En esta primera parte de la entrevista vamos a conocer los inicios de Chus León y cómo nacieron sus primeras inquietudes musicales hasta llegar a su primer disco en solitario, “Nacida para soñar”, de 2013.


por Jon Marin


¿Cómo y cuándo se podría decir que descubriste la música y tu afición por cantar?

-Desde que era niña en el salón de mi casa. Solía ponerme el tocadiscos y un escuchar montón de elepés que compraba mi padre. Cuando terminaba de comer, me tumbada muchos días en el sofá a disfrutar del “concierto número 21 a piano” de Mozart. Otras muchas veces escuchaba a Billie Holliday, Mari Trini, Cecilia, Carole King, María Dolores Pradera, Toquiño, Los Beatles, Neil Young o Van Morrison. En general, escuchaba todo lo que llegaba profundo a mi interior. Me ponía a cantar y a hacer playback cuando no me veían en casa. Me sentía feliz, libre, transportada a otro lugar. ¡Era mi momento! El espacio donde la vida o yo misma, siendo adolescente, no me ofrecía trabas para sentir y ser como era.

Pasaste una etapa de tu vida en Estados Unidos, en los ochenta y noventa. ¿La razón? ¿Qué carrera artística desarrollaste allí?

-En 1986 terminé mi licenciatura para ser maestra de primaria y estaba estudiando en la Universidad de Ciencias de la Educación. Por una serie de motivos personales, dejé la universidad para irme a los Estados Unidos porque me surgió una beca como ayudante de español en una escuela primaria en St. Paul, Minesota. En aquellos años seguía también trabajando y estudiando en la universidad americana y, después de terminar, me marché a Miami un año y regresé a España. En esta etapa comencé a componer un montón de temas que se fueron quedando en el cajón de sastre y que luego volvieron a la luz en alguno de mis álbumes. Volví a irme a los Estados Unidos en los noventa como maestra de una escuela americana en el distrito de la Alhambra en Los Ángeles, California. Por aquel entonces, conocí a un gran guitarrista americano que me impartió clases de guitarra y me animó a tocar en algunos bares del distrito de Pasadena. Yo seguía componiendo temas en español e inglés.  

¿Cuándo regresas definitivamente a España? ¿En qué momento formas Oneyda D.F., tu primera banda?

-En el año 1998 regresé a España, trabajé en diversos ámbitos profesionales y regresé a la educación. Me establecí en los bellos parajes de la sierra madrileña y seguía recibiendo clases de guitarra con otro gran guitarrista: Álvaro Cedillo, con el que toqué en algún bar de la sierra madrileña y comencé en realidad mi primer álbum-maqueta, “Al salir el sol”, un proyecto que no llegó a publicarse, pero que inspiró mis siguientes álbumes. En esos momentos conocí a mi marido, Mariano Gómez, que nada más tener nuestro primer hijo me animó a crear mi propia banda. Encontré entonces una amalgama de interesantes músicos por la sierra que se animaron a poner vida a mis composiciones y con los que disfruté muchísimo tocando en directo en diversos escenarios de Madrid durante varios años. Ese fue el origen de Oneyda D.F., nombre que me recordaba de alguna forma ese espíritu indio americano con el que me siento emocionalmente muy ligada.   

Te lanzas como solista, o ya con tu nombre y apellido, con el disco “Nacida para soñar” en 2013. ¿Cuál es la razón?

-Hay varias razones por las que me animé a lanzar este primer disco. En primer lugar, llevaba muchos años trabajando en locales de ensayo y haciendo directos. Pensé que era el momento de dejar plasmado un recorrido de temas compuestos que, de otro modo, no verían la luz y no podrían ser conocidos. En segundo lugar, mi padre se estaba muriendo y junto al libro “Mae”, que surgió en aquel momento, su complemento era esa música creada que tanto le había enorgullecido a mi gran héroe.   

¿Qué recorrido tuvo aquel CD y qué reacciones recibiste de prensa y público?

-Tuvo buena aceptación y, ante todo, un extenso recorrido en directo porque lo presenté en varias salas y me llamaron para hacer entrevistas en numerosas radios. La prueba son mis vídeos promocionales, gustó mucho el tema “Camino en la oscuridad”.  

Creo que se vendió junto a tu libro. ¿De qué trataba la obra literaria?

-Sí, “Mae” tuvo muy buena aceptación y no solo se ha vendido algún ejemplar en España sino también en Francia o Alemania. Es bello pensar que lo creado haya volado y caído en otras miradas que puedan disfrutarlo. Al fin y al cabo, ese es el objetivo de todo lo creado, entregarlo al mundo de alguna forma. En “Mae” cuento una historia, un relato de una niña-mujer, su tribu y personajes, que se mueven entre el mundo tangible y otro imaginario, aunque no menos real. Refleja el sentimiento de alguien que sufre, busca y espera encontrar cierta luz, cierto sentido al final del camino. De alguna forma, “Mae” se identifica con mi espíritu más profundo, con mi raíz en la naturaleza, ensoñaciones que de niña me transportaban a un lugar donde todo era posible con sólo imaginarlo. Es una mezcla entre misticismo y realidad.

(Continuará).