Hace unas semanas nos llegó el rumor de que uno de los más longevos y legendarios bares de Heavy Metal de Madrid había cerrado sus puertas. Fue a mediados de julio cuando algunos de los habituales de los Bajos de Argüelles, el lugar donde se ubica el local, comprobaron estupefactos que en efecto la actividad en el Lemmy era nula, sin aviso ni señal previa de que algo así pudiera suceder.

La noticia ha quedado oculta por el vacío informativo propio del verano madrileño, pero hoy por hoy la situación es la misma y no existe comunicado alguno que aclare los motivos de esta decisión. Su página de Facebook no registra actividad desde hace semanas y no hemos encontrado una sola mención a lo sucedido en foros o páginas especializadas.

Las elucubraciones y teorías se han disparado a raíz de que algunos antiguos clientes accedieran al interior de las instalaciones del pub, una vez comprobado que la puerta de entrada estaba semiabierta. Dentro del Lemmy el aspecto era desolador, ya que daba la impresión de que el local había sido destruido en gran parte. La ausencia del material propio de las barras y techos era más que evidente y los equipos de sonido habían desaparecido. La intencionalidad o no de los hechos es algo que no nos corresponde juzgar, aunque una simple observación permitía intuir que algún tipo de intervención no convencional había provocado semejante desastre.

Las últimas informaciones apuntan a la existencia de un embargo bancario, que en todo caso aún no se habría ejecutado como tal a efectos visibles. Este tipo de procesos judiciales suele finalizar con el tapiado del local, su reforma y posterior puesta a la venta o una casi segura integración de éste en el régimen de alquiler, dadas las características de la zona como centro de ocio nocturno.

Tras el cierre del primer We Rock, el Katiuska, la sala Excálibur, La Urbe del Kas, el Tyrant, el Hebe o el Jimmy Jazz, la noche madrileña ha visto sensiblemente mermada su oferta de lugares que sean punto de encuentro de la comunidad rockera de la ciudad. La falta de renovación generacional entre la clientela y la extensión de nuevas rutinas en el entretenimiento de consumo -como los canales de series y películas a la carta- están consiguiendo matar uno de los ambientes nocturnos más característicos de la capital.

Ojalá no tengamos que volver a dar cuenta de defunciones comerciales como las del Lemmy. La socialización en los bares musicales siempre ha sido uno de los valores que han hecho grande al Heavy en Madrid, por lo que cualquier retroceso en este sentido no hace sino empobrecer la propia escena musical de la ciudad.

Leo Cebrián Sanz