El revulsivo con el que empezó y se desarrolló la década rockera de los noventa en España fue Extremoduro. La poesía marginal de sus letras y una instrumentación sencilla pero sentida fueron convirtiéndoles poco a poco en un fenómeno sociológico que hundía sus raíces musicales en la herencia directa de Leño y Barricada. En sus primeros años, todo en Extremoduro giraba en torno a la actitud apasionada y vehemente de su líder Roberto Iniesta, un personaje dotado para las luces y sombras del capricho paranoico y la creatividad genial. Ya por entonces cada una de sus canciones equivalía a un estado de ánimo, a un viaje por lo más oscuro del ser humano, de sus contradicciones y miserias, pero también de su capacidad para crear belleza y emoción donde no la hay.

La prehistoria de los “Extremo” se remonta a comienzos de los años 80 en Plasencia (Caceres), ciudad natal de Roberto Iniesta Ojea, compositor único, cantante y guitarrista de los futuros Extremoduro. Robe apenas pasaba de los 18 años cuando montó sus dos primeros grupos. El primero ni siquiera tuvo nombre y el segundo fue Dosis Letal, del que recuperó el tema “La carrera” para su disco «Agila». A finales de 1987, Robe se lió la manta a la cabeza y organizó su primera historia en compañía del bajista Kaito y el batería William. Grabaron su primera demo en Madrid, con sólo dos piezas: “Extremaydura” y “Romperás”. Un año después cambió la formación y entraron “Salo” al bajo y Luis “Von Fanta” a la batería.

La edición definitiva se pudo registrar gracias a la generosidad de los clientes y amigos de Robe y su bar Simetría, que adquirieron vales de mil pesetas (6 euros) para adelantar los gastos del estudio y tener una copia gratis del primer disco una vez publicado. En total, 250.000 pesetas (1.500 euros). Los nombres de los benefactores pasarán a la historia en la contraportada de su debut en vinilo de larga duración. Antes de su estreno discográfico, Extremoduro ya había sido noticia. Robe apareció haciendo un playback de “Extremaydura” para el programa de televisión ‘Plastic’, un viernes por la tarde en el primer canal de TVE. ¿Quién era ese tipo con túnica de profeta y corona de espinas transmutadas en cadenas? Media España quedó intrigada ante esta explosión de provocación y frescura.

La aparición de «Rock Transgresivo» (1989) -subtitulado «Tú En Tu Casa Nosotros En La Hoguera»-, estuvo precedida por una rocambolesca historia. Robe tuvo que adelantar ese cuarto de millón de pesetas para poder costearse la grabación apalabrada con Avispa. El trabajo en el estudio se efectuó en apenas una semana… y bien que se notó. El sonido fue deficiente, pero la recuperación de la primera maqueta permitió que aquél mejorase sensiblemente para su posterior reedición por DRO con el definitivo título de «Rock Transgresivo». Esa primera tirada pasó desapercibida por la desatención de Avispa, lo que afectó de lleno a la contratación del grupo -que inclusó bajó en número de conciertos respecto a su etapa amateur-.

«Rock Transgresivo» ofrecía a unos Extremoduro en su estado más primigenio, recién salidos de la caverna, como bestias enfurecidas sin contacto anterior con la sociedad que les recibe. Al haber nacido de la rabia, y so pretexto de perderla, Robe escupía sus odios de «verso suelto» antisocial con la cabeza bien alta. A la hora de tocar su técnica era escasa, pero en el estudio daban el pego. Los desarrollos de sus canciones eran compulsivos, sin ataduras de estribillos ni solos gratuitos. Tan pronto aguantaban la tensión de una letanía de dolor como se arrancaban con folclore extremeño.

El disco pasó desapercibido por la desatención de Avispa, lo que afectó de lleno a la contratación del grupo -que inclusó bajó en número de conciertos respecto a su etapa amateur-. Una polémica con las dietas que la independiente madrileña debía pagar para su segundo álbum terminó por enrarecer la relación con su discográfica, por lo que buscaron acomodo en Pasión Área Creativa. El grupo se autofinanció la grabación y la disquera lo editó y distribuyó. La cuarta pata de Extremoduro la puso Carlos “El Sucio”, cuyo bajo desplazó a “Salo” hasta la guitarra solista. Robe la abandonó para centrarse en cantar y acompañar con sus seis cuerdas la pauta de su compañero.

Cuando apareció «Somos Unos Animales» (1991), la leyenda de Iniesta en Extremadura y Andalucía ya empezaba a crecer enteros. Su repertorio estaba lleno de canciones de amor a ras de suelo, de crónicas personales sobre las drogas y, sobre todo, de un lirismo indiscutible que conquistaba a quienes por primera vez escuchaban poesía musicada. El estilo único de Extremoduro abría una nueva etapa de creatividad musical bajo los dictámenes del Rock Urbano español más pétreo. Y en efecto, Robe hacía Rock Urbano, pero Rock Urbano “de pueblo”, con bulerías rabiosas y ambientes rurales y nada sofisticados.

Para que nadie se llamase a engaño de la inspiración directa, en este disco Rosendo colaboró en dos cortes: cantando en “La Canción De Los Oficios” y tocando la guitarra en “Perro callejero”. Otros temas destacados fueron “Tu corazón”, “Ni príncipes ni princesas” o la autobiográfica “Necesito drogas y amor (Los camellos no me fían)”. En «Somos unos Animales» el abanico de argumentos tratados también se abría a otras cuestiones más coyunturales, como el «V Centenario» y esa “J.D. La Central Nuclear” que tan de cerca conocían sus paisanos de región.

Robe volvió a demostrar que, aun sin formación académica o universitaria, sabía utilizar todo tipo de recursos estilísticos y de dicción, de los que cualquier escritor que se precie hace uso y abuso. Su dominio del lenguaje era sorprendente, utilizando a diestro y siniestro metáforas y silogismos muy originales.

Esta primera etapa se cerró con incidencias más prosaicas. Mientras preparaban el segundo álbum, los cuatro músicos registraron una demo que años después vio la luz como «Maquetas ‘90». Fue una jugada poco afortunada de Avispa. La independiente no dudó en rescatar una grabación con las composiciones de los dos primeros discos de Extremoduro para sacar un extraño recopilatorio que no era tal. Robe comentaba las tomas con la espontaneidad propia del ensayo, pero obviamente las canciones eran meros borradores. Por si fuera poco, Avispa también editó una cinta titulada «Como Animales», que aun presentando la portada del segundo disco contenía las canciones del primero.

Ambos asuntos enfurecieron tanto a Iniesta que el autor inició una campaña que duraría años en contra de lo que el llamaba “el abejorro”. El autoproclamado «Rey de Extremadura» animaba a sus seguidores a no comprar este primer LP, y ya de paso tampoco el segundo por sonido defectuoso. Desengañado de la industria, a Robe se le abrió el cielo con su fichaje por DRO.

Leo Cebrián Sanz