Los muy emergentes Celtian tuvieron el privilegio de inaugurar el Leyendas del Rock en su edición de 2022. Fue a partir de las tres de la tarde y lo que el grupo se encontró fue a un público muy participativo, que celebraba claramente el regreso de su festival favorito tras un obligado parón de dos años.
La banda de la vocalista Xana Lavey hace tiempo que vuela sola sin la protección de Mägo de Oz y su propuesta de Folk Metal accesible para todo tipo de públicos podría abocarles a una sucesión natural de quienes fueron sus mentores o incluso los más eclécticos Celtas Cortos. La colaboración con su gaitero Antón Dávila para su popular ‘Niamh’ fue muy reveladora del camino común de muchas de estas formaciones que interpretan sus letras en castellano.
Con buen criterio, la organización del evento continuó su cartel con una propuesta muy similar: la de los alicantinos Lándevir. La música pasó del escenario Jesús de la Rosa a las tarimas del Azucena Stage y el relevo de los sonidos de raíces fue tomado por el habitual espectáculo del combo mediterráneo, al que una bailarina ayuda a dramatizar alguna de sus canciones. Desde su regreso en 2016, una de las bandas españolas que más cuida su puesta en escena ha logrado asentar su propuesta, mientras urge ya un relevo para su anterior disco, “Desde el Silencio”, publicado en el pre-pandémico 2018.
Cambio de tercio absoluto con la inesperada presencia de Porretas en un ambiente en principio poco dado al Rock Urbano más divertido y desenfadado. Los del barrio madrileño de Hortaleza son ya un clásico infalible para servir de puente entre músicas más complejas, siendo aceptados por igual tanto por quienes frecuentan el Viñarock como entre quienes gustan de la música dura sin más. Este verano regresaron a las fiestas de su distrito en la capital, como justa recompensa a una carrera musical que aún puede presumir de buen músculo en directo.
En cuanto a la intervención de Legion en el Leyendas, una buena parte del público consideraba que bien podría revelarse como uno de sus momentos álgidos y más interesantes de los cuatro días de música en directo…, como así fue. Los catalanes que primero internacionalizaron nuestro Thrash Metal interpretaron su emblemático “Mili KK” con la misma convicción de antaño y una muy oportuna referencia a lo mucho que le gustaría a la ultraderecha volver a ponernos a a desfilar y jurar bandera. Sonaron demoledores y han creado una fuerte expectación de cara a su gira en salas del próximo otoño.
Obús siempre responde bien en cualquier horario que se les coloque, pero sorprendió la falta de escenografía de una formación histórica que al menos se merece un telón en condiciones, especialmente si su tramo es el de la luz diurna de 18:40 a 20:00 y no va a poder beneficiarse de los pertinentes juegos de luces de colores. El fragmento de show que incluimos ofrece una versión algo más rápida y urgente de “El que más”, una licencia que vamos a tolerarles sin problemas porque imaginamos lo que supone haber tocado y cantado la misma canción cientos o miles de veces ya.
Algo parecido podría sucederle a El Drogas respecto al repertorio de Barricada, pero la constante reinvención del navarro y la riqueza de sus proyectos más personales le reconcilia con su gran banda cada vez que hace frente a temas como el celebérrimo “En blanco y negro”. Enrique Villarreal maneja ese vínculo con el pasado con la misma destreza que agita su bastón, un recurso escénico que se inventó él con La Venganza de la Abuela y nadie se atreve a copiar para no quedar en evidencia.
Este tramo de Classic Rock continuó con la apabullante y estelar rendición a los Ñu de José Carlos Molina. Ya era hora de que el genio madrileño alcanzara el estatus que le corresponde por su veteranía y la lozanía de sus nuevos acompañantes. El fichaje de la violinista Sarah Ember ha sido todo un acierto y este verano está siendo el que Ñu se merecía: con un cantante-flautista arropado por excelentes músicos -¡el guitarrista Manolo Arias entre ellos- y las ganas renovadas que le ha proporcionado su disco en solitario “Molina”.
La única banda internacional del miércoles fue Powerwolf. Sus preceptivos 80 minutos de música y dramatización gustaron a quienes siguen el Power Metal más sing-along. El pasado año editaron su nuevo disco, ‘Call of the Wild’, cuyos temas combinaron con un repertorio propio de festival masivo. El concepto de superproducción que desarrollan los alemanes casa muy bien con las “arenas” al aire libre, donde uno se imagina a cada uno de sus espectadores y espectadoras con una antorcha o un hacha, elijan ustedes.
En cuanto a Mojinos Escozíos, sólo El Sevilla es capaz de hacer un chiste sobre María del Monte en plenos tiempos de ahogo de la corrección política y salir indemne. El suyo es otro caso de supervivencia a la sobreexposición mediática, el clásico personaje televisivo de programas como “Aruseros”, que está esperando que llegue el verano para gamberrear a gusto ante la complicidad de un público menos convencional que el de la pequeña pantalla. Un poco de humor nunca viene mal, sobre todo si es tan de la casa y local como el de estos músicos que saben entretener sin por ello aflojar en su pericia musical.