Había cierta expectación en la industria musical nacional por saber cómo se desenvolvería la experiencia piloto de una zona específica dedicada a los festivales en Fitur, la Feria Internacional de Turismo. Esta convocatoria ferial es una de las más destacadas del sector turístico a escala continental y la importancia de contar con un tratamiento diferenciado resulta muy significativa del crecimiento del negocio de la música en directo en España.

No existe en nuestro país un «turismo de festivales» como tal, principalmente porque la infraestructura de los grandes eventos no se corresponde con el trato y los servicios que en última instancia se dan a los asistentes a los «festis». Acudir a un macrofestival es muchas veces exponerse a pasar calamidades y privaciones, aun cuando es innegable que en los últimos años ha mejorado mucho la profesionalidad de las compañías que los organizan.

LosMejoresRock.com estuvo en Fitur durante la jornada para profesionales del pasado viernes y pudo comprobar in situ que el espacio reservado a los festivales ocupaba una de las esquinas del pabellón temático de América, con similar despliegue en metros cuadrados al destinado a la zona  del turismo gay.

Al tratarse de un primer año, los stands no estaban ocupados en su totalidad por empresas promotoras de festivales e incluso algunos se presentaban bajo el «paraguas» logístico de las entidades oficiales de la promoción turística de comunidades autónomas como la valenciana.

La Diputación de Jaén y el Ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife fueron dos de las instituciones públicas que también aprovecharon el escenario de presentación de los diferentes ciclos y convocatorias. El festival más presente y visible a ojos del visitante fue el Rock Fest de Rock ‘n’ Rock, que organizó varios actos promocionales en los que participaron periodistas especializados y músicos -incluso se programó un acústico de Mägo de Oz en el fin de semana de acceso libre para el visitante-.

A efectos prácticos, nos sorprendió mucho la ausencia de un buen número de festivales rockeros por todos conocidos, que quizás por lo inédito de la propuesta prefirieron no implicarse hasta que Fitur Festivales cuente con algo más de recorrido.

Otra de las notas destacadas fue la ausencia de público durante gran parte de las citas profesionales, que apenas llamaron la atención de los técnicos turísticos. Para quienes no lo somos, siempre resulta chocante escuchar a los especialistas en la materia referirse a los festivales como «productos». Quizás en esos casos sea más necesario que nunca que también opine y aporte su testimonio la clientela de los «festis», que a fin de cuentas es el nicho comercial al que se dirigen unos y otros.

Leo Cebrián Sanz