Se trata de otra vuelta de tuerca más en la trayectoria del artista madrileño, capaz de fusionar tres disciplinas en un mismo espectáculo: la poesía, el teatro y la música.

Bien secundado por sus cómplices The Cocooners, la banda que le acompaña en sus grabaciones y conciertos, el artista presentó el espectáculo el pasado 5 de diciembre en los teatros Luchana. Podemos definir el show como un musical de pequeño formato, dirigido por Mariano de Paco, en el que se entrelaza un intenso monólogo con poemas y una decena de canciones que parten de un Blues cargado de melancolía y vapores etílicos.

La obra, que hace un par de semanas fue representada en la ciudad de Nueva York, se separa en siete cócteles imaginarios con sugerentes nombres como “Sunset Strip”, “Deja vu” o “Reina del silencio”. No se trata de mezclas de bebidas espirituosas al uso. Por ejemplo, “Sunset Strip” consta de “tequila mezclado con unas gotas de amargura, una cucharada de ausencia y destierro. Todo ello macerado al fango”.

Barnatán se desenvuelve con descaro en esta atmósfera en la que puede mostrar al público sus dotes expresivas y de interpretación. Para los amantes de locución es un placer apreciar los matices de la voz del artista recitando sus propios poemas.

Y qué decir del Blues de voz rasgada e intensa que terminó por apoderarse de la velada, convirtiendo la parte final del show en un concierto en el que los asistentes nos dejamos llevar por la energía de los músicos y rompimos a dar palmas disfrutando de la emocionante versión del clásico de The Doors “Roadhouse Blues”.

En definitiva, «Una noche en el St. Johns» es un espectáculo que merece más continuidad en una cartelera teatral que, anclada en la comercialidad de los musicales grandilocuentes y en el protagonismo de actores mediáticos, apenas concede oportunidades a este tipo de iniciativas.

Javier del Valle