ROCKZINANTE – EXCALIBUR METAL Festival

CIUDAD: Alcalá de Henares (Madrid)
FECHA: 30 de septiembre de 2006

Cartel de lujo el que la organización presentaba en la cervantina ciudad de Alcalá de Henares, mucha leyenda del Rock y alguna nueva promesa se dieron cita durante todo el día en el Rockzinante de este año, que en su segunda convocatoria nos daba a los asistentes el lujazo de disfrutar de joyas como Glenn Hughes o Udo y revivir viejos momentos con unas renovadas Vixen y una tan bella como siempre Doro. Escenario bastante grande, buena organización en general y precios asequibles hicieron mas fácil el poder llevar a buen puerto las casi trece horas que duró el festival; un diez a los organizadores en estos aspectos.

Los encargados de abrir el evento fueron Hamelyn, ganadores del concurso que se celebró para ocupar el puesto de hacer arrancar motores.

Más Metal nacional siguió de la mano de Dragonfly, viniendo a demostrar por qué rápidamente dejarán de ser unos desconocidos en el panorama metálico de este país, y que se marcaron una interesantísima versión de “The show must go on” de Queen pasado por la máquina Heavy de estos muchachos.

Un problema con el vuelo de Raven, hizo adelantar la actuación a los gaditanos Sphinx, quienes saltaron a la palestra a las horas que aprieta el hambre. Quien los haya visto ya conoce la calidad musical que atesoran y, quitando algún problema con la voz en determinadas partes del show, en general dieron un concierto de lo más entretenido.

A presentar su primer disco vinieron Savage Circus, Power Metal alemán muy al estilo de los primeros Blind Guardian, en parte debido a que a ese grupo pertenece el batería Tomen, quien, sin embargo, por problemas de salud faltó en esta actuación. Temas épicos, doble bombo y coros, lo de siempre en estos grupos… aburridos.

Si alguien quiere buscar quemar adrenalina, que deje inmediatamente el puenting y vaya a las primeras filas de un concierto de Destruction; los clásicos thrashers alemanes crearon durante su hora de actuación un auténtico ciclón de Metal, cañerísimos como pocos y grandes músicos en escenario; clasicazos del grupo como “Mad butcher” u otras como “Thrash till death” pusieron como locos a los headbangers del lugar, convirtiendo el show en algo de lo más destacable del festival.

A Doro se la quiere en España, y mucho, ya que ha pasado casi a formar parte de lo nacional debido a sus numerosas visitas, en cada una de ellas nos ha dejado un sabor de boca más que dulce y en esta ocasión tampoco defraudó. Su repertorio se basó, más que nada, en temas de sus últimas obras y en clasicazos de Warlock, esos nunca pueden faltar, por lo que, para abrir fuego, rescató un potente «Earthshaker Rock» y “I rule the ruins”. Algunas referencias de su ultimo “Warrior soul” cayeron sin pena ni gloria entre los asistentes hasta la llegada de “Burning the witches”, donde la euforia se desató. Mención especial merece la versión, para mí algo floja, del “Breaking the law” de ‘San’ Judas Priest y el dejar para antes de los bises el mítico “All we are”, terminando el cotarro con un inesperado “My majesty” de su citado último disco. Se la perdona el retraso de cerca de una hora antes de salir a escena pero no que se dejara en el tintero la emotiva “Fur ihmmer”; por lo demás, de notable.

Más rockeras femeninas llegaban de la mano de la guitarrista Jan Kuehnemund y sus nuevas Vixen, que, la verdad, me decepcionaron y mucho. Los clásicos del grupo sonaron, sí, pero demasiado blandos, sin la fuerza que siempre llevaban, poco que ver con lo que eran las antiguas ‘zorras’ (sinónimo de astutas) de los años ochenta. Intenté no buscar comparación y disfrutar de “Edge of a broken heart”, “Criyin´” o “Love is a killer” cerrando los ojos. Como único punto a destacar, la bajista del grupo, que se movía como una autentica jabata.

Para mí, Glenn Hughes es ‘la voz’, una mezcla de Soul y de Blues que descargó en cada uno de los temas que, junto a su inseparable bajo, interpretó esta noche, mostrando unas maneras y una elegancia sobre el escenario dignas sólamente de los más grandes. De su militancia en Deep Purple sonaron “Burn” , «Mistreated» y «You keep on movin´», quizás poco para la mayoría del publico, quien esperaba una mayor presencia de lo que fue este cantante en esa época; sin embargo, para la ocasión el hombre de las gafas de sol eligió dar mayor cabida a su carrera en solitario, sobre todo canciones de sus últimas obras, por lo que me quedé con ganas de escuchar algo de su corta etapa junto a los Black Sabbath de Tony Iommi. Sublime la versión que se marcó del archiconocido «A whiter shade of pale» y arrollador el sonido de la banda que lleva consigo. Una delicia para los oídos de todos los presentes.

Increíblemente, y siendo un gran admirador tanto de su carrera en solitario como de su legendario pasado en Accept, era la primera vez que veía a UDO en acción, y me lo pasé como un enano con todos los temazos que ofreció el pequeño soldado alemán en compañía de su amigo de batallas, Stefan Kauffman. Escuchar “We want war”, “Restless and wild”, “Princess of the dawn” o “Balls to the wall” es lo mismo que rejuvenecer varios años en compañía de los más queridos. Mucho tema de Accept en una velada inolvidable que me dejó con ganas de más; tardará poco en volver por estos lares y esa vez ya no me lo pienso perder.

La historia del Rock a veces es cruel y deja fuera de sus páginas a gente que marca su huella junto a los más grandes. Ese es el triste caso de Tony Martin, vocalista durante la etapa más oscura de Black Sabbath y que, sin embargo, dejó discazos tan grandes como “Tyr”, “Headless cross” o “Cross purposed”. Durante el poco tiempo del que dispuso el cantante dio un repaso a su trayectoria en el ex grupo de Dio y Ozzy dejando bien clarito que él también forma parte de la leyenda Sabbath. Sí, es un poco soso sobre el escenario, pero también es el único que rescata piezas como “The shining” o “The headless cross”, clásicos también por mucho que les duela a los mas acérrimos a la época del cantante ‘come-murciélagos’.

De Raven poco se puede decir, problemas con los aviones que debían transportar a Mark Gallagher hicieron que el grupo sólo dispusiera de quince minutos para la actuación; una pena que, siendo una gran banda, su paso por el Rockzinante sólo fuera anecdótico. No debieron salir a escena en esas condiciones ya que, sin ser culpa de nadie, tanto ellos como sus fans se merecían mucho más. Fue el único percance reseñable de un festival que prometía demasiado, dio muchísimo más y que durante todo el día y noche brilló con luz propia.

Texto: Jorge Grande
Fotos: Juan José Díez