III Festival LEYENDAS DEL ROCK

LUGAR: Playa de Bolnuevo
CIUDAD: Puerto de Mazarrón (Murcia)
FECHA: 21, 22 y 23 de agosto de 2008

 

El Rock’n’Roll de los veteranos se impone en un estío muy yermo para las bandas rockeras autóctonas, si exceptuamos los festivales al aire libre, auténticas válvulas de escape para las formaciones veteranas como Los Suaves, Muro… El completísimo “Leyendas del Rock” de Mazarrón hizo nuestras delicias, un encuentro donde casi todas las viejas glorias cuajaron buenos shows: Ñu, Sherpa, Ángeles del Infierno, Barón Rojo, Saratoga… y en el que triunfaron por todo lo alto los legendarios UFO, con Vinnie Moore y Paul Raymond asombrando al personal con el Blues de los viejos tiempos, y también matrícula de honor para unos renacidos y reestructurados Asfalto, con Julio Castejón al frente, impartiendo cátedra de buen gusto y sapiencia musical. Al fin y al cabo, ellos son los más grandes del Rock español, una estrella que siempre nos iluminará, destinada a trascender géneros y fronteras, pero que vio truncado su bello destino, a finales de los ochenta, pero esa es otra historia.

Si por algo se caracterizó la tercera edición del Leyendas del Rock fue por su buena organización y acogida entre el público, en líneas generales. El cambio de recinto a los terrenos contiguos donde el pasado año se situó el parking de vehículos, supuso unas mejores y más cómodas instalaciones. Un recinto muy bien estructurado, con un lateral dedicado al mercadillo paralelo de ropa y discos, y muchos stands y puestos de comida ricos y variados (de comida árabe, hamburguesas y crepes, donde no hubo que aguardar demasiadas colas, tampoco en las taquillas de los tickets de bebida).

Los asistentes pudieron disfrutar de un tiempo nublado y apacible en las horas centrales del día, y puntualidad meridiana en los horarios: inmediato arranque en el “escenario 2” cuando terminaba la actuación del “escenario 1”, ambos situados en horizontal, uno al lado del otro; si bien la organización llevó demasiado a rajatabla el tiempo de actuación de las bandas, por lo que Asfalto vieron reducidos su show (nos quedamos sin escuchar ‘Ser urbano’), circunstancia bastante más desagradable y sangrante en el caso de UFO, que no pudieron hacer ‘Shoot shoot’ y la mítica ‘Doctor doctor’, ambas incluidas en el set list, para dar paso a unos Ángeles del Infierno, renovados y metaleros, recibidos en loor de multitudes. Quedó demostrado que para buena parte del público ellos eran la banda más deseada, la gran sensación del festival, quizás motivado por lo poco que se prodigan por estos pagos. Observar cómo la gente se apretujaba, se agitaba y se arremolinaba en la descarga de Juan Gallardo, Robert y compañía era cuando menos sorprendente tras asistir al estelar y radiante show ofrecido por UFO, que se podía ver desde las primeras filas, sin ningún tipo de apretura.

En el capitulo estrictamente musical, los alicantinos Badana fueron la gran revelación de la gratuita jornada inaugural, el jueves 21 de agosto, facturando un Rock urbano de excelente factura, muy cercano al que realizaban Los Suaves de los primeros tiempos. Canciones protesta sin tregua, con guitarrazos secos y crujientes, pura delicia para nuestros oídos. Qué duda cabe que Badana pertenecen a esa relevante (y nunca suficientemente valorada) generación de combos surgidos a finales de los ochenta: Esturión, Leize, Kalean, Desastre o Porretas… que marcaron una época. Por contra, Medina Azahara fueron la gran decepción, protagonizando un show verbenero, muy por debajo del talento y repertorio que atesoran; en muchos tramos parecía una vulgar pachanga de pueblo protagonizada por una orquesta del tres al cuarto, por más que Paco Ventura o Pepe Bao se esforzaran -en vano- en demostrar que son grandes instrumentistas. Esperemos que la próxima vez pongan el listón un poco más alto.

En la segunda jornada, el viernes 22, Beethoven R y Muro calentaron motores en la sobremesa, antes de que el Chino hiciera su aparición a media tarde, y los renovados Saratoga señalaran a quién pertenecen verdaderamente los galones en el Metal ibérico actual. Excelente descarga la protagonizada por Tete Novoa, Tony Hernando y Niko del Hierro, cargada de poderío y veracidad, sin abusar de los tópicos del falsete, tan manoseados en este tipo de propuestas. Tras ellos, Barón Rojo cosecharon un show aseado, con una buena selección de repertorio y parte de las colosales gemas: ‘Desertores del Rock’, ‘Incomunicación’, ‘Concierto para ellos’, ‘Cuerdas de acero’, ‘Los rockeros van al infierno’ o ‘Resistiré’ que tan grandes les hicieron en los ochenta.

A continuación, Kreator machacaron sin piedad nuestros tímpanos en un show bastante tosco, con problemas de sonido incluidos, momento que aprovechamos para reponer fuerzas, antes de que Los Suaves se lanzaran por la deliciosa autopista del Rock’n’Roll sin tregua, con Yosi más entonado que de costumbre, y dulces perlas existencialistas: ‘Judas’, ‘Palabras para Julia’, ‘Maldita sea mi suerte’, ‘Ese día piensa en mí’… que hacen las delicias de propios y extraños. Tras ellos, Julio Castejón al frente de unos superlativos Asfalto, puso los puntos sobre las íes en un recital para recordar durante mucho tiempo. Como una máquina perfectamente afinada, fueron desgranando diamantes de la talla de ‘La paz es verde’, ‘Más que una intención’, ‘No es sólo amor’, ‘Desaparecido’ o la mítica ‘Días de escuela’, incluyendo también la preciosa ‘Vidas paralelas’ del segundo álbum de Castejón en solitario. Canciones soberbias y comprometidas que iluminan nuestras vidas, un concierto de 24 quilates a cargo de unos superdotados musicales. Desde la primeros compases de ‘Te espero en el cielo’ a las postreras ‘Gente como tú’, ‘Búfalo Vil’ y ‘Es nuestro momento’, todo fue coser y cantar, composiciones para frotarse los ojos y los oídos, magistralmente interpretadas en una función para enmarcar. Sobran las palabras.

Con el listón tan alto, salieron a escena José Carlos Molina y compañía, a la sazón Ñu, cuajando un buen show en general, de aromas purplelianos, gracias al buen hacer de su nuevo teclista Peter Mayer, que tiñó de Hammond un set con variados solos y mucho virtuosismo en escena. Manolo Arias volvió a brillar como acostumbra en piezas como ‘Cuentos de ayer y de hoy’, ‘No hay ningún loco’, ‘Preparan’, guitarras en flor a cargo de este ‘Juglar’ y ‘Flautista’ indomable, un combo de ‘Animales sueltos’ en un ‘Manicomio’ donde ‘Tocaba correr’. Si bien no superaron a Asfalto, dejaron un buen sabor de boca entre el respetable, dulce sensación que se vio confirmada con la rotunda actuación de Sherpa, que cerraba la noche. Flanqueado por unos inmensos Luis Cruz y Raúl Rodrigo a las seis cuerdas, el viejo rockero dio una vez más sopas con honda, mostrando la clase musical que atesora este legendario ‘Guerrero del desierto’. Más dosis de los barones, y canciones inolvidables: ‘Son como hormigas’, ‘Campo de concentración’ y ‘Concierto para ellos’, en feliz comunión con las nuevas tonadas ‘Flor de invernadero’ y ‘Ajedrez mortal’.

La tercera jornada, el sábado 23, tuvo en UFO, como ya hemos recalcado, a los grandes, grandísimos triunfadores de la velada. Paul Raymond y Vinnie Moore impartieron un verdadero apostolado del buen gusto, caballos desbocados corriendo salvajemente por los mástiles de las guitarras, en piezas astrales como ‘Only you can rock me’, ‘Too hot to handle’, ‘Lights out’ o las inmensas ‘Love to love’ y ‘Rock bottom’ con las que cerraron. Lástima, nos quedamos ayunos de ‘Doctor, doctor’, para luego constatar, tras la robusta y bizarra actuación de Ángeles del Infierno, con Juan cantando en tesituras casi guturales -ver para creer-, que hubo que esperar un cuarto de hora a que salieran Saxon, un verdadero despropósito. Esos quince minutos de parón, bien los podían haber empleado Phil Mogg (¡qué voz la suya!, destilada en bourbon de barrica) en mantenernos un rato más en el paraíso.

A lo mejor fue la maldición de los innombrables Pánzer, que con un viejuno Carlos Pina al frente, y secundado por Miguel Ángel “Cachorro” a las seis cuerdas, nos recordaron esas deliciosas tonadas de combate que tan felices nos hicieron en la adolescencia: ‘Escápate’, ‘Sube un escalón’, ‘Gedeón’, ‘No hay quien nos pare’, ‘Galones de plástico’ o ‘Perro viejo’ no son gemas al alcance de cualquiera y por breves instantes nos hicieron revivir aquellos gloriosos ochenta, que ya nunca volverán. Bloque, con su Rock progresivo setentero y Bella Bestia, con una actuación muy cómica y divertida, pusieron broche de oro a un festival en el que hubo caña para todos los gustos, desde el Rock’n’Roll motorizado de Saxon al Thrash Metal de Exodus o Kreator, pasando por el pundonor y entrega de los segovianos Lujuria (como el güisqui paisano, siempre al alza) a los afilados Tokyo Blade, otra de las agradables sorpresas de la tarde, sin olvidar a nuestros queridos Mr. Rock, dulces versiones castellanizadas, y el Rock clásico por vena a cargo de Sobredosis. Una vez más: “Alíate, alza tu bandera, la nuestra es la del Rock”.

Texto y fotos: Fran Llorente

 


 

Entre ajos, leyendas y chupitos

Por Cihuatl Zúñiga

 

¡Uf, otro festival más!, para mí, afortunada o desgraciadamente, el último del verano: El Leyendas del Rock y ¡vaya que el nombre hizo honor al evento!, muchas de las grandes leyendas del Rock nacional e internacional pisaron los dos escenarios perfectamente acondicionados para que sin demora, un grupo tras otro, nos complacieran e hicieran vibrar a todo Mazarrón y resto de desplazados desde todos los puntos de España. Y aunque, tengo de decirlo, faltara vidilla a la sala de prensa, la organización del evento superó por mucho a la de otros festivales, anunciados con bombo y platillo, pero que no se han acercado al acierto del “Leyendas”, comida pa’ todos y bebida igual; saludos a las señoras de las barras que realmente se enrollaban con los minis de whisky. Y ni mencionar a la amiga de los chupitos, que me costó una semana entera la recuperación física y mental. ¡Maldita la hora en la que encontré los vasitos, Merche!, pero lo bailao ¿quién nos lo quita?

Y hablando de leyendas, debo decir que algunas fueron demostradas y otras más que serán creadas. Lo digo porque, aunque no sea supersticiosa, vi con estos ojitos que se han de comer los gusanos que aquella de “los innombrables” es más cierta que la chulería madrileña. Y es que en el inframundo del backstage ya se hablaba de lo curioso que resultaba que Ángeles del Infierno hubiese aceptado tocar en el mismo escenario justo después que los ya nombrados cuyo nombre no debe ser pronunciado. Pero mis valientes mexicanos (porque casi todos los son, si no por nacimiento, sí por adopción) se lanzaron al ruedo sin importar las consecuencias. El sonido, limpio; el repertorio, distinto al de sus giras americanas; la presentación, sencilla, como es su estilo, pero impecable. Afortunadamente no tuve que esperar cinco años, como muchos de los asistentes, para ver un show de Ángeles, los vi hace un año en México pero me intrigaba la respuesta del público español y comprobé que conquistan continentes, aunque no a la mala suerte.

De pronto, entre el frenesí, un click y la oscuridad en el escenario. ¡Se apagaron las llamas del infierno!, la maldición se hacía presente y Ángeles se cagaban en los muertos de P… Ni los ajos de Juan Gallardo, que pocos minutos después nos enteramos que había regado por el escenario y el camerino, sirvieron de nada. Pero sí la respuesta del público que coreó durante varios minutos al tiempo que el cantante: “Marca mi número… es el 666” hasta que se hizo la luz y el concierto siguió, aunque con otro breve apagón.

Para los incrédulos del éxito de Ángeles creo que quedó demostrada la razón de su triunfo en América y el alcance que tienen en España. Y, entre una cosa y otra, lo que quedaba era un colectivo y una banda satisfechos por un concierto que quién sabe cuántos años tendremos que esperar para que se repita. Mientras no me tiren otra vez a la piscina… Por cierto, gracias a los Ángeles por la buena juerga y a Robert y Juan por salvar mi honor, ¡a ver quién me vuelve a tirar a la piscina!

Otra de las grandes satisfacciones de la última noche del festival: Bella Bestia, por supuesto que sí, el estilo cancanesco de Pepe Mari y su entereza consiguió sonrisas de esas que lo dicen todo entre los músicos que lo vieron salir del camerino, y en el escenario, ¡qué les puedo decir!, las explosiones de luces eran sólo adorno para la gran presentación en el retorno de esta peculiar banda.