Muy atentos a los aragoneses, porque su último disco apunta a lista de «lo mejor del año» y el crecimiento de su público más fiel es ya incuestionable. El pasado sábado 23 de marzo se presentaron en la madrileña sala Cool Stage, en un cartel compartido con los alicantinos Lándevir. La prueba de sonido de Salduie se prolongó hasta casi la apertura de puertas del recinto, por lo que la cuadrilla maña -ocho músicos, nada menos- pasó por un estado de nervios que puso a prueba su concentración y capacidad de adaptación a una situación urgente.

A la hora de la verdad, la acústica en el local fue bastante razonable para lo que supone sonorizar el conjunto de una instrumentación tan compleja como la suya: tres voces -dos agudas y una gutural-, dos guitarras, bajo, batería, gaita y todos aquellos instrumentos que un directo les permite subir a escena, entre los que en estudio encontramos la dulzaina o aquellos otros de origen irlandés (whistle o flauta, el Bouzouki o pariente celta de la mandolina -también presente-, o el Bodhran o tambor).

Lo que diferencia a Salduie de la numerosa competencia en los pagos del Folk eléctrico y endurecido son sus letras, que reflejan y divulgan historias y leyendas relacionadas con el territorio del que proceden. Olvídense de Virgin Steele y sus trabajos sobre la mitología griega… Resulta mucho más cercano e interesante abordar las peripecias de los sedatanos, aquellos habitantes íberos de la actual Aragón sobre los que se funda el territorio en el que se asentó Salduie, un enclave del que se derivó la toponimia de Zaragoza.

La carga histórica de la banda es tan profusa que de momento no queremos que sus ramas argumentales nos impidan ver el bosque de un Metal aguerrido y racial, que empatiza con su gente cual huestes de un mismo ejército. Vimos pinturas de guerra entre sus fans más entregados y hasta algún tipo de código interno que no llegamos a entender, como su enigmática forma de pedir los bises.

Sergio (batería), nuestro compañero «Kema Púas» y Nem Sebastián (voz melódica y vientos)

El disco que estrenaban en este primer directo de 2019 es «Viros Veramos», cuyo tema instrumental homónimo abrió la invasión del campo enemigo. De su más reciente épica también lanzaron las nuevas lanzas del single «Sedeisken» y las posteriores «Kalakorikos», «Olíndico»,»R.T.N.P (Roma Traitoribus Non Praemiat)’, «Sertorio» y «Viriato», su nuevo y coreadísimo clásico.

El resto del repertorio sirvió de ilustrativa carta de presentación para quienes no les conocíamos, con piezas de «Belos» (2016) -«Tvrma sallvitana», «Los fuegos de Belenus», «Carus de Sekaiza», «Bestias númidas» y «Netón»- y otras del precedente ‘Imbolc’ (2015) -«A brindar», el propio ‘Imbolc’ y la celebrada y postrera «Numancia»-.

Quienes esperasen una cómoda y doméstica sesión de Folk Metal se encontraron con un espectáculo rotundo, en el que por fortuna no hubo lugar al caos sobre un espacio escénico tan reducido como el de la antigua sala Lemon. Salduie vendieron muy bien sus productos en el puesto de camisetas y fue bastante la gente que se marchó tras su actuación, pese a que lo temprano de la hora invitaba a quedarse y disfrutar de sus compañeros Lándevir.

Son sólo señales, sí… pero en ocasiones casi diríamos que más que intuiciones nos parecieron indicativos reales de cómo un grupo sube los escalones de dos en dos. Y sin duda alguna mucho se lo deben al apoyo de su batallón de leales, que les aupó cual toma de una villa asediada se tratase.

Leo Cebrián Sanz