Necesitamos más bandas como Daily Dreamers, músicos que conviertan sus discos en un auténtico viaje con infinidad de matices y texturas acústicas y eléctricas. Desde su primera pista, ‘I don’t know’, los madrileños dan salida a sus múltiples influencias y estilos afines, que oscilan entre el Pop más sofisticado, el Rock con desarrollos progresivos, las músicas negras (Soul, Funk…) e incluso un cierto aire de Jazz. Cada canción invita a las segundas interpretaciones, fruto de nuevas escuchas que permitan descubrir al oyente las numerosas capas que constituyen el complejo estilo de DD.

La expresiva voz de Ana Jiménez parece atreverse con todo, gracias a un acento inglés bastante razonable, mientras que sus compañeros llevan el formato de canción a algo más que un puente y un estribillo. El otro gran puntal de Daily Dreamers es sin duda su guitarrista Miguel Beneyto, que aporta elegancia y originalidad a unas composiciones que pueden acariciar al oyente hasta mecerlo en una nana o bien ponerlo a prueba con la energía y contundencia de las partes más rotundas.

Las estructuras que maneja el quinteto no son sencillas, sino detallistas, y sorprenden a cada paso por giros inesperados en su desarrollo. Los violines introductorios de ‘A kiss is enough’ es sólo uno de los ejemplos más evidentes de cómo incorporan elementos enriquecedores a sus letras y músicas. ‘Hooked on blues’ le da una vuelta rítmica el estilo que preside su título, mientras que ‘Dance that funk’ es un magnífico ejercicio de estilo que perfectamente podríamos haber encontrado en el último disco de Red Hot Chilli Peppers.

‘The hills’ da un puñetazo en la mesa, mientras que ‘Silence’ vuelve a cambiar de registro para ofrecer la faz más intimista del grupo. Algunas partes de ‘Confuse’ suenan incluso psicodélicas y evanescentes en su escalonado planteamiento, como prolegómeno a la postrera y acelerada ‘Dependence’.

El bajista Nico Acuses, el batería Carlos Badanelli y el teclista Juan Riera completan esta formación de Pop-Rock con tendencia a los sonidos y sensaciones más pegadas a la piel, que son siempre las del ritmo y el baile. Música valiente de partitura culta y elaborada, donde no caben los coros innecesarios ni fórmulas que los hagan convencionales o previsibles.

Leo Cebrián Sanz