Es habitual verle metido en fregaos literarios y musicales, aunque en esa ocasión ha editado un cuento libro -“Bailar, se trata de eso”- para los paladares exigentes en calidad literaria y personalidad musical.

Vayamos al aspecto literario: se trata de un cuento tierno y crudo, digerible por la sencillez de su lenguaje en el que se narra la historia de una pareja de jóvenes ciegos y sin hogar que se acercan a la pubertad y se aferran al baile (su modo de vida) y a los sueños.

Mis obsesiones me llevan a comparar el texto con los tiempos actuales, en los que un maldito virus y un grupo de dirigentes coaccionan nuestra vida. Habrá que bailar para no caminar en la línea recta marcada y bosquejar una libertad que cada vez está más en peligro… Y tendremos que dejar que nuestros sueños nos amparen en los tiempos difíciles y nos encaminen hacia un futuro mejor.

Respecto a la parte musical, el disco lo conforman seis temas ejecutados por su banda habitual, “Los Turrones”, amén de valiosas colaboraciones. Como de costumbre, el Kike y sus secuaces se salen casi siempre de los patrones habituales del Rock Estatal, permitiendo que cualquier sonido enriquezca las canciones. Entre ellos, podríamos hablar de ritmos latinos o pachangueos que podrían sonar en las añoradas orquestas de pueblo (¡cuánto echamos de menos las fiestas populares!).

Sin embargo, la esencia del Rock está presente en la crudeza, la aspereza y en ese espíritu rebelde, que ha acompañado a nuestro artista desde que, en la década de los 90, iniciase su andadura en fanzines y en grupos de Punk afincados en la barriada madrileña de Hortaleza.

Javier del Valle