En plena competencia entre festivales por llevarse al público de calle, sólo uno de ellos permanece inalterable a los vaivenes del mercado: el germano Wacken Open Air Festival, también conocido como WOA. El gran evento metalero por calidad y cantidad de bandas y público tiene una relación curiosa con España, más allá de la clásica convocatoria de su Battle of Bands o «batalla de bandas».

Hay que remontarse al año 2011 para abordar el extraño caso de ‘Road to Wacken’, la película documental realizada por el director aragonés Pablo Aragüés. El largometraje , producido por el mismo realizador, logró estrenarse en varios cines de la cadena Yelmo Cines el sábado 2 de abril de aquel año. LosMejoresRock.com estuvimos presentes en aquella convocatoria y aún recordamos bien lo vivido durante la proyección.

‘Road to Wacken’ basaba su interés en su carácter de «primera película 3D del festival Heavy». Semejante despliegue contaba con la ventaja de poder contar con imágenes oficiales de los conciertos de Alice Cooper, Atrocity, The BossHoss, Edguy, Grave Digger, Kamelot, Overkill, Soulfly, Stratovarius y U.D.O, además de la indistinguible «participación» de Blind Guardian, Doro y Helloween.

Además, este falso documental escondía también una historia de ficción que se presentaba con la siguiente sinopsis: «Un grupo de chicas del barrio de La Jota (nota de la redacción: Zaragoza capital), bordeando los 30 años, con miedo de que se les pase el arroz, buscan el medio de salir de su ciudad para encontrar oportunidades y aprovecharlas. La música Heavy es el recurso con el que cuenta este conjunto, llamado Princess of the Night».

Pese a las expectativas, pocas veces en una película «rockera» española hemos visto semejante sucesión de tópicos, lugares comunes y situaciones impostadas como las vividas por las cuatro chicas del grupo protagonista -¡¡Ni tan siquiera en «Isi Disi. Amor a lo bestia» o su fallida continuación «Isi Disi 2: Alto Voltaje»!!-.

El tratamiento que ‘Road to Wacken’ hacía de su parte de dramatización rozaba el bochorno, además de interrumpir constantemente la sucesión de actuaciones. Tal era la desazón entre los espectadores, que muchos se quitaban las gafas en tres dimensiones para no tener que sufrir la desdichada trama argumental y unos diálogos sonrojantes y estúpidos.

Aragüés venía de firmar seis cortometrajes desde 2001, volvió a repetir experiencia breve en 2011 y se estrenó como autor de ficción larga con «Vigilo el camino» (2013), a la que dos años después siguió «Novatos». No ha vuelto a acercarse a la cultura rockera o metalera, lo que sin duda le agradecemos quienes respetamos este estilo de vida. OK, un borrón no mancha una carrera de mayor calado.

Leo Cebrián Sanz