¿Dónde estaba la modernidad en Úbeda a comienzos de los años 70? Pues lo crean o no, lo más vanguardista e inquieto de la localidad jiennense residía en el colegio Escuelas Profesionales de la Sagrada Familia (SAFA). La agitación cultural en la institución religiosa venía avalada por el cambio en la Iglesia española, que asumió las conclusiones del Concilio Vaticano II para tratar de ponerse a tono con los tiempos.

SAFA contaba con el único centro universitario del municipio, la Escuela de Magisterio, y por ende con uno de los mejores salones de actos de la ciudad. De aquel oasis de libertad e iniciativa surgirían actividades culturales de todo tipo, como cineclubs, colectivos teatrales o agrupaciones de tunas. El Folk protagonizaba las portadas de las revistas de música ligera del momento; entre sus lectores bien podría haber estado Nacho, fundador de Camino de Santiago, del que por cierto nadie logra recordar el apellido.

Este estudiante de Formación Profesional interpretaba con su guitarra canciones sudamericanas de protesta, en especial las de Víctor Jara, tan recientemente reivindicado por los sucesos acaecidos en Chile. Casi todos los integrantes de la agrupación Folk eran estudiantes de 1º de Magisterio y compañeros de FP del propio Nacho.

Sus nombres han quedado para la historia de la música con raíces en la provincia de Jaén: Miguel y Nines Lopez Salas, Eduardo  y Lourdes Perales Lentisco, Ana Mari y Paqui Cobo Ruiz, Luis Sierra, José Ramón Santervás -miembro ocasional que estudiaba fuera- y José Ángel Sevilla -el poeta del grupo, que se encargaba de los recitados-. Nacho abandonó Úbeda en 1974 y ese mismo año Ana Mari, José Ramón y José Ángel dejaron de formar parte de Camino de Santiago, una vez culminado su ciclo académico. Nuevas voces e instrumentistas revitalizaron a la formación, a la que se incorporaron Isabelina Cejudo, Arturo Rodríguez, Manolo Cano y Martín de la Torre.

El primer repertorio de Camino de Santiago fue el propio de la canción protesta, que era la que Nacho interpretaba en directo. Títulos como «Dale tu mando al indio», «Cajitas» o «Canción del jangalero» formaron parte de su inicial empuje. Los temas de denuncia social de autores extranjeros como Pete Seeger, Joan Baez o Víctor Jara calaron en los jiennenses, que comenzaron a reflejar sus preocupaciones vitales y filosóficas mediante la elección de un repertorio claramente significado. Recordemos que aún existía la censura, por lo que resultaba casi imposible cantar composiciones propias con cierta libertad y seguridad. La opción eran las versiones… y el trabajo de campo consistía en su propia difusión.

La inquietud y rebeldía de aquella generación encontró en la poesía una perfecta vía de escape para la inspiración creativa. Sus jóvenes componentes fijaron su atención en la tradición española, tanto en lo que respecta a autores clásicos (Quevedo) como otros más contemporáneos como Federico García Lorca, Miguel Hernández, Machado, León Felipe o Gabriel Celaya. El ejemplo de cantautores coetáneos como Paco Ibáñez o el grupo Aguaviva marcaban con sus discos el camino a seguir, siempre en la reivindicación de algunos de los autores que el franquismo ignoraba por su adscripción política a lo que el oficialismo consideraba «la otra España». «Esos poemas», recuerda Martín de la Torre,  «eran hallazgos de belleza y de despertar de conciencias: “La poesía es un arma cargada de futuro”, “Maldigo la poesía del que no toma partido… hasta mancharse”.

Especial importancia tuvieron las recopilaciones del cancionero antiguo castellano recuperado en los singles y LPs del folclorista Joaquín Díaz, con composiciones populares como  «La Catalina», «Chapirón de la reina», «Ay, linda moza» o «Romance del conde Olinos».

El Folk internacional o en otras lenguas también conmovía, como lo demuestran sus adaptaciones de ‘Mulher rendeira’ -en portugués, ‘Chenna, Chenna, Un Canadian’ -en francés- o «La cruel guerra» -en catalán-. En algunos casos se trataba de letras y músicas que Nacho había enseñado a los integrantes del grupo Nuestras Manos, formado por aquellos adolescentes del año 1972 que tanta vida dieron al colegio de los Salesianos durante el tardofranquismo.

Camino de Santiago se atrevió incluso a interpretar canciones de la Guerra Civil, aun cuando el asunto era un tabú en el entorno doméstico de la sociedad española del momento. «En el frente de Gandesa», «El Quinto Regimiento» o «Puente de los Franceses» rompían con la imposición no escrita de olvidar al bando de los perdedores. El Folk lo hizo siempre desde una óptica de reconciliación e historiografía pura, preparando a la ciudadanía para la concordia que exigiría la inmediata transición.

Bajo la dirección de Eduardo Perales el grupo se hizo mas melódico, con temas como «Dame tu mano y ven», «El barrio Ipomar», «Ding dong», «El Selenita», «Voy a correr» o «Yo me enamoré de un aire». También incluyeron el bajo eléctrico en sus actuaciones, por lo que mejoraron tanto en su sonido instrumental como en la armonía de las voces.

Los lugares de ensayo de Camino de Santiago fueron varios, entre ellos la propia SAFA -en cuyo auditorio también actuaron-, un local del municipio dedicado específicamente al recreo cultural juvenil o el propio Conservatorio… Sus canciones se escucharon en el escenario del Teatro Olimpia de Linares y la Escuela de Artes y Oficios de Úbeda, pero quedó pendiente una gran presentación en la Escuela Normal de Magisterio de Jaén. Como colectivo participaron en el evento «Cita con el Folk» e incluso en el acto homenaje al equipo San Miguel, que compitió en el programa televisivo «Cesta y Puntos». Camino… también puso a prueba su talento en varios concursos y certámenes, ganando en mayo de 1972 el denominado I Festival de la Canción.

Hacia 1976 casi todos sus integrantes hacían acabado los estudios en la SAFA, por lo que el grupo se disolvió. Algunos de los músicos que quedaron en Úbeda fundaron las agrupaciones corales que aún funcionan en la ciudad; también montaron grupos de chirigotas de carnaval, como el fundado por Eduardo Perales.

Leo Cebrián Sanz

Agradecemos su testimonio y recuerdos a Paqui Cobo Ruiz, Cecilio Aguilera Nieto y Martín de la Torre Fernández, que han colaborado en este artículo aportando sus escritos y reflexiones.