Desde el pasado viernes está disponible para el público un nuevo disco de una de los nombres fundamentales del Heavy Metal moderno en España. Su decimosegundo álbum en estudio se titula «Berlín», aunque en principio su temática no guarde relación alguna con la ciudad alemana. Tanto la portada como el diseño artístico del reincidente Víctor García-Tapia remiten a la nieve y el frío, siendo por lo tanto este mes de noviembre un momento muy propicio para su lanzamiento.

El álbum fue presentado a los medios especializados el pasado miércoles 22 de noviembre en la sede madrileña de la entidad de gestión de derechos AIE (Artistas, Intérpretes y Ejecutantes). Los cinco componentes de la banda estuvieron presentes en este estreno de gala: J. Molly a la voz, los guitarristas Luis Tárraga y Ken HC, el bajista Álvaro Tenorio y el batería Paco Sánchez. La formación se mostró muy relajada y parece más unida que nunca, como corresponde a una incesante actividad en directo que ha forjado al colectivo como una cuadrilla indestructible.

Las nuevas canciones de Molly y compañía responden esta vez al patrón de la experimentación controlada, confiando en las modulaciones, efectos electrónicos y sintetizadores analógicos que Pao Durán ha aportado en algunas de las partituras. Sus once canciones comienzan con la pegada KO de «Persiste, insiste, repite», un grito a cielo abierto que no da tregua desde el segundo uno. La dupla compositiva de Molly y Tárraga nivela la intensidad en la posterior «Tu destino», aunque lo hace con uno de esos clásicos interludios de la casa que remontan en gutural en un mínimo parpadeo. La tercera pista es «Eclipse», un adelanto del álbum poco representativo, ya que se inserta en la línea más tradicional de Hamlet. «El principio de un comienzo» vuelve a tirarnos a un pilón de agua fría… o a la sensación de una ducha helada cuando nos equivocamos de mando.

Mucho más acertada para la promoción de «Berlín» ha sido el videosingle de «No sé decir adiós», ambientado en el mundo del skate y las camisas de cuadros que tanto gustan a los amantes del half-pipe. Aquí también hay subidas y bajadas, cual tabla sobre las rampas de un parque de patinaje a cuatro ruedas. Y es que Hamlet, pese a que algunos de sus músicos peinan canas, no se queda atrás en esa senda del nuevo Metal que tanto está gustando a las generaciones que llenan el Sonisphere. Nos referimos a referentes locales como Toundra o Somas Cure, pero también a esos otros extranjeros que tan ancho han hecho el puente entre el Deathcore y el Emocore. En definitiva, toda una proclama por esa «Libertad» -artística en este caso- a la que dedican uno de sus títulos. «Cada día un día más» sostiene la crispación, aunque más que ira lo que transmite es desahogo… Mírenlo desde este punto de vista: son 300 euros que se ahorran por sesión de psiquiatra, y seguro que se quedan más a gusto.

Los tradicionales vaivenes emocionales de los madrileños vuelven a tocarte «la patata» con «Héroe», una pieza melodramática y violenta en la que introducen la casi imperceptible voz femenina de Laura Rubio, cantante de los desparecidos Garaje Jack. La parte final de estos escasos pero al tiempo extenuantes y densos 44 minutos se sustancia en tres pistas: la rápida y directa «Abandonáis», la transición de «Salvajes» y «Vulgar», un número que va a entrar fijo en su set-list por ser la más llevadera y rítmica del disco.

Las once canciones han sido registradas en los Sadman Studios con Carlos Santos -con quien repiten experiencia en la grabación- y la propia banda al control del resultado final. El trabajo de Santos se integra de lleno en esa lista de ingenieros españoles que van marcando un estilo propio de producción, en la mejor línea del currículo de los grandes creativos de la mesa de sonido en cualquier otra parte del mundo «metalizado». Durante la rueda de prensa los músicos expresaron además su reconocimiento a la labor de mezcla y masterización de Will Putney en los Graphic Nature Studio.

Hamlet siempre han estado ahí y se merecen el máximo respeto por una carrera que nunca ha flojeado. Salvando las distancias, son como Mötorhead. Habrán estado más o menos afortunados, pero nunca han hecho un disco malo. Les recuerdo a finales de los años 80 o comienzos de la siguiente década en la madrileña sala Revólver riéndose de su propio sambenito de adalides del Hard Rock melódico con una versión endurecida de ‘The final countdown’. Sus cambios de estilo generaban controversia, pero la banda seguía su propia senda. Desde entonces a hoy, el grupo ha conseguido que la audiencia metalera se acostumbre y respete sus dotes para la inquietud y el cambio permanente, siempre dentro de unos cánones que ellos mismos han limitado a su manera.

 

Tampoco han escondido la cara cuando han ido a por ellos: aún estaba abierta la sala Canciller de San Blas cuando allí mismo les tocó defenderse de las acusaciones de machistas por un tema como «Jodido facha» y hasta de fachas en sí mismos por un desafortunado bulo nacido en un fanzine -porque amigos, haters no sólo ha habido desde la llegada de las redes sociales-. Si hasta Molly sobrevivió a ser portada de la prensa del corazón cuando su pareja era Pilar Rubio, de qué no serán capaces estos cinco resistentes del Metal sin ataduras. Porque los grilletes de los clichés ya se los han quitado, eso seguro…

Leo Cebrián Sanz