La literatura hecha por músicos es un género en sí mismo, que de vez en cuando nos revela a un autor interesante o al menos muy voluntarioso en su empeño de creación textual. José Antonio Gallardo no quiso o no pudo continuar con su aventura creativa en el mundo de los libros, pese a que en 2015 nos regaló un libro de testimonio personal titulado “Yo Sólo Quiero Volar”, con el que apuntaba maneras en esto de la letra escrita.

Fue una autoedición del propio autor que aún hoy se puede encontrar disponible en venta por Internet o directamente en la librería madrileña La Esquina del Zorro, que fue donde hace unas semanas encontramos este ejemplar. Allí fue también donde presentó este volumen de 80 páginas, en el que desarrollaba un total de 21 capítulos con dos partes complementarias por unidad: “Historia” y “Canción”. Los antecedían una «Intro» y un «Prólogo» en los que argumentaba su intención artística.

El resultado habría sido mucho más complaciente para el lector si el bajista de Arkania hubiera indicado qué títulos concretos le habían inspirado -como Manel Prades en el ya reseñado “Siete días en el camino”-. Su hermetismo al respecto convertía los textos en una reflexión algo críptica respecto al amor, la amistad y el sentido de la vida en general. Él lo argumentaba del siguiente modo en la contraportada de su obra: “Es la historia de cada uno de nosotros. Es la historia de la vida como cada uno la imagina en su cabeza, habla de los ciclos constantes en los que nadamos los seres humanos, de las emociones más profundas y más importantes. De las huellas de nuestro camino. Amor, desamor, alegría, tristeza, la libertad y sobre todo de la belleza del olor. Todo tiene que seguir su camino, déjalo volar”.

En el año que vio la luz “Yo Sólo Quiero Volar”, José Antonio cumplía los 40 años de una vida dedicada a la música. Gallardo fue componente de Arkania entre 2004 y 2016, pero ya antes había pertenecido a otras dos bandas: Beholder -de Alcalá de Henares, Madrid- y El Décimo Sueño. Su libro fue publicado por Artgerust y lucía una foto profesional de portada a cargo de Domingo J. Casas.

Leo Cebrián Sanz