El hombre, la mujer y todas las especies y géneros que lleven los nuevos aberrantes y ridículos inventados artículos ‘l@s’, ‘lXs’, ‘les’, ‘lis’ y ‘lus’ deben leer de todo, por lo que pueda pasar. Así que, hace unas semanas, echando un vistazo al diario La Razón me topé con un artículo de Sabino Méndez en el que recordaba la muerte de Javier Krahe hace cuatro años, el autor –además de músico relacionado a Loquillo- aseguraba que “las canciones de los años cincuenta, sesenta, setenta y ochenta cambiaron el mundo”.

En los cincuenta dicen que nació el Rock, en los sesenta se desarrolló y fue abriendo en ramas y estilos, en los setenta… ¡joder, los setenta!: Black Sabbath, Rainbow, Deep Purple, Alice Cooper, David Bowie, Kiss, etc. Y en los ochenta a los heavies o metaleros y los que somos hardrockeros la música nos hizo vivir y disfrutar de manera envidiable para generaciones posteriores, o eso quiero creer. Sé que Sabino no iba por el mismo camino pero yo lo agarro por donde me sale.

Él iba más por la canción que protesta, busca y exige cambios más o menos radicales y, sobre esa senda, Méndez sentencia que “en los noventa, el último que llamó la atención del público pidiendo modificaciones de ese tipo fue Kurt Cobain”. Aquí es donde tuerzo el gesto, pues ya sabéis que el glamero al que le roban sus pinturas y mejores prendas para cambiarlas por melenas descuidadas y camisas a cuadros de leñador o camionero estadounidense, se cabrea al escuchar la palabra Grunge.

El artículo sobre el que intento glosar, tras unos párrafos, vuelve a ganar mi simpatía cuando el guitarrista ‘troglodita’ escribe que actualmente “las músicas populares que consiguen notoriedad tratan sobre regiones glúteas…” y que “el conjunto de la producción musical se empobrece y va disminuyendo la proporción de inquietos mientras aumenta la de retrasados”.

Sí señor y ‘muerte al reguetón’, que decía el otro. Aunque, ahora que lo pienso, no sé qué rumbo deben tomar mis letras y pensamientos en lo que resta de artículo cuando me fascinan Mötley Crüe, su música y loco modo de vida; me siguen encantando portadas como “Lovehunter” de Whitesnake, “Invasion of your privacy” de Ratt o la de aquel “Slippery when wet” de Bon Jovi, así como me parecen geniales las de “Amorica” de Black Crowes, “Mother´s milk” de Red Hot Chili Peppers y, claro, la antológica de “Appetite for destruction” de Guns N´ Roses. Súmale que de vez en cuando me sumerjo en la revisión de videoclips de Van Halen o de su cantante David Lee Roth en solitario, tan divertidos como ridículos vistos hoy, y ya no sé por dónde tirar. Así que firmo y espero haber abierto otro tema de conversación en Facebook ya que pedirla en la barra de un bar se antoja casi imposible en estos tiempos de paridad, igualdad y plena inclusión.                                                                                                                                                                                    Jon Marin