La locución de esta mujer no estaba prevista, y cuando nos metieron sus palabras en casa dándole cuatro hostias a todos éstos, dije: “Tengo que conseguir meter un trozo porque es la única forma de cerrar la canción.” Pedimos permiso, escucharon el tema, leyeron la letra, les gustó e incluso nos dieron las gracias. No es un tema representativo de lo que hace la banda, pero sí es un tema con mucho sentimiento y respeto. Antes de escribir la primera palabra tenía miedo, no quería caer en los tópicos: ‘atentado’, ‘bomba’, ‘muerte’… Tenía que contar lo que quería decir sin poner nada de eso. Fue una historia tan fuerte, que nos salpicó a todos: A nosotros desde la música, a vosotros escribiendo, al pintor pintando, etc. Creo que a todos los que estamos en esto del ‘artisteo’ nos quedó el punto de decir que algo había que hacer, algo había que reflejar.

Volviendo a canciones que me han despertado el interés: Las dos versiones; una “El pianista”, tema que popularizó aquí Ana Belén; la otra, “El progreso” de Roberto Carlos que, por cierto, recuerdo que ya la grabó el grupo Insania.
Mi: Cuando me planteo hacer una versión, nunca me fijo en si la ha hecho mucha gente, la hago porque me llena y me apetece a hacerla. Me parece cojonudo que un menda hiciera esa canción hace veinte años y resulta que ahora sigue todo igual, seguimos igual de ‘apalancaos’, de petardos y jodiendo la marrana a la naturaleza. “El pianista”, en principio, es algo moña; se iba a quedar fuera, pero nos convencieron de que era una versión interesante.

Ma: Fue algo así, como: “¡Coño, nos la hemos dejado en casa!”, pero rápidamente la preparamos en el estudio y la grabamos.

Mi: En el fondo, yo me identifico con la letra. A veces te sientes un músico perdedor, hay una piba que te deja, te ves borracho pegado al piano dando la matraca…

Parece obvio que las letras tienen mucha importancia en Stafas…
Mi: Las letras son muy importantes; la gente, cada vez más, quiere que le cuentes algo y es más exigente con la forma en que escribes o te expresas. Ya no es que sea de mucho o poco peso, sino que des con una fórmula para que le mole la historia, cómo se la cuentas… que le llene. En Stafas el porcentaje de importancia de las letras es muy alto. Aunque son melodías audibles que entran de p.m., las letras tienen su mensaje, su peso, su desarrollo.

Ma: Lo mejor es no separar, tiene que ser todo uno; si no, algo ha fallado en la composición.

Mi: Que conste que, musicalmente, el peso lo llevan ellos… (Se refiere a Manolo, el bajista Javier del Palacio y Anono, batería, que completan el cuarteto). -Yo siempre me he considerado un tío bastante mediocre cantando y tocando la guitarra, siempre me arropo de gente que me aporte cosas musicalmente. Como ejemplo, llevaba hechos los temas de casa pero decidí que firmásemos todos dos de ellos. Era una forma de agradecerles cómo han acabado sonando.

Con franqueza y humildad -y espero que con lo que encierra “Por Arte de Birli Birloque”- seguro que habéis abierto el apetito de veros en directo. ¿Cuándo, con quién?
Mi: Nos sumamos a la gira de Sínkope y vamos de teloneros suyos. Stafas es una banda nueva y es el camino que tiene que recorrer: Ponerte el mono y dar la turra media horita, rápido y sucio; ya te situará el tiempo donde te tenga que situar.

Ma: En Madrid estamos con ellos en la sala Arena el 6 de mayo; de manera humilde, pero pensamos que la gente que vaya a ver a Sínkope puede estar interesada en lo que hacemos.

Le recuerdo a Michel una jugosa anécdota que vivió junto al Pirata hace unos años y que el locutor me había narrado un par de días antes. Tras las carcajadas, acabamos con dos recientes:
Mi: El primer día que entré a grabar las voces de este disco no era capaz ni de afinar, ni de cantar media estrofa. “¡Tráeme un güisqui!”, decía, y nada. El productor, que nunca había trabajado conmigo, me decía: “Tranquilo, relájate”, pero por dentro estaría diciendo: “¡Qué marrón, éste no canta ni debajo del agua, el h.p.!”, ja, ja.

Ma: ¡Ah! Y tenemos un bajista que habla en castellano antiguo, el chaval habla que te quedas ‘flipao’, como en El Quijote. Sus padres se debieron gastar mucho en clases de retórica.

Mi: Bueno, de hecho venía él solo directo a que le hicieras la entrevista… ¡y le hemos parado!