Fue en octubre de 2020 cuando este medio publicó sendos artículos que abordaban y resumían la larga carrera profesional de José María Esteban. Ambos respondieron al mismo encabezamiento: «Historia viva del periodismo español» y se completaron con la reseña de su libro «Gracias por estar aquí. Historias de la Movida alicantina». En homenaje a la obra y legado del gran «Inspector Pectol», hemos reunido su semblanza vital y profesional en un único documento.


Su nombre resulta desconocido para el gran público, pero quien firmara como «Inspector Pectol» fue uno de los testigos y protagonistas directos de la revolución cultural y musical de los años 70 en Barcelona

Pocas veces un medio habla de otro medio, y pocas veces los periodistas o críticos especializados son objeto de recuerdo o tributo por parte de otros colegas de la escena. Pero amigos, si por algo nos distinguimos es por romper las normas y abrir nuevas vías para el conocimiento de nuestra historia. En este caso la persona a la que rendimos homenaje es una auténtica leyenda del periodismo musical español: José María Esteban.

Nos desplazamos hasta Alicante para hablar con él. Fue en un rincón del Parque de Quijano y la charla dio para un animado recorrido por sus cuatro décadas como divulgador musical. La personalidad de José María se ha multiplicado en otras muchas facetas, como la de escritor de ficción, compositor, productor o manager. Sin duda un personaje polifacético, que nos traslada a una España en la que culturalmente todo estaba por hacer o renovar.

De su Melilla natal a Granada, y de ahí a Lérida, donde fragua su pasión por la música en general y el Rock en particular. Su trayectoria como periodista musical comienza en el diario local de dicha ciudad, mientras en Barcelona estudia Periodismo y solfeo y piano en su Conservatorio municipal. Su otra devoción será el flamenco, una filiación artística fruto de su estancia en Granada, que mantendrá en la Ciudad Condal. En paralelo, José María formó parte de algunos grupos de la onda progresiva layetana, aunque no llegó a encarar sus pasos profesionales hacia la música.

Esteban disfrutó a fondo de la Barcelona de mediados de los 70, el sitio más indicado para vivir con intensidad la contracultura del momento. También conectó con Madrid, donde aportaría sus artículos a publicaciones interesantes como «Apuntes Universitarios», más tarde convertida en «Ozono». En ambas revistas escribió José María, como también lo hizo en Barna en la pujante «Popular 1». Para la publicación de Martín Frías y Bertha Yebra elaborará un especial sobre el festival de León del año 1976. La coincidencia con su promotor José Luis Fernández de Córdoba será determinante para que también termine escribiendo sobre flamenco en una revista de Rock como el «Popu».

La fusión del flamenco y el Rock era ya un hecho artístico, y la demostración fue lo bien que fue aceptado en Barcelona un artista como Manzanita, a quien Esteban se encargó de ubicar en el ambiente artístico catalán por petición expresa del cantaor Enrique Morente.

A su regreso del servicio militar obligatorio, el bajista Pedro Bruque -que a la sazón lo era del grupo de acompañamiento de Manzanita- le convence de que el Heavy es el futuro inmediato de la música. José María facilita entonces de manera indirecta el fichaje de Carmen García por Evo, la primera banda importante de Bruque. Su relación de amistad con Carmen y Pedro la aboca a una nueva condición de manager, siendo Evo uno de sus grupos, pero también el recurrente Manzanita, Lone Star o Los Rápidos, con Manolo García. Entre otras vivencias de aquellos agitados días, Esteban asistirá como testigo directo al encuentro de Quimi Portet y el futuro cantante de El Último de la Fila.

Esteban ha sido incluso personaje de cómic, el «Inspector Pectol», nada menos que en el celebérrimo «Makoki», el gran referente del cómic underground catalán. Sus correrías junto a los dibujantes Miguel Gallardo y Juanito Mediavilla les hicieron asiduos de la zona del puerto barcelonés, donde escuchaban con atención la jerga de los marineros. De ahí saldrán muchos de los términos y situaciones recreadas en los argumentos del personaje -«el enemigo público número 1», como cantaba El Zurdo en la canción de La Mode-.

No será su única vinculación al mundo de la historieta alternativa, ya que años después tendrá la oportunidad de implicarse en la revista «Rambla», que incluso llegó a tener una efímera cabecera musical: «Rambla Rock». En su grupo editor conoció al dibujante José María Bea, su favorito dentro del mundillo del cómic de vanguardia.

Ya como «Inspector Pectol» comenzó a escribir en la revista «Disco Express», sin dejar por ello de firmar en «Popular 1». Distintas publicaciones musicales o culturales de la capital catalana también difundieron sus textos, caso de «Vibraciones» y ‘Heavy-Rock’, en este caso como activo fundacional en Barcelona. Esteban estuvo presente en toda la génesis del proyecto de Vicente «Mariskal» Romero y durante la entrevista José María desvela detalles inéditos de cómo fueron aquellos primeros pasos.

Como muchos de sus coetáneos, José María también ejerció de «negro» literario, es decir, aquellos autores que en la sombra escriben las obras de otros escritores con nombre propio ya asentado en la industria. Fue autor de novelas románticas y ambientadas en el viejo Oeste, dando el salto a la autoría de letras para canciones gracias nada menos que a Enrique Morente. A Esteban no se le daba nada mal esta nueva faceta, pero prefirió vender sus creaciones antes que firmarlas y perder con ello el 50% de los derechos de las mismas. Un decisión de la que a la postre se arrepentiría, ya que algunas de sus músicas y versos llegaron a ser éxitos populares.


Tras sus años en Barcelona, el periodista encaró una nueva etapa en Alicante con el mismo ánimo y profesionalidad de siempre. Durante años fue el cronista oficial de todo lo que sucedía en la provincia en materia musical.

La segunda mitad de la vida personal y profesional de José María Esteban se ha desarrollado en Alicante, ciudad a la que llegó por una serie de casualidades. Una de ellas fue la constante referencia que músicos y compañeros de la prensa le hacían de Alfonso Peña, del grupo Acero. A raíz de un festival celebrado en la capital alicantina, Peña y Esteban traban una amistad que dura hasta nuestros días.

Las Olimpiadas de 1992 supusieron un antes y un después en Barcelona, lo que afectó a los supervivientes de la fecunda contracultura de los 70 y 80. La revista «Rambla» desapareció y muchos de aquellos protagonistas iniciaron una diáspora laboral. Uno de ellos fue José María, que repetirá en Alicante su activismo como periodista y manager, especialmente de Acero y Leviatán. También organizó la edición local del festival «El Heavy no es violencia», que su amigo Pedro Bruque había impulsado desde tierras catalanas.

Esteban entra a escribir sobre música en el diario local «Información» y se convierte en un personaje ubicuo, que participa de todo aquello que se mueve en la provincia dentro del panorama musical. Su popularidad es tal que incluso llega a ser objeto de un homenaje. Alicante fue una generosa tierra de acogida para nuestro protagonista. Esta hospitalidad se ha hecho extensiva durante las últimas décadas a músicos foráneos, como en su día Azucena, Salvador Domínguez, Ken Hensley (Uriah Heep) o el mismísimo Jason Boham, el hijo del mítico «Bonzo», batería de Led Zeppelin.

José María siguió vinculado al flamenco como manager de Buen Bajío, además de no perder el pulso en el periodismo musical más activo. Algunos de los colegas del oficio que han compartido experiencias han sido el ya desaparecido Sergio Balseiro y la joven January Ruiz.

Leo Cebrián Sanz