Érase una vez un grupo madrileño llamado The Wild Ones que, después de lanzar dos discos en formato EP, decide cambiar su nombre a Pistol Packin’ Mama y edita su primer larga duración –“Wild time”-. Concierto tras concierto, reclama la diversión del Rock and Roll clásico, el que en la década de los cincuenta agitó a aquella sociedad. Con Joss Cortez (guitarrista) descubrimos mucho más…


por Jon Marin


 

 Aunque “Wild time” no lleva mucho tiempo en la calle, ¿qué reacciones ha habido por parte de prensa y público?

-Pues bastante buenas, oímos cosas muy buenas sobre el disco. Nuestras canciones les gustan y la verdad es que nos reconforta oírlo.

¿Qué es lo que más os ha gustado que hayan dicho del disco o del grupo?

-Personalmente, me gusta cuando alguien resalta que le gusta una canción compuesta por mí, je, je… Supongo que a Hugo (cantante) le pasará lo mismo, ya que ves que, efectivamente, el esfuerzo de hacer la canción ha tenido su fruto, o saben disfrutarla de la misma manera que tú.

Parece ser que le dais importancia a la grabación de videoclips…

-Tampoco es que le demos una gran importancia, pero, vamos, actualmente todo tiene que ir con un vídeo por delante, ya que hay que intentar mostrarse por todas las vías, y una de ellas, la más llamativa, es el videoclip.

Cuéntame cómo fue el periodo de grabación de “Wild time” y si hubo alguna anécdota en su desarrollo.

-La verdad es que el periodo de grabación, en sí, duró muy poco comparado con lo que tardamos en componer las canciones. Sin ir más lejos, “Money maker” es la primera canción que hicimos y es de hace siete u ocho años. Sobre anécdotas, la de los vientos es la más destacable porque no teníamos pensado para nada meter vientos hasta una semana antes de terminar de hacer el disco. Fue una recomendación de la gente de la compañía, Avispa.

¿Y tenéis otra buena anécdota ocurrida en carretera o sobre el escenario?

-Sí, la del último concierto que hicimos como The Wild Ones, el concierto de despedida. Fue muy emotivo, en un descampado enorme, de a lo mejor cinco mil personas de aforo o más, con unos equipos alucinantes -¡nunca habíamos tocado con semejante equipo!-, impresionante, una vibra en el escenario única, sobre todo el sonido, increíble… ¡para tocar para dos personas: los padres de Hugo!, ja, ja…

¿Cómo fue lo de cruzar el charco y tocar en Perú?

-Hay que aclarar que simplemente estuvimos Hugo y yo. Fuimos de vacaciones, yo soy de Perú, y esas vacaciones terminaron siendo algo más. Nada más llegar nos propusieron unos conciertos junto a unos músicos de allí para completar la banda, y así surgió y se hizo.

¿Y la experiencia de girar por España junto a Quireboys? ¿Algo que reseñar?

-Para mí fue algo cansado estar yendo de un lado para otro. Los conciertos fueron bastante bonitos, especiales, pero eso, bastante agotador. Una anécdota es que, cuando tocamos en Valladolid, el público no se movía, ni se inmutaba, sólo nos miraba. Todos tenían aspecto de heavies, grandes y mayores, y parecía que nos juzgaban. Al terminar el concierto, se nos acercaban con una sonrisa diciéndonos que “muy bien el concierto” y que les había gustado. ¡Y yo pensando que nos iban a pegar!

¿En qué mercado os gustaría más triunfar en caso de tener que elegir sólo uno: Europa, Japón, EE. UU. o Hispanoamérica?

-Por supuesto que Asia, ¡hay mucha gente allí!

Para rematar el tema de los directos, ¿qué fechas tenéis ya cerradas y cuáles son los planes de gira?

-El próximo es el 17 de enero en la sala ‘El perro de la parte de atrás del coche’ de Madrid, con Puerta Oeste.

(Continuará).