Nada mejor que un poco de música «cañera» para celebrar el 15 de mayo, festividad del patrón de la capital. San Isidro es uno de los escasos motivos que los madrileños tenemos para sentirnos parte de una misma comunidad e identidad colectiva, en una ciudad tan compleja y acelerada como la que cada día disfrutamos y padecemos a partes iguales. Pero ante todo estamos orgullosos del «Foro» y en estos días el ambiente en Madrid es de euforia y alegría, máxime cuando el tiempo ha respetado estos cinco días de festejos.

Ayer por la tarde hubo doblete musical con sendas citas en la Plaza Mayor y la Pradera de San Isidro. En la primera se celebró un festival organizado por la cadena de radio M80, en la que actuaron los británicos Immaculate Fools, los grupos Elefantes, Celtas Cortos y Gran Cañón. Éste último no es otra cosa que el proyecto paralelo de nombres muy conocidos del Pop-Rock español como el cantante Carlos Tarque (M-Clan), uno de los componentes de Los Zigarros y un insólito Leiva, que esta vez toca… ¡la batería! Al estar en casa contaron con la ayuda de colaboradores ocasionales como Alejo Stivel -actualmente en la enésima resurrección de Tequila junto a Ariel Rot- o Aurora, de Aurora and The Betrayers. El repertorio de Gran Cañón se basa en versiones de grandes clásicos del Rock -como AC/DC o ZZTop- y canciones más contemporáneas, como las interpretadas de Black Crowes o Jet.

Sobre las diez de la noche salimos disparados para la Pradera, donde una vez más Burning pusieron el sello del Rock and Roll autóctono a un recinto ferial lleno hasta los topes de un público de lo más variopinto -nos gustó ver a uno de los periodistas de moda, Jesús Cintora, dándolo todo con su camiseta de The Rolling Stones-. Estando en el Parque de San Isidro recordamos que hace algo más de un año se presentó un vídeo del que no comentamos nada en su momento, y que es todo un prodigio de moderno casticismo. Nos referimos a la peculiar alianza del rapero El Coleta y la banda Second Silence, que incluyó el tema  «Tomamos la calle» en su disco «Prosperidad», titulado así en honor el barrio del mismo nombre en el distrito local de Chamartín.

Chulapos con parches de Slayer y espaldera de Cannibal Corpse, litros de Mahou, coches de choque y atracciones de feria y hasta un conato de pelea que termina en confraternización entre la cuadrilla de Second Silence y el adalid del Rap Kinki. En definitiva, todo un homenaje a esos «gatos callejeros, gatos madrileños» a los que alude la letra de este curioso ejemplo de fusión entre el Hip-Hop y el Metal más incendiario.

Leo Cebrián Sanz