En ocasiones, sacar adelante una banda en los tiempos que corren no es algo fácil. La maltrecha situación de la industria musical, sumada a la gran dificultad que supone labrarse un futuro en la música, hace que para muchos, el sueño de convertirse en músico profesional se quede sólo en eso, en un sueño al alcance de muy pocos, sobre todo con propuestas extremas y destinadas a un público underground.

No obstante, hay ocasiones en las que un trabajo constante y una pugna sin descanso tienen su premio: la grabación de un álbum. Es el caso de la banda japonesa Earthstream, que este año ha podido grabar su primer trabajo: ‘Earth Scream’ (Repentless, 2018). Ha sido quince años después de su formación y dieciséis desde que en el año 2002, un guitarrista y joven universitario estudiante de la Universidad de Tokio llamado Daichi, conoce en el centro a Jun, un bajista. Con él forma un grupo al que en el verano de ese mismo año se une un segundo guitarrista, Masaki, con el que comienzan a interpretar versiones de temas de Sonata Arctica y Stratovarius.

En noviembre se une el primer teclista del conjunto, Ryo, con quien cierran una primera formación a la que en 2003 Daichi y compañía llaman Earthstream. Bajo este nombre editan de forma independiente ‘Evil Crusade’, su primera demo, que se publica el 5 de noviembre del siguiente año. Contenía tres temas: ‘Everlasting revenge’, ‘Hollow life’ y ‘Evil crusade’.

En 2007, tras el abandono el año anterior del conjunto por parte de Ryo y Masaki, se unen Rob (guitarra rítmica), Tusk (teclados) y Blast (batería). Juntos graban la segunda y última demo, ‘The Symphony Of Tragic Sorrow’, que contiene el tema de igual título, además de ‘The anthem to the dead warrior’ y ‘Unchain my spirit’. Un año después dan un importante paso y participan con una nueva versión de ‘Unchain my spirit’ en el recopilatorio ‘The Red Hot Burning Hell Vol. 16’, de la discográfica japonesa Lights Out Records. Finalmente, editan su primer disco, ‘Earth Scream’ el 21 de marzo de 2018 con el sello independiente Repentless Records, tres lustros después del nacimiento del grupo.

El primer trabajo de esta banda japonesa incluye diez cortes de Death Metal Melódico con reminiscencias de la “escuela finlandesa” de MeloDeath, con bandas de referencia como Norther o Children of Bodom. Earthstream recuerda especialmente a estos últimos, concretamente a su primera etapa y sus tres álbumes iniciales: ‘Something Wild’, ‘Hatebreeder’ y ‘Follow The Reaper’. Los seguidores del sonido del conjunto finlandés y del Death Melódico más arrollador encontrarán en este conjunto japonés un notable trabajo. No obstante, estas influencias suponen un impedimento claro, y es la escasa originalidad de muchos de los temas del álbum, que se aferran excesivamente a este tipo de sonido y no llegan a desarrollar demasiado ideas propias.

Pese a que escasas, estas ideas propias son un buen añadido al sonido de la banda y contribuyen a reducir la sensación de monotonía que puede llegar a suscitarse durante la escucha del trabajo. Así, dentro de estas innovaciones se pueden encontrar pasajes y detalles propios del Black Metal más sinfónico. Destaca en ellos la labor del teclista, Tusk, quien lejos de limitarse a repetir una melodía en cada tema del álbum, “dibuja” orquestaciones que acompañan a la música y esboza acordes que crean atmósferas macabras. Tusk realiza al mismo tiempo sus propios solos de sintetizador, al estilo de bandas como los propios Children Of Bodom u otras de Metal neoclásico como Stratovarius.

El álbum arranca con ‘Unchain my spirit’, un tema muy veloz, en el que ya se pueden apreciar las reminiscencias al Death Metal escandinavo. Al virtuosismo y la rapidez de las guitarras se suma la desgarrada voz de Daichi, que recuerda mucho a Alexi Laiho, cantante y guitarrista principal de Children of Bodom. Sin duda, se trata de una referencia fundamental para el japonés -de hecho, la banda finlandesa figura entre sus grupos favoritos en la página web oficial de Earthstream-. El teclado es el instrumento que más protagonismo cobra en este tema, emitiendo una melodía constante que destaca en volumen por encima del resto de los instrumentos y dando la sensación de estar ante una mezcla de volúmenes algo desequilibrada.

El tema avanza apoyado por una base rítmica compuesta por Jun al bajo, Nob a la guitarra rítmica y Blast a la batería. Éste realiza una gran labor durante sus casi cuatro minutos de duración, con una batería a doble bombo que no tarda en romper blastbeats muy Black. Su misión es abrir paso al solo, en el que Daichi demuestra unas influencias que abarcan desde la escuela escandinava al Metal japonés, con melodías que recuerdan a X Japan en sus inicios. El tramo final de la canción supone una subida de tonalidad desde el comienzo hasta el final, dando como resultado un corte muy dinámico, que muestra las cartas principales del sonido de la banda. Pese a resultar algo repetitivo, es perfecto para iniciar el disco y dan ganas de escucharlo una y otra vez.

Casi sin descanso llega ‘Death bringer’, con un blastbeat demoledor al inicio, que da lugar a un potente riff de guitarra al que apoyan unas pinceladas atmosféricas del teclado que resultan casi operísticas. El tema se acerca mucho al Death Metal Melódico sueco de bandas como Arch Enemy o In Flames. Avanza con unas tesituras graves de Daichi, que derivan en unos teclados muy propios del ‘Hatebreeder’ de Children of Bodom. Éstos se acompañan por un riff que incita al cabeceo puro y explota en un pasaje muy Folk y grandilocuente, en el que el teclado demuestra más recursos. No sólo ejecuta una misma melodía como pasaba en el tema anterior, sino que dibuja acordes con los que cambia las tesituras de la canción. A la mitad del tema vuelve a haber una parte donde predomina un teclado tintineante, que conduce al solo de Daichi y posteriormente al de Tusk. Mención aparte merece la parte “operística” final, que cambia por completo el aire Death de la composición.

‘Deadly drowned desperation’ empieza con un volumen bajo, pero al poco tiempo sube y da paso a un riff muy propio del MeloDeath del norte de Europa, que conduce a unas tesituras mucho más cercanas al Black Metal. No obstante, este tema tiene un problema bastante notorio, y es una peor producción, dando al oyente la sensación de estar escuchando una bola de sonido poco definida y en la que cuesta diferenciar bien cada instrumento.

‘The gate to my funeral’ se inicia con un riff muy Thrash, que deriva en un pasaje muy propio de bandas como los finlandeses Wintersun. Tiene aires muy Power, que rompen con la voz oscura de Daichi. El cantante se acompaña por unos teclados que dan al tema una sensación de danza macabra, en la que se puede apreciar la influencia del Black Metal sinfónico. En el solo de Daichi, la melodía inicial recuerda al Metal japonés de bandas como Galneryus o Jupiter. Mención aparte merece el tramo final del tema, que va subiendo poco a poco, incorporándose Nob a la melodía de Daichi de forma gradual. Un profundo grito del segundo corta de súbito a ambos, poniendo punto y final a uno de los temas más elaborados del disco. En él se puede apreciar aún más si cabe que el peso musical de la banda recae sobre Daichi y Tusk. Los dos siempre están acompañados por una solvente base rítmica, que asienta el generoso despliegue conjunto de recursos a lo largo de la canción.

‘Everlasting revenge’ empieza con blastbeats sin descanso, que dan lugar a un riff machacón en el que vuelven a mostrar sus influencias más escandinavas. Ocurre algo similar con el Black Metal noruego, ya que es un tema en el que destacan las tesituras más graves del cantante.

‘The anthem to dead warrior’ tiene un riff a doble guitarra, cuya melodía remite al Power Metal europeo. El tema recuerda el sonido del álbum ‘Follow The Reaper’, de Children Of Bodom, con un estribillo grandilocuente que abre las puertas a un doble solo entre teclado y guitarra.

‘Earth scream’ supone otro acercamiento al Metal Sinfónico de bandas como Nightwish o Epica. Este tema cuenta con uno de los mejores acompañamientos que hace el teclado en todo el álbum. Los solos son también de los mejores del disco, ya que las partes en las que se sincronizan los golpes de teclado y guitarra están calcadas de fragmentos de canciones del conjunto finlandés, como ‘Downfall’ o los primeros compases de ‘Deadnight warrior’. Sin duda. uno de los mejores temas de la grabación.

‘Hollow life’ prosigue con la influencia COB en una composición muy veloz, en la que hay un importante acompañamiento de los teclados. Destaca un solo de aires neoclásicos, con un final a tapping que encumbra el tema a lo más alto.

La parte final del disco se inicia con ‘The symphony of tragic sorrow’, un tema que, como su nombre indica, es todo un alarde de Black Metal sinfónico. En él destaca un breakdown, acompañado por unos teclados que dibujan una melodía macabra. La corona la voz de ultratumba de Daichi, que se aleja de las tesituras más rasgadas y prefiere acercarse a la escuela del Black Metal noruego.

El último tema, ‘Evil crusade’, toma el relevo del anterior prácticamente sin respiro y vuelve al sonido COB, con unas melodías conjuntas entre teclados y guitarras que se enmarcan en uno de los temas más grandilocuentes del álbum.

En definitiva, un disco de MeloDeath con mucho regusto a la escuela finlandesa. Lo disfrutarán especialmente los seguidores de este estilo y sobre todo de Children of Bodom, que encontrarán en este combo japonés unos seguidores de altura. Lejos de ser un disco sobresaliente, se trata de un buen primer álbum, que deja un amplio rango de mejora para trabajos posteriores de Daichi y compañía. Earthscream demuestra con su historia que el trabajo y el esfuerzo dan su recompensa. Esperemos que sus temas cantados en inglés contribuyan a la supervivencia de la banda y que maduren su sonido en trabajos posteriores.

Miguel Ángel Dávila Prieto