Con estas cosas nunca se sabe, pero queremos transmitir nuestro pequeño descubrimiento por si algún fanático de Iron Maiden puede iniciar la conveniente «línea de investigación». Ha tenido que ser un libro autoeditado el que nos pusiera sobre la pista de la que habría sido una de las colaboraciones más pintorescas del cine musical moderno. Los dos protagonistas de esta historia son Jess Franco, director de culto del cine español, y la banda británica del bajista Steve Harris.

Para quienes no conozcan al personaje, «el tío Jess» fue un realizador sin parangón en la industria nacional e internacional, ya que rodó más de 190 películas de todo tipo de géneros. Su modus operandi era bien simple: conseguir el mínimo presupuesto para poder rodar y lanzarse a ello con un equipo técnico de confianza, en el que muchas veces participaban personas de su entorno más cómplice, como su compañera y actriz Lina Romay, el actor Antonio Mayans y el compositor de bandas sonoras Daniel J. White.

Franco fue reconocido con el Goya de Honor por la Academia del Cine antes de su muerte en 2013, lo que por una vez sorprendió muy favorablemente a quienes amamos la cultura popular española más subterránea. Jess Franco era además un músico amante del Jazz, estilo que plasmó en las bandas sonoras de sus largometrajes. Su figura está vinculada al cine de explotación softcore o erótico, pero también el terror y el thriller. Incluso a mediados de los 90 tuvo sus devaneos con la música independiente, a la que entregó aquellas dos películas a las que dio nombre el grupo gallego de Silvia Superstar: Killer Barbies.

Jess habló de su frustrada colaboración con Dickinson y compañía en una entrevista en 2003 en el fanzine «2000 Maníacos» y seis años después lo hizo en la revista «Popular 1». En el primero respondía sobre su intención de realizar una nueva versión de uno de sus clásicos, «Gritos en la noche», y lo hacía en los siguientes términos: «Lo que sí que tengo es la música grabada, de los Iron Maiden (…) Te lo juro. Bruce Dickinson ha grabado para mí un disco cojonudo, la puta hostia. Los Maiden eran fans míos de algunas de mis películas de terror, y cuando les comentamos la idea se pusieron a trabajar enseguida y me mandaron una maqueta. Tienen material completamente nuevo, y ya está grabado y todo. Están esperando que ruede la película para lanzarlo a nivel mundial. Incluso he cambiado algunas cosas del guión para que esté más acorde con la música».

Ya en 2011, Diego Canós firmaba el libro «Jess Franco: una cámara y libertad», en el que el carismático cineasta volvía a referirse a este proyecto tan aparentemente imposible: «Lo que ocurrió con la peli que iba a hacer con los Iron Maiden es que los productores no querían hacer cine con ellos, lo cual es enfermizo. Porque habría tenido éxito. Te estoy hablando de hace unos diez años, pero los productores se acojonaron. Quizás ahora, si algún productor joven se atreviera, todavía se podría hacer, creo yo… y muy bien. Pero de haberlo hecho en aquel entonces, no pienso que hubiese pasado lo mismo que con ‘Killer Barbies’ -que fue la rehostia en cuanto a éxito-, pero podría haber tenido muchísimo más, con que se hubiesen molestado en gastarse tres duros en publicitarla».

Leo Cebrián Sanz