El pasado viernes 14 de octubre nos quedamos atónitos ante la constatación de que Madrid vuelve a agitarse con el espíritu de una nueva escena musical nacida de la nada…, aunque hay quien dice que esa nada no fue otra que la desazón creada por la pandemia. Sea como fuere, el Post-Punk ha vuelto a las calles de urbes como la capital, Granada o Valencia -por supuesto, Valencia tenía que ser si hablamos de sonidos oscuros y densos, urgentes y existenciales-.

El concierto compartido por La Profecía y Sindicato Vertical en la sala Trashcan -la Rock-ola de este nuevo movimiento- nos recibió con la sorpresa de encontrarnos por allí a algunos personajes del panorama musical madrileño, como Richy (Amset, Nox Interna) o un músico de los antiguos RIP KC. Fueron los típicos a inesperados cruces de miradas con quienes suelen estar muy atentos a lo que se cuece en las salas de la ciudad, por lo que convenía estar atentos ante lo que se llegaba.

Y lo que se llegó fue una inspiradora cuadrilla de jovencísimos post-punkers, que durante 45 minutos nos pusieron la carne de gallina con su legítimo viaje en el tiempo a los primeros años ochenta. El grupo integrado por Pablo Mendoza (cantante), Luna Jiménez (guitarra), Alma Fuenmayor (guitarra y voz -aunque se trataba de su última actuación-) y Fabio Flórez (bajo) tiene una frescura que desarma. No hay impostura ni emulación consciente en lo que hacen. De hecho, muchas de sus posibles referencias no son tales, ¡porque ni siquiera les ha dado tiempo a conocerlas!

Su EP de cuatro temas (“Uñas y dientes”, “La última vez que morí”, “El reflejo de un cuerpo inerte” y “En tu nombre”) suena a Parálisis Permanente, Desechables o Monaguillosh, por citar tres de sus referencias inconscientes, amén de las clásicas de la internacionalidad: Joy Division, Lords of the New Church (¿Pablo es el nuevo Stiv Bators?), Sisters of Mercy o Fields of The Nephilim. Las bases que programa y dispara su vocalista son una delicia de buen gusto y libre inmersión en el Gothic Rock más depurado y emocional.

En directo rinden homenaje a algunos de sus parientes más cercanos, con esa versión de “Olor a carne quemada” (Gabinete Caligari) que canta desaforado su bajista Fabio o la interpretada por Felipe, un chaval de veintipocos años que forma parte del grupo New Wave Kill, también en la misma onda. Verle interpretar «La última vez que morí» con una camisa y una gabardina parecidas a las de un Rafa Sánchez de “Sildavia” o “Maldito viento” descoloca (para bien) por la naturalidad de una osadía tan atemporal. A propósito de La Unión, también pasaron por el escenario dos invitados más: Jota, cantante de Los Míticos Hijos de Puta (¡un segundo Jota desde tierras granadinas!), quien hizo una versión de “Lobo hombre en París”, y la joven Icíar C., nuevo refuerzo de La Profecía en directo.  

Muy atentos a esta espora musical nacida en plena distopía de esa música urbana con la que tan contento está el poder, porque las flores también crecen en la basura de Bad Gyal y Quevedo “el malo” y a poco que sus coetáneos vean la luz -o la oscuridad-, el Post-Punk volverá a llenar los corazones de las nuevas generaciones. Aprovechen para disfrutar de sus bandas ya mismo, que en un año empezarán a caer por sus conciertos todos esos universitarios que vampirizan las cosas espontáneas y libres y las convierten en tendencias.

Leo Cebrián Sanz

Fotos: Pablo Bonelli.