La gestión del alcalde de Pamplona, Joseba Arisón, es frecuentemente criticada por buena parte de la derecha y socialdemocracia española por ciertas posturas extremistas del grupo político al que representa: Euskal Herria Bildu. Sin embargo, el representante abertzale se ha apuntado un tanto con una decisión con la que todos parecen estar de acuerdo: desterrar del mágico momento del «chupinazo» a los concejales de los distintos partidos representados en el consistorio.

No ha sido un mérito exclusivamente suyo, dado que la elección recae desde 2015 en los propios ciudadanos navarros, que acabaron hastiados de tanta manipulación política y prefieren ver rostros más amables en la balconada de su Ayuntamiento. De hecho, en los años previos a la llegada a la corporación de su actual regidor la tendencia ya había comenzado a cambiar con el ostracismo de los ediles y la visibilización de otros agentes de la sociedad navarra.

El minuto uno de las fiestas de los Sanfermines era pues una ocasión más de conflicto social, hasta que hace dos años se decidió que definitivamente serían los ciudadanos los responsables directos de elegir a la persona o personas que lanzasen el primer cohete. En 2016 el privilegio correspondió a Jesús Ilundáin Zaragüeta ‘El Tuli’ , un veterano personaje local muy unido a la fiesta pamplonesa. Este curso han vuelto a ser los vecinos quienes han optado por ser representados por un colectivo o personalidad afín, y hay que decir que celebramos su sabio criterio.

El 6 de julio ha habido Rock and Roll en el Txupinazo, ya que los protagonistas han sido Leire Zabalza e Ibai Ganuza, dos de los componentes del grupo Motxila 21. Esta formación de doce jóvenes músicos con Síndrome de Down es fruto de la iniciativa de la Asociación que les representa, y cuyo éxito popular es la consecuencia directa de un trabajo bien planificado y mejor resuelto. La banda comenzó a funcionar en 2005 gracias a un ayudante de saxos (Borja) y una acordeonista (Ainhoa), que unieron sus fuerzas para dar salida a la inquietud artística de sus hijos. Con posterioridad se sumaron Mikel (dirección y platos), Ainhoa (bajo) y Maribí (timbal)

La banda de percusion recabó pronto el interés de otros músicos que también querían colaborar, como el guitarrista Andoni (The Yakuza’s Band), Eva García (percusión), Carmen Asa (saxo) y Enrique Villareal «El Drogas», con quien aún mantienen una buena relación. De hecho, el propio Ibai participó en su disco en directo «Un Día Nada Más», editado en 2016. La Navarra rockera no tardó en demostrar su solidaridad con la causa de la integración y Eduardo Beaumont «El Piñas», bajista de Marea, se convirtió así en su segunda cara conocida para el rockerío del resto del país.

Comenzaron entonces los primeros cambios en la nutrida agrupación, siendo el definitivo bajista Gabriel Gainza, tras la entrada previa del guitarrista Andoni Zilbeti, Javier Ganuza a los timbales y Mirian Razkin como ayudante de saxos. Por fortuna, la presencia de «famosos» sólo ha beneficiado a  Motxila 21, sin quitar protagonismo alguno a los chavales y chavalas que han convertido el proyecto en un ejemplo perfecto de cómo romper barreras tanto sociales como artísticas.

Desde su primera actuación el el Teatro Gayarre de Pamplona han sido muchos sus conciertos en su Comunidad Foral y algunas provincias cercanas. Algunos de los logros de Motxila 21 han sido la grabación de un videoclip en mayo de 2012 con su canción más conocida («No somos distintos») -o como ellos lo califican, «un LipDub que no es un LipDub»-, una gira de seis conciertos en Londres y hasta un documental que hemos podido ver en Televisión Española. Realmente, asombra y complace la capacidad de las buenas iniciativas de alcanzar metas cada vez más altas cuando la voluntad de tanta y tan buena gente apunta en la misma dirección…

Leo Cebrián Sanz