No se paraba de hablar de la película “Suspiria” en todo el mundo cuando Dario Argento estrenó en el año 1977 el film que se convertiría en una obra de culto en el cine de terror y una joya más dentro del subgénero cinematográfico conocido como giallo (a medio camino entre el thriller y el terror, además de ser precursor de otro subgénero, el slasher, ya en los años ochenta). El largometraje está basado en el ensayo “Suspiria de Profundis”, escrito por Thomas De Quincey.

El pasado 7 de diciembre se estrenó en España el remake de “Suspiria». Ambas versiones tienen en común que uno de los elementos que consigue hacer de estas obras algo totalmente misterioso y aterrador es su banda sonora. La de la película original y la del remake son bandas sonoras muy elaboradas, que destacan sobre todo por quién es el encargado de componerlas. Dario Argento siempre ha prestado una gran atención e importancia al valor de la música en las imágenes de sus películas. La banda sonora original está compuesta por el grupo Goblin y la del remake por Thom Yorke, que aunque para muchos no necesite presentación alguna, cabe señalar que es el cantante de Radiohead.

Dario Argento, junto a los fotocromos de sus películas

 

Debemos referirnos a la banda sonora de la película original para poder valorar, cuando veamos la nueva versión, si han conseguido captar la esencia del trabajo que hizo Goblin y de la cual es imposible olvidarse. Para poder entender la música tenemos que saber de dónde proviene. El caso de esta banda es especial, pues se estrenaban cinematográficamente con la película y por eso decidieron cambiarse el nombre de Cherry Five a Goblin. Consideraban que no era un nombre adecuado para su “estreno” como banda. Este grupo italiano destaca por hacer un Rock Progresivo de los años 70, con influencias de formaciones como Yes, Genesis, Keith Emerson y su banda Emerson, Lake and Palmer. A pesar de que Goblin ya había trabajado antes con Dario Argento (“Profondo Rosso”), no fue hasta “Suspiria” que alcanzó una verdadera relevancia.

El score consta de ocho temas, tal y como figura en la edición de 1977, aunque existe una edición posterior de 1998 que incluye cuatro pistas extras. Son variaciones de muy escasa duración del tema principal o de algún otro de la edición original, con lo que esencialmente el número de temas permanece inalterable. La banda sonora se abre con la única concesión melódica que se permite este trabajo, y que constituye uno de los mejores temas -si no el mejor- de toda la discografía de Goblin e incluso una de las imprescindibles de todo el género de terror.

El track-list es el siguiente:
1. Suspiria
2. Witch
3. Opening of the Sighs
4. Sighs
5. Markos
6. Black Forest
7. Blind Concert
8. Death Valzer

Bonus track: Edición de 1998.
9. Suspiria (Celestea and Bells).
10. Suspiria (Narration).
11. Suspiria (Intro).
12. Markos (Alternate Version).

La música del score de “Suspiria” dista mucho de ser música fácilmente digerible. Podríamos considerar que el conjunto es como una ópera satánica, por el uso que hacen de la voz humana, rara vez superado en cuanto a su capacidad para provocar escalofríos. “Suspiria” es, dicho de otro modo, el tipo de música que cabría encontrar en cualquier aquelarre o ritual satánico.

El efecto global crea una atmósfera única en el género, que a medida que avanza la película se vuelve más y más opresiva, incluso claustrofóbica, en contraste con la sofisticación ornamental y la elegancia de los decorados. La música de “Suspiria” se caracteriza por ser atonal/salvaje, agresiva, disonante y cacofónica. Además, se puede observar que en el trabajo para esta película, Goblin ha pasado por una continua experimentación formal y estilística, carente de cualquier orden o patrón.

De hecho, según se cuenta, el grupo compuso la música bajo los efectos de los analgésicos proporcionados por el manager Scott Hoffman. Los instrumentos que utilizaron para lograr su objetivo fueron: batería (percusión en general), órgano, violín, celesta, piano eléctrico y acústico, bajo, guitarra acústica, bouzouki (instrumento musical de cuerda), órgano de iglesia, efectos de voces, tablas (percusión hindú), etc. No sorprende mucho que usaran instrumentos tan peculiares para esta película, pues ellos no querían quedarse atrás y no decepcionaron, al conseguir crear una de las mejores bandas sonoras de terror de la historia, de la que se sigue hablando hoy en día.

La música y la trama en esta película funcionan maravillosamente, como si fueran una sola. Desde el principio, la música es la protagonista. Cuando empieza el film, el espectador se percata de que la música siempre acompaña a la protagonista de una forma muy especial. Es como si nos estuvieran avisando continuamente que desde que la protagonista Susie Banner llega a Alemania, todo lo que le pasa es peligroso y extraño aunque ella no se dé cuenta. Desde que comienza a sonar la música en los créditos y nos muestran a Susie saliendo del aeropuerto, ya sabemos que su destino está totalmente maldito, puesto que desde que se muda todo lo que le pasa es “casualmente” malo.

Otra de las características más inusuales de la banda sonora es que la música está presente en casi todas las escenas. No te deja descansar. Algo en lo que creo que todos los fans de las películas de terror sabemos y en lo que coincidimos es que siempre se usa la música para advertir de un peligro. En este caso no es así, porque es como si nos estuvieran transmitiendo que el peligro y el mal siempre han estado ahí. Es decir, no puedes prepararte minutos o segundos antes por si va a aparecer algo que te va a asustar. La música no quiere que lo sepas.

A veces da la sensación al espectador de que la música es totalmente imperceptible o sutil; por ejemplo, con el sonido de la respiración de la directora de la escuela, que es como si fuera un personaje más, ya que se usa en toda la banda sonora. Con este recurso Goblin juega con tu mente. A veces está ahí ese sonido, pero cuando no está… no lo notas. Es como si ya se hubiera fusionado, metido y adaptado dentro de tu cabeza.

Otro recurso muy interesante es cómo consiguen, de manera tan natural e intangible, integrar a la música los elementos que aparecen en pantalla. Durante todo el largometraje «engañan» a tus oídos, que oyen cosas que crees ver en pantalla y viceversa. Cualquier elemento de la acción aporta sonido a la banda sonora; por ejemplo, objetos que “chirrían”, los pasos de las profesoras, los ladridos de un perro, risas malévolas, sonidos de un murciélago, suspiros, gritos, etc. También tenemos que destacar que se repiten sucesivamente los mismos acordes a lo largo del largometraje, sin que se hagan repetitivos ni cansados. Se adaptan bastante bien a las escenas y son una de las grandes e inconfundibles características de este film.

En conclusión, esta banda sonora consigue vibrar dentro y fuera de tu cuerpo, con diferentes recursos que consiguen que te inundes completamente en la trama y sigas pensando en lo que has oído cuando te vas a dormir. Es enigmática, sobrenatural y enervante, y lo que está claro es que Thom Yorke va a tener muy difícil estar a la altura de su predecesora. De momento, para ver en una noche como la de Halloween tenemos esta joyita clásica con la que disfrutar de nuevo.

Icíar Cebrián Aguirre