El pasado jueves 4 de octubre el grupo Shinova nos brindó la oportunidad de volver a nuestra infancia -o a la de nuestros hijos- con un sereno paseo en barca por el lago del Parque del Retiro. Fue con motivo del estreno para medios de comunicación de su disco «Cartas de Navegación», el segundo tras su fichaje por Warner Music para la publicación de su cuarto álbum: «Volver». Previamente la banda de Bérriz (Vizcaya) ya había grabado «Latidos» (DFX, 2006), «La Ceremonia de la Confusión» (autoproducido, 2011) y «Ana y el Artista Temerario» (Maldito Records, 2014).

Shinova no son por lo tanto unos recién llegados a esto del Rock Independiente interpretado en castellano, pero seguro que no se habían visto antes en la situación de interpretar una de sus canciones, la reciente «El trayecto natural», a bordo de tan singular embarcación. Los encargados del trance fueron el cantante Gabriel de la Rosa y el guitarrista Erlanz Prieto. Media hora después se sumaban sus compañeros para un excelente set acústico en un restaurante cercano, con el que completaban la presentación de gala de sus once nuevas composiciones.

La producción de «Cartas de Navegación» resulta tan nítida que al consultar los créditos hemos descubierto parte de su secreto: los Haritz Harreguy Studios, de cuyas salas no hay un sólo conjunto que salga sonando mal. Apuntamos al ingeniero Mikel Santos en nuestra lista de productores de cabecera, por si nos da por grabar una colección musical de confesiones personales y extirpar así el dolor de nuestros corazones.

Lo que nos gusta de Shinova es que no hacen canciones tristes sino emocionales, sin que en ningún momento rocen esa actitud impostada de otras formaciones del Pop alternativo que llena festivales como Sonorama o Dcode. El preciosismo de su sonido actual va parejo al diseño físico de este «Cartas…», una pequeña obra de arte sobre la ciencia de sobrevivir a los vaivenes de la vida con el mero recurso de una cartografía acuática y un barquito de papel. Ese encantador minimalismo se despliega en paralelo a la sinceridad e intensidad de las letras, otro de los valores añadidos de su obra creativa.

Para asegurarse de que no les pase como al protagonista de la película «Un Océano entre Nosotros», Shinova olvidan sus penas y disfrutan de sus alegrías con ese vino de la Ribera del Duero que se han hecho embotellar para celebrar su crecimiento como próxima sensación del Indie patrio. Se lo contaré a mi hermana, que cada vez que acude a un evento hipster se topa con decenas de músicos que apuntan con sus ojos a un suelo lleno de cables sobre el escenario y mascullan sus palabras en un muro sonoro indedeterminado. Shinova miran a los ojos y no a sus zapatos, mire usted qué bien.

Leo Cebrián Sanz