Segunda parte de dos, en la que doy visibilidad a un nombre propio, a una persona en la función de docente, que está muy sensibilizado con la filosofía rockera. Hasta tal punto fue así, que Miguel llevó este espíritu a las aulas, donde impartía clases de matemáticas, física o ética.

Todo eso ocurrió a pesar de su enfermedad «rara», la retinosis, ignorada por el gobierno de turno como otras tantas existentes. La retinosis no le ha impedido luchar en la vida, hasta el punto de escribir varios libros e incluso producir un documental basado en el último de ellos. Siempre apoyado por su familia y grandes amigos, no ha dudado ni un momento en financiarse por sí mismo un documental en el que muchas bandas de nuestro «rollo» han querido colaborar. Aunque también ha habido excepciones y momentos no tan agradables, ya que alguna vez te topas con rockeros con pocas ganas de colaborar.

Miguel: su pasión por las motos, «Una historia del Rock» y su documental

Motos y Rock, excelente combinación. Miguel es un apasionado por este vehículo de dos ruedas. Desde muy pequeño le llamaba mucho la atención, a pesar de que sus padres no podían ni ver las motos. Debido a su comportamiento, los castigos estaban a la orden del día, ya que nuestro escritor siempre ha sido un poco inquieto y amigo de lo incorrecto, en comparación con el resto de niños de su edad.

Si digo esto es por algo. Hombre, imaginaros el día de vuestra comunión con vuestra familia, alardeando de que tu hijo ha hecho la comunión y en plena celebración te escapas con la moto Guzzi Hispania de tu tío porque estás hasta los mismísimos de tanto «paripé». Ese era Miguel, un rebelde desde los inicios, que lo ha seguido siendo hasta nuestros días. Todavía hoy sigue teniendo en su poder su última moto, una Custom Yamaha Virago de 750 c.c. Su idea es venderla, ya que el miedo empieza hacer mella en sus ganas de coger su «burra» y devorar kilómetros.

La personalidad de nuestro «pluma» le impide dar un paso atrás por reacciones que puedan generar incomodidad. Su valentía demostrada al escribir un libro y a la vez producir un documental es tal, que creo que le sobran atributos masculinos para pasar por encima de cualquier síntoma de ansiedad o similar.

«Una historia del Rock»: los cimientos

Actualmente vivimos momentos de incertidumbre musical, momentos duros en los que la música en directo no está pasando por su mejor momento. Históricamente, nuestro movimiento siempre ha sufrido penurias y calamidades que otros estilos musicales no conocen. Es agradable ver cómo hay personas que son capaces de restar tiempo en su vida privada para lanzar un libro -como es este caso-, en el que nuestra forma de vida se recoge desde otro punto de vista, más íntimo sin duda.

Los objetivos están claros en esta publicación, que por cierto ya va por su segunda edición ampliada. Se trataba de situar al Rock como el movimiento social y cultural dentro de la historia que es, y que utiliza la música como una de sus formas de expresión. Me encanta esta frase, que sirve a nuestro escritor como presentación de su trabajo.

Ya basta de ver al Rock y sus seguidores como lo peor de lo peor. Cual elegante visionario, este maestro ha sido capaz de plasmar en su trabajo escrito que ser rebelde, no violento, y proceder de las clases menos favorecidas no equivale a tener que pasarnos a un segundo plano.

Desde su aula de ética y consciente de la falta de valores que él mismo estaba viviendo con sus propios alumnos, Miguel decidió utilizar la filosofía y la cultura que existe en nuestro «rollo» para de esta manera intentar reconducir a los chavales. No me digáis que no «mola».

Fue tal el impacto dentro de la escuela en la que trabajaba nuestro escritor, que llegó a fomentar técnicas de estudio y debate, e incluso lo interrelacionó con la plástica y pretecnología de antes. Cada clase llegó a tener una banda sonora con canciones de esos músicos a los que ponía como ejemplo.

¿Os imagináis dar clases con «los Maiden» o «los Judas»? Hubiese sido una experiencia inolvidable. Fue tal el impacto de esa visión o forma de educar a los alumnos, que Miguel saltó de las aulas a llevar nuestra filosofía por pueblos y centros educativos de toda España, siempre a golpe de guitarra. Curiosamente, cada vez se iban sumando más interesados y de edades más altas para «empaparse» sobre lo que hablaba Miguel. Sin duda, aquel PowerPoint fue el embrión de las conferencias que vinieron después, y de lo que en hoy en día es «Una historia del Rock».

Conferencia tras conferencia, charla tras charla. Fueron tales las buenas impresiones que emanaban estas inyecciones de cultura, que este maestro rebelde cautivaba a todo el que escuchaba sus explicaciones. Las reacciones no se hicieron esperar, en modo de curiosidad más acentuada. «Oye, Miguel, ¿dónde puedo encontrar esa información que expones? Era la clásica pregunta que tenía que responder nuestro protagonista. A la cual siempre respondía: «no, no hay libro». Esa respuesta le hacía o le hace más grande, ya que lo que el exponía salía o salió de su puño y letra, dando con ello una visión única y personal.

Después de tanto insistir, al final su mujer y su hija convencieron por fin al de La Roda que el material que tenía guardado durante tantos años era suficiente como para publicar un libro. No fue hasta 2017 cuando se consolidó este trabajo, en el que el Rock es tratado como un arte. Una música que quizás puede ser interpretada por músicos que no tienen nada que ver con el movimiento o viceversa. Nuestro escritor llama a eso «enriquecimiento musical».

El nivel intelectual de cada uno pasa por tener cultura, con independencia de devorar libros o vivir situaciones que te aporten conocimientos suficientes, sin dar por ello la impresión de que eres un entendido de todo y nada. Miguel tiene claro que la definición de la palabra «cultura» tiene que ver con la evolución de la sociedad -del pueblo y no del poder-, de ahí que deduzca que en el Rock hay un mensaje cultural, como dice la canción de Barón Rojo.

Es curioso cómo nuestro protagonista, sin tener relación ninguna o no tan profunda con el Rock, ha podido darse cuenta de los estereotipos que rodean al circo de nuestra música. Ejemplos los hay, como esos rockeros que se autoproclaman serlo, pero no viven de acuerdo a esa filosofía. Y menos cuando alcanzan la fama y el dinero, disfrazándose de una música que realmente no le llega al corazón. O cuando no saben entender la filosofía de la rebeldía, el anticapitalismo, la solidaridad. Todos estos son los cimientos de un libro y un documental.

El documental y con los músicos de frente

Hubo un pasado en el que este maestro flirteó con la radio. Hubo una época en la que le llamaron de una emisora escolar para que contase su historia. A Miguel le hacía una especial ilusión acudir y poder explayarse sobre su trabajo, y hacerlo sin cortapisa alguna ante los alumnos. Su sorpresa fue mayúscula cuando se dio cuenta de que ya no era así. La censura llegó a las ondas motivado por las críticas que el Rock ejerce sobre muchas situaciones de la sociedad.

Aquello desapareció, pero le quedaba la versión radiofónica de «Una historia del Rock» en una emisora local de la Cadena SER. Esta vez fue él mismo quien decidió dejar el proyecto después de varios programas. La poca seriedad y formalidad campaban a sus anchas en dicha emisora, y fue el detonante para tomar esa decisión. En fin, siempre que la palabra «Rock» o sus afluentes aparecen en cualquier medio de comunicación, pasa algo en contra. ¿Sera casualidad?

Y ahora llega un documental basado en el libro. No os creáis que está siendo un camino de rosas. Aun sin finalizar, lo que nadie me va a discutir es que será un documento didáctico único, de visión obligada. Por una vez voy a escribir esto en mayúsculas: SIN APOYO NINGUNO DE NINGUNA INSTITUCIÓN CULTURAL, NI PUBLICA NI PRIVADA -así, que se lea bien-, pagado de su bolsillo en su totalidad.

Actualmente ya han pasado por delante de las cámaras 644 músicos, más de 200 personas no músicos, amigos directores de cine, técnicos de sonido y, en definitiva, todo un elenco profesional para un documento visual que quedará para la posteridad. Trabajar con músicos siempre te llevas alguna sorpresa. Sobre todo, a nivel de ego y quizás de educación. Nombres propios como el de Rafa Blas ni siquiera se han dignado a contestar a este emprendedor literario. Por otro lado, alguna banda que colaboró en el documental demostró sus pocas ganas a la hora de grabar el vídeo, actuando con formas poco apropiadas de cara a la visualización de ese trabajo en el que estaban participando.

Y yo me pregunto: cuando ocurren estas circunstancias, ¿esto es porque los personajes no tienen tiempo, o porque ven en el trabajo de Miguel una posible baja aceptación y pocos seguidores que le puedan reportar a su carrera? ¿O simplemente es una cuestión de educación? Ahí lo dejo, que cada cual saque sus conclusiones.

En cambio, Miguel me decía que contactó con Salvador Domínguez. El guitarrista le contestó que le perdonase, pero que no podía en estos momentos por su estado de salud. Desde aquí mandamos un abrazo a un icono del Rock de este país y que su pronta mejoría sea más pronto que tarde.

En fin, ya sean músicos famosos o no famosos, lo que sí es cierto es que el porcentaje de colaboración y buen «rollo» ha sido muy alto, incluso de gente importante que se ha brindado a ayudar. Así es como se ha conseguido reflejar otra visión de nuestra cultura.

José Ramon Nieto «Kema Púas»
«Escuchar música te hace ser mejor persona y te limpia el alma. Si es Rock, mejor».