El pasado sábado 18 de febrero se celebró en la sala La Caverna el concierto-presentación en la capital del último disco de los turolenses Abismo. “Esperando al Ángel Negro” es el título de su segundo álbum, publicado el pasado año por el sello Maldito Records. La propuesta del grupo aragonés es harto particular, por cuanto basculan entre el Pop oscuro de la tradición más siniestra de su región (Héroes del Silencio, Niños del Brasil…) y un Rock Gótico casi cinematográfico de puro evocador, cargado de imágenes visuales que ellos convierten en pequeños cortos musicales.

El repertorio que escogieron para resumir su trayectoria incluyó por supuesto sus tres últimos singles -“Mientras brillen”, “Tiempo del corazón” y “Brujas en la tormenta”-, así como aquel “Me dice Satán” con el que se estrenaron en el formato en 2018. Desde el comienzo con “Arde”, por el escenario de la añorada Boca del Lobo desfilaron brujas, sombras de cementerio e inocentes colgados en la horca (el tétrico vals de “Desde la tumba”), perras satánicas (“Yo soy la perra”) o infiernos en la Tierra (la instrumental “Polvo y terciopelo”).

Sorprendió la ausencia de la guitarrista Vega ‘Venom’ Molina -ausente por razones que desconocemos-, pero las canciones no se resintieron. El cuarteto que esa noche comandó el cantante y guitarrista Alberto Abismo se entregó como si fuera el original quinteto a esta misa pagana cargada de simbología y ambientación religiosa/antirreligiosa, que para el caso es el anverso y reverso de una misma moneda. El líder de Abismo toca una guitarra blanca de flecha, como las que uno conoce de tantas y tantas formaciones netamente heavies, lo que aumenta la estupenda paradoja de este proyecto sin ataduras de estilo ni estética.

Particularmente importante resulta el papel del guitarrista Iván La Perra, que en directo parece un hombre orquesta que igual te maneja las seis cuerdas que toca el teclado o hace magia con el Theremin del piano eléctrico. Todo un espectáculo verle hacer tres cosas a la vez -más los coros incluso-, mientras por detrás ponían orden y controlaban la máquina el bajista Imanol Mictlán y el batería David Empalador.

La ceremonia tiene momentos en que la luz permea el ambiente oscuro perseguido por Abismo, como durante la interpretación de la más convencional “Cuchillos afilados” o la inevitablemente divertida “Oh Señor”, una especie de gospel que fue saludado con aplausos sincronizados por parte del público presente en el sótano de este céntrico local madrileño -por cierto, y ya que estamos en ello, La Caverna debería aislar sus escaleras de acceso para evitar que abajo se cuele el horror de música que suena en su espacio superior-.

Este sábado de disfraces en las calles había comenzado con la apertura de los locales 57 Grados, un trío local que nos recordó a los mejores Deltonos, Los Enemigos o incluso Leño por momentos. Su propuesta de Blues Rock y un garajero Rock and Roll de club tan correoso como sencillo y efectivo convenció a una audiencia muy heterogénea. Pese a contar ya con varios discos (“De Andar Por Casa” –single a single desde 2020-, “Inmunes” -2017-, “Paramnesia” -2014-, “Múltiplos de Cero” -2013- y “Se ha Acabado el Carnaval” -2010-), desconocíamos por completo la música de este competente combo de música de Club, al que apuntamos en la lista de los “debes”.

Leo Cebrián Sanz

Fotos: Estela Díaz Gil («La Mansión», Onda Merlín -Madrid-)