Hace justo un año, nuestro director Jon Marin y su esposa Cihuatl Zúñiga estuvieron unas semanas en el Foro y tuvieron la oportunidad de volver a ver a su “familia” musical madrileña en el evento que todos los finales de diciembre nos reúne en torno a Miguel Oñate. El cantante y antiguo vocalista de Asfalto ha conseguido algo de lo que muy pocos pueden presumir: crear una tradición.

Una vez más, la cita no fue sólo artística, sino una oportunidad de concordia y celebración de las que pocas nos regalamos los rockeros madrileños. Hubo muchos músicos “del ramo”, como Óscar Sancho y Gema -respectivamente Lujuria y Tötenwolf-, Carlos Pina (Pánzer), Daniel Moreno (Coz, P.I.N.A.), José Martos (ex-Barón Rojo, entre una vida de bandas y proyectos), Pedro Fuentes «Bronson» (Sake Mate) y Luis Garcés (Rojo Fuego), así como compañeros de los medios especializados y el «cuerpo de élite» del público habitual que siempre está ahí en los directos, ya sea entre semana o en la punta más recóndita de la ciudad.

Por suerte, Miguel Oñate tuvo unos de esos días de luz que siempre nos reconcilian con este “Curro Romero” del Classic Rock español, que como el torero sevillano es capaz de lo mejor… y de lo no tan bueno, especialmente cuando le invitan a colaborar en conciertos ajenos. El día que el artista está con ganas e inspirado roza la perfección y transmite esa calidez y capacidad de matices que le han convertido en una de nuestras mejores voces. Y el viernes previo a la Nochebuena de 2022 va a aquedar como una de esas noches de gloria.

La banda que le acompañó era para llevársela a casa y que no nos la toquen, porque sus cuatro apoyos en los instrumentos realizaron su función con una sobriedad muy adecuada -modélica, diría yo- a la hora de adaptarse al maestro. El legendario Guny de Asfalto estuvo al bajo, Javier Bermejo a la guitarra, Paco Morillas a la batería y Carlos Pastor al teclado.   

El repertorio de Oñate siempre está felizmente condicionado por sus dos fastuosos álbumes con Asfalto, por lo que Miguel introdujo los mejores temas de aquellos tres prolíficos años: “Contra reloj”, “La paz es verde”, “Más que una intención” -los tres de un tirón- y la postrera “Nada, nadie, nunca”. Sus éxitos particulares tampoco faltaron, siendo los títulos más celebrados “Señorita depresión”, “Esa camarera”, “Crisis” y “El bar de Katy”. El resto de sus canciones propias comenzó con la serie de “No puedo esperar”, “Adivinos”, “La torre de papel” y “El astuto”, a la que se sumó “Contradicción” en la segunda parte del concierto.

Antes de la lluvia de confeti con la que los músicos nos regaron desde el escenario, Miguel nos había sorprendido con un par de versiones: “Para la libertad”, en homenaje a ese Joan Manuel Serrat que en estos días pone fin a su trayectoria en directo, y “Guiándome”, la adaptación al castellano del ‘Show me the way’ de Peter Frampton. El “Villancisco” más castizo de la historia que cantó Oñate debería ser adoptado como la canción navideña de nuestra escena, ahora que el paso de los años parece haber dejado algo olvidado aquel «turrón de Marruecos» de los Raza del Flaco Barral.

Leo Cebrián Sanz