‘Invocatio Ad Deos Etilicorum’, que es como se titula este disco de Los Drunken Cowboys, es una expresión latina que según Google Translator significa «La invocación a los dioses del éter etílico». Tras la puerta están Juancho Rubio «El Lagarto de Tijuana» (voz, armónica, banjo y coros), Julio Rubio «La Mofeta de Huesconsin» (guitarra eléctrica, acústica, coros, dobro, jug, arpa de boca, teclados y sonidos varios), Ismael Pastor «El Pirómano de Chicago» (bajo), José Luis Sanz «El Puño de Illinois» (batería) y Víctor Palacín «El Balkalacrán Beodo» (violín). Julio e Ismael se encargaron de la preproducción de este tercer álbum, pero fue Rubio quien finalmente firmó la producción junto a José Manuel Huerta y Alberto Espí, encargados de la edición y mezcla.

Con semejantes motes, uno se imagina de inmediato a aquella familia disfuncional que eran los personajes de dibujos animados que inspiraron a los donostiarras Dinamita Pa’ Los Pollos para bautizar uno de sus discos como «No Molestes a Pá Cuando Está Trabajando». Como en aquel caso, también aquí hay dobles voces femeninas de saloon, además de un par de colaboraciones de Álex Forner en los coros del tema «No sin mi John Deere» y Jaro a la gaita irlandesa y whistle en ‘Three barrels’.

Tras una «Obertura» instrumental, la fiesta vaquera se sustancia en títulos como ‘Invocatio et salutatio’, «Empirismo sajón», ‘Queen of the road’, «Alas de cera», ‘Jerusalem groove’, «Los ojos del cuervo», «Gracias amigos, gracias» y «Bajo la tormenta». En total, once pistas de alegre y saltarín Folk-Rock con espíritu de western y música de raíz norteamericana.

La vertiente instrumental de Los Drunken Cowboys nos recuerda la sorpresa producida con el primer LP de los vallisoletanos Celtas Cortos, que pese a no ser cantado llegó a vender una cantidad inaudita de copias. En la parte vocal es inevitable traer a colación a La Frontera, una solvente referencia de cómo adaptar este sonido a las particularidades del castellano. Con todo, alguna de sus letras la interpretan en inglés, a modo de curiosidad y descubrimiento de cómo podría ser su conversión a ese idioma si los contratan para un evento internacional del estilo.

No entendemos cómo no hemos llegado a conocer sus dos grabaciones previas -«Whisky Con Soda» (2016) y «L.A. Jodimos» (2018)-, pero hacemos acto de contrición para que nos inviten a su próxima cata de bourbon.

Leo Cebrián Sanz