Con todas las reservas del mundo, reproducimos un mensaje recibido en nuestro correo y dirigido a nuestro director:

Hola Jon. No me conoces, creo… Yo fui amiga de Azuzena, de Santa. Por circunstancias, nuestras vidas tomaron rumbos diferentes hace años. Yo me fui a Bélgica y ella siguió con el bar El Infierno, en Lavapiés, que habíamos creado juntas, pero yo trabajaba en la sala Ya’sta de Toreros Muertos y se me hacía muy difícil seguir juntas, así que lo dejé. También grabamos, yo hice los coros de su disco “La estrella del Rock”. Vivimos y compartimos muchas cosas y sobre todo emociones. Ayer cayó en mis manos tu artículo y casi me muero yo también. No sabía que había fallecido.

Nuestra remitente se refiere al siguiente artículo de 2017, en el cual recordábamos los doce años sin Azuzena:

Recordando a Azuzena. 12 años de su muerte.

Y continúa escribiéndonos:

Hace años la busqué en Alicante, en el bar donde yo también trabajé. En fin, ha sido un palo gordo para mí. Ahora estoy en España por fin y viendo cómo está el panorama musical, que no cambió mucho, y sobre todo para la mujer, ahora que se habla tanto del empoderamiento. Es muy triste que me tenga que enterar, y doy gracias a los dioses, por tu articulo de su fallecimiento, 12 años después. (En realidad ya son catorce, pues el texto se publicó en 2017 -N. de la r.) Muy fuerte. Se me parte el alma. Porque ella era arrolladora y única como pocas. Hay millones de anécdotas y de historias que no deberían perderse. Y sobre todo, su voz portentosa, porque te aseguro que después de dar tumbos por medio mundo, no encontré una igual. ¡No sé cómo ni cuándo, pero no voy a parar hasta que no se la reconozca! Y agradecerte que la recordaras. Un abrazo, amigo.

Como es lógico, nos extrañaba muchísimo que en un mundo en el que internet manda, guía y ordena, alguien tan cercano a la cantante no hubiese sabido absolutamente nada de ella durante tantos años ni se le hubiese ocurrido teclear su nombre en Google hasta anteayer. Así que le pedimos permiso para publicar su nombre, nos lo ha dado y ya os podemos presentar a nuestra interlocutora: Se llama Paloma Samper.

Tras algunas cuestiones con una postura incrédula desde nuestra parte, Paloma nos ha contestado:

A mí me parece más increíble que a ti. Yo no tenía contactos en el Heavy. En ese momento no tenía ganas, porque terminé muy quemada con la historia de ‘El infierno’. Luego nuestras vidas tomaron rumbos muy diferentes. Éramos un grupo de amigas muy cerrado. Azucena era muy celosa de su intimidad y posesiva. Si alguien la traicionaba en ese sentido… cruz y raya. De verdad que estoy en shock todavía. Ahora estoy en España pero sigo vinculada a Bélgica, donde he vivido varios años.

-¡Es que es alucinante tu historia, Paloma, nos cuesta creerla!

-A mí también me parece extraño. Simplemente que a finales de los noventa yo no tenía acceso a Internet y estaba muy ocupada intentando sobrevivir, como ella.

Luego Paloma se ha ofrecido amablemente a contarnos muchas anécdotas de la cantante fallecida que van desde lo personal: cómo era su madre, a su opinión sobre el éxito mediático de Luz Casal, o bien lo poco valorada por los músicos del Heavy español que se sentía. Nos guardamos unas cuantas hasta corroborar hechos. Al final de su último mensaje Paloma Samper nos ha dicho:

Yo estoy todavía digiriendo la noticia, viendo los poquitos vídeos que encuentro de ella, algo es algo, y escuchándola con el corazón encogido y con coraje y unas cuantas lágrimas.

Hemos buscado el nombre de Paloma Samper en el primer disco de Azuzena en solitario, “La estrella del Rock”, y no hay créditos de los coristas en nuestra copia. LosMejoresRock.com en esta ocasión se limita a reflejar una curiosa y sorprendente conversación que hemos tenido con una lectora casual, que deseamos pase a ser habitual a partir de ahora. Hemos solicitado a Paloma alguna foto de la época con Azuzena y nos la ha prometido si sus contactos no le fallan, ella no posee nada de la época por su emigración. Damos libertad total al lector para tomar este artículo como desee y elegir el color que lo defina.