Imagen de portada: Barón Rojo / Excursión Los + Mejores.


REGARDLESS OF ME + PORT JACKSON + SECRET SIGNS

LUGAR: Excalibur
CIUDAD: Madrid
FECHA: 05 de agosto de 2010

Jueves noche, agosto, Madrid… ¡qué mejor opción que disfrutar de un festival de música! Así lo hicimos el pasado día 5: «Queens of the night», ya el nombre prometía ofrecer una buena velada y no nos defraudó. Nos reunimos en la sala Excalibur para disfrutar de tres bandas con la característica común de que en todas la voz principal era femenina.

El primer grupo de la noche, Secret Signs, no se hicieron de rogar comenzando pocos minutos pasadas las 21 h. Esta banda de Metal-Gótico madrileña que lleva en activo desde 2004 y ha tocado junto a innumerables grupos, entre ellos Theater Of Tragedy, derrochó energía durante toda su actuación. Melodías pegadizas, riffs potentes acompañados de una bellísima voz llena de fuerza, muy buen rollo en el escenario, etc. En fin, ingredientes que convencieron a todos los que nos encontrábamos allí de que van a dar que hablar, ¡y si no, tiempo al tiempo!

Unos pocos minutos después comenzaron los hardrockeros Port Jackson. Durante todo el concierto no dejaron de moverse por el escenario, animando a todos los asistentes y demostrando ser un grupo con tablas que lo da todo en directo. Sentimiento y calidad musical combinados dieron como resultado una grandísima actuación en este festival que, poco a poco, iba llegando a su final a pesar de los deseos de los asistentes.

Como broche a esta gran noche, los italianos Regardless Of Me salieron a deleitarnos con canciones cargadas de expresividad. A pesar de que la voz de Pamela se escuchaba en ocasiones con dificultad, no fue un problema para que demostrasen todo su potencial. Una mezcla de fuerza y toques oscuros que sin duda no dejan indiferente a quien les escucha.

Y así terminaba el “Queens of the night”, un festival que esperamos tenga más entregas y nos siga haciendo pasar tan buenas noches.

Raquel Barbado Delgado


Festival LEYENDAS DEL ROCK – 5ª edición

LUGAR: Pinada de San Blas
CIUDAD: San Javier (Murcia)
FECHA: 12, 13 y 14 de agosto de 2010

Ya van cinco años del festival Leyendas del Rock y por los dos escenarios del recinto desfilaron en tres días grupos consagrados y no tanto. Mucha asistencia de público, sobre todo en los momentos finales de cada jornada, en los que bandas como Medina Azahara, Obús o Barón Rojo daban el toque de atención de que siguen vivos.

El viernes, mientras acababa la actuación de Pánzer, empezó a caer una tromba de agua que no se recuerda en mucho tiempo. Así que la organización, en una noche, acopló a los grupos que pudo para que tocaran el sábado, acortando los horarios de actuación de todos excepto la de los ingleses Tygers Of Pang Tang, a los que respetaron el suyo.

Buena actuación, como siempre, de los madrileños Exkissitos, recordándonos en todo momento a una gloria del Rock como Kiss. Mucha expectación para ver a Saurom o a los segovianos Lujuria, a pesar de su hora de concierto, ya que los pasaron a la primera hora del sábado (algo antes de las 13 h.). Sorprendieron grupos como Cuatro Gatos, Uzzhuaïa o Angelus Apatrida, que entraron en el cartel sustituyendo a Picture.

La baja, ante la definitiva separación, de los gaditanos Huma (desde aquí desearles mucha suerte) nos trajo a la mejor banda de versiones que he visto del fallecido Ronie James Dio en todas sus etapas: Rainbow in the Black.

Como siempre, los cordobeses Medina Azahara gustaron al personal, dando una exhibición con sus mejores temas. Buen directo también tanto de Saratoga como de Leo 037. José Carlos Molina y Judith Mateo estuvieron a la altura de las circunstancias cerrando el festival, como se merecía, con música Celta y Folk y con mucha fiesta.

En resumidas cuentas, buen festival musicalmente hablando, y en lo que se refiere a la organización, se puede decir lo mismo. El Leyendas es eso ya: una leyenda consagrada dentro del marco de los festivales veraniegos.

Fran Molero

Qué ilusión. Nunca me habían rescatado de una catástrofe natural y esa iba a ser mi gran oportunidad. En efecto, yo fui uno de los 150 privilegiados que pasaron la noche del sábado en un polideportivo de San Javier al que llevaron tres autobuses de ‘heavies’ al baño María. Ya me esperaba barritas energéticas, mantas recién sacadas de sus fundas de plástico y bellas estudiantes de psicología especializadas en Metal Extremo y glorias Hard de los ochenta. Lo que me encontré no fue exactamente eso, sino un montón de aguerridos “tachueleros” durmiendo como bebecitos en el nido. Viva la fraternidad metálica y la madre que nos parió. Ni un sólo ronquido en cinco benditas horas de sueño, tras la agitada noche en la que el Leyendas generó su propia leyenda.

Justo cuando el grupo de Carlos Pina daba final a su concierto, una tímida lluvia había empezado a caer sobre el cielo de Santiago de la Ribera. ¿Pero cómo?, ¡si hasta ese momento era una pedanía de San Javier envuelta en una nube de polvo como la del ViñaRock! Los finlandeses Korpiklaani se quedaron de piedra cuando vieron que el chaparrón se convertía en tormenta, y que la tormenta se convertía en huracán “de-los-que-dan-miedo”. Como la luz se fue, el “pánico” se adueñó de la única carpa-refugio: “alcohol, alcohol, alcohol, hemos venido a emborracharnos y el resultado nos da igual”, “¡barra libre, barra libre!”, “oé, oé, oé, oé”. En efecto amigos, tan extraño como escuchar a Leo hacer versiones de La Frontera (‘El límite’) y ¡Álex y Cristina! (‘Chas y aparezco a tu lado’), pero mucho más divertido.

Atrás quedaba una segunda sesión de conciertos que se prometía histórica. Nos quedamos sin ver a Lizzy Borden y Muro -¡maldición!-, pero Lujuria, Warcry y Obús sí actuaron al día siguiente, en un apaño de cartel digno de un festival de una sola jornada.

La cosa había comenzado el jueves de la mano de Oker, Steel Horse, Barbarroja, Leyenda y Niobeth, cinco litros de sangre joven como la que cantaron Sobredosis el viernes. A media tarde se inició una de las mejores veladas clásicas que recordamos: homenaje a Dio con Rainbow In The Black en sustitución de Huma / la oportunidad única de escuchar a los heroicos catalanes Lone Star / Jero y su nueva aventura de Santelmo / Stimula cantando los temas de Evo para sus fanáticos en España y Ecuador / The Storm dándole un punto mágico a la noche / los siempre precisos Medina Azahara y el café, copa y puro de los “glamurosos” Exkissitos y los locales Nudo. Jornada gratuita y mucho público de la comarca con ganas de vivir su noche rockera.

El agitado viernes fue testigo de la espantada de Picture -sustituidos por unos Angelus Apatrida en estado de gracia- y de la sorpresa de sobremesa que supuso la respuesta recibida por Cuatro Gatos y Beethoven R. Bastante gente para ver a las dos bandas madrileñas, que otro año se merecen una mejor ubicación en el horario. Manzano salió de la cámara frigorífica en la que ha estado el último cuarto de siglo y cantó igual de bien que ha conservado su melena.

Tras el paréntesis del medio metro de barro, Óscar Sancho abrió el escenario del sábado mientras llamaba a gritos a los perezosos del camping. Las puertas se abrieron cuando empezaba a cantar su versión de ‘La fuerza del Rock’, de Goliath. Fue emocionante; no, fue precioso…, sí, esa es la palabra. Decenas de adolescentes corrieron a encontrarse con “papá” Sancho. El cartel se retomó sin Handful of Rain, pero sí con el resto de los anunciados: Uzzhuaïa, Atlas, Centinela, Badana, Saurom, Leize y la aparición siempre gozosa de Easy Rider. Capítulo aparte para Topo y los británicos Tygers of Pan Tang, dos formaciones veteranas que no se dejaron comer el terreno por sus hijos o sobrinos. Tremenda patada en el culo para los idiotas que usan la palabra “viejuno”.

La traca final fue una auténtica “batalla de bandas” producto de las circunstancias, que dudamos que los músicos implicados hubieran aceptado de antemano. Saratoga, Los Suaves, la reunión de los cuatro Barón Rojo originales y justo a continuación sus enemigos íntimos Obús, tras el “pique” vivido con los hermanos De Castro en el pasado Derrame Rock. Sólo faltaba uno de la cuadrilla: José Carlos Molina, felizmente “domesticado” por la dulce presencia de Judith Mateo. Fue un perfecto ‘happy end’ de música Celta y flauta rockera. Nos pusimos a jugar a las sillas con unos desconocidos y brindamos con ellos por un fin de semana inolvidable. Sniff… (por favor, música emotiva de fondo para este final de sincera emoción).

Leonardo Cebrián Sanz

Los abajo firmantes no pudimos estar presentes el jueves, primera jornada del festival que se nos antoja más simpático, querido, agradable y encantador de cuantos se celebran en España, pero por lo que nos cuentan nuestros compañeros madrugadores y algún que otro leyendero de a pie al que preguntamos, vamos a empezar a conceder medallas:

Steel Horse estuvieron inmensos -esto sí que es buen Heavy Metal- a pesar de que el equipo de sonido general no quería acabar de arrancar a esas tempranas horas. Barbarroja, con el mismo problema encima, lo dieron todo. A Leyenda les sonrió la suerte y pudieron tocar sin problemas de técnica; se lo merecía esta gran banda luchadora donde las haya. Rainbow in the Black encandilaron con las versiones de la carrera del añorado Dio; hay coincidencia general en que estuvieron de maravilla. The Storm dieron una lección de sabiduría y experiencia. Medina Azahara cumplieron y ya, o sea, lo habitual, y el concierto de exKISSitos fue una fiesta para todo el público y un regalazo para los amantes de Kiss. Se convirtieron, además, en el mejor y mayor espectáculo de todo el festival, pues cada dos canciones había petardazos y fuegos de artificio. Muy divertidos.

El viernes, con el sol apretando, empezaron Cuatro Gatos y Beethoven R., dos grupos que merecían estar mejor situados en el cartel por su profesionalidad y lo bien que lo hacen siempre sobre el escenario; esta vez no hubo excepción y también hay que mencionarlos entre Los+Mejores. Picture decidieron no aparecer por allí y los sustituyeron Angelus Apatrida, que tampoco es que sea muy de nuestro gusto. Pánzer nos aburre, pero tocaron y pasa lo que pasa: empezó a lloviznar, a llover, a diluviar… y hasta mañana, amigos.

La organización se movió lo mejor que pudo a contrarreloj (un aplauso para ellos) y se llevó a los que estaban acampados a un polideportivo. En el recinto metieron camiones de gravilla para tapar ¿charcos o piscinas? No sabemos cómo se las ingeniaron los técnicos para salvar el equipo de sonido (otro aplauso) y se reubicó en el cartel del sábado a todo el que quisiera o pudiese tocar en esa jornada. De este modo, nos quedamos sin Korpiklaani, Lizzy Borden y Muro (una lástima, sobre todo por los dos últimos).

El sábado nos encontramos en taquilla fotocopias de los nuevos y remozados horarios (más aplausos para Sufriendo & Gozando). Abrió Lujuria bajo un sol de aúpa, Centinela dieron un gran show y lo de Easy Rider fue de chapeau, grupazo y conciertazo que encandiló a todo el mundo. ¿Por qué no seguís, amigos? Los británicos clásicos Tygers of Pan Tang demostraron que el que tuvo, retuvo; muy bien. Warcry decepcionaron. Lo de Los Suaves es lo de siempre, ni fu ni fa. Lo mejor estaba por venir y se convirtió en algo histórico: Los auténticos Barón Rojo, y Obús a continuación y en el escenario paralelo. Con Sherpa, Baron Rojo es otro grupo, se hace mucho más ameno que la versión de los De Castro y vuelve a tomar toda la grandeza de antaño; su voz y su presencia se hacen imprescindibles en casi todos los clásicos. Precioso concierto, para recordar. ¡Ah! y Hermes… bueno, está ahí porque tiene que estar. Obús salió a comérselo todo, a demostrar que antes, hoy y después quieren estar en paralelo al Barón, ni más ni menos. Derrocharon fuerza, energía, buen rollo… y se comieron al público. Los cuatro músicos, encabezados por un Fortu arrasador, estuvieron de órdago. Otro conciertazo con mayúsculas. A José Carlos Molina le tocó bailar con la más fea, que no es Judith Mateo sino la hora de cierre del festival y salir detrás de las dos apisonadoras de las que acabamos de escribir. Con todo, su rollito Folk fue un buen carpetazo a un festival que -para qué buscar palabras bonitas de diccionario- fue cojonudo en todos sus aspectos.

Marta M. Crisol y Fernando S. Pérez


IRON MAIDEN + EDGUY

LUGAR: Auditorio Marina Sur
CIUDAD: Valencia
FECHA: 21 de agosto de 2010

Nos tomamos el concierto de Iron Maiden como una excursión de colegiales. Salimos temprano desde Vallecas -barrio rockero por excelencia-, desde el mismo campo del Rayo, y la fiesta comenzó en el bus gracias a la estupenda gente que en él nos acompañó (castizos pero también amigos de Aranda, Almería, Tenerife e incluso Bolivia). La foto se la merecen nuestros viajeros más que nunca (buscad en ella y encontraréis a algún famoso).

La ciudad del Turia estaba bonita, calurosa, pegajosa y llena de heavies. Daba gusto pasear por la playa y comprobar que todos los restaurantes del paseo marítimo estaban repletos de gente de nuestro rollo. La paella, muy rica; los chupitos, también. Más nos agradó tomar las copas de calentamiento en la zona pija, junto al puerto deportivo, al lado del bonito recinto donde tendría lugar el concierto, y hacernos los reyes de garitos “súper guays” donde nunca antes y pocas veces más creo que han sonado o sonarán notas heavies. Pedir a camareros engominados y repeinados o a nenas con Lacoste, gusta. Pagar a sus precios ya hace menos gracia. Pero sí conseguir el mayor “miembro” del concierto; ¡hasta dentro con él!

Edguy comienza a tocar demasiado pronto, a pleno sol, los alemanes luchan contra la adversidad y un soso telón negro que parece dejarles poco escenario y que sirve para tapar el montaje de los reyes del día. Sin embargo, los veo más entregados que en anteriores ocasiones y Tobias Sammet no falla tanto con su voz, es más, sale bien parado en líneas generales. Los hay fanáticos y se hacen notar mientras corean sus estribillos. No en vano, su estilo es proclive a ello más que ninguno.
Esto es lo que ponía en el pie de foto de la tercera foto: La mascota del viaje: Silvercito.

La cosa va rápida e Iron Maiden empieza a tocar antes de lo que preveíamos. Nos ha dado tiempo a pedir varios minis de cerveza y nos parecen caros: 8 euros (¿por qué no a cinco como, por ejemplo, en el recién vivido festival Leyendas del Rock?).

Una aclaración imprescindible: Quien machaca las teclas a toda prisa, pues este número debe cerrarse ya, es fanático de la carrera de los Maiden de los ochenta, mucho menos de su producción de los noventa y lo hecho desde el año 2000 a hoy, claramente, me la trae floja. Así que nadie se extrañe si me quejo de un concierto en el que escucho, una tras otra, ‘The wicker man’, ‘Ghost of the navigator’, ‘Dance of death’, ‘These colours don’t run’, ‘Blood brothers’ (dedicada a Ronnie J. Dio; buen detalle), la nueva ‘El Dorado’… En fin, un coñazo de concierto por parte de los rebautizados por alguno de nuestros golfos viajeros: El grupo de los Dickinson, o algo así.

Me quise animar cuando, como tercer tema, sonó ‘Wrathchild’ pero veía poco del escenario y tenía que recurrir a la tele, o sea, las pantallas –pienso que debería haber estado más alto para una mejor visibilidad de las 22.000 personas que acudimos, según dijo el propio Bruce-, el cantante creo que llegó a este final de gira muy bajo de forma, le escuché cantar menos y peor que en cualquier otra de las diez ocasiones que he debido ver a estos monstruos (bueno, igual son nueve), y el sonido, en general, tampoco llegaba bien a todas partes. ¡Joder!, son millonarios, los seguidores han pagado 66 euros o más por verlos ¿y de verdad eso es lo que se le saca a los 150.000 vatios anunciados? ¡Amos, anda!, que decimos por aquí el centro. En fin, que aquello era un “sin-vivir”, que soltaba mi amigo Kike mientras cruzaba los chiringuitos por medio, y sólo consigo animarme un poquito con las resultonas en directo ‘No more lies’ y ‘Fear of the dark’ más el clásico ‘Iron Maiden’. Aquí sale por fin un Eddie nuevo, espacial, con guitarrita, que tampoco es para tirar cohetes. Lo mismo digo del montaje, aunque quizá la experiencia haga que ya nada te sorprenda (mea culpa).

El bis no podía fallarnos: ‘The number of the beast’, ‘Hallowed be Thy name’ y ‘Running free’. Algo es algo porque, para más inri, esperábamos alguna gracieta, algo diferente, algo pequeñito (uo-uo-uooo) de lo que suelen hacer los músicos o su equipo cuando acaban gira; pero no, nada, están ya mayores para putaditas o vaciladas sobre el escenario.

Por último, señalar que no ofrecemos fotos de los grupos porque no nos concedieron pase de fotógrafo y que tampoco había una zona especial, más cercana al escenario, para los redactores. Quién sabe si, de haberlo visto/ escuchado a menos distancia, esta crónica hubiese sido diferente.
Vuelta a casa. Por lo menos, seguimos riendo gracias a los compañeros de viaje y a alguno le quedan fuerzas para contar lo vivido mientras apura la penúltima en la sala Excalibur; sí, ya en Madrid.

J.M