Jordi Sierra i Fabra, el escritor más importante de la historia de la literatura infantil en castellano, fue también un pionero en el periodismo rockero en España. A diferencia de lo que seguramente habrían hecho otros, Sierra nunca ha renegado de sus gustos musicales y ha procurado seguir publicando ficciones o ensayos relacionados con los solistas o grupos que más le han marcado. A mediados de los 90, el autor había conseguido ya un estatus que le permitía elegir sus propios proyectos, sin tener que responder a los requerimientos comerciales de las editoriales. En este contexto hay que enmarcar uno de los títulos más delirantes que se hayan podido publicar en nuestro país dentro de la bibliografía del pop y el rock, y no digamos ya de la ficción para niños.

“El asesino del Sgt. Peppers” (Periscopio, Edebe, 1994) fue uno más de los maravillosos inventos del literato catalán, que no duda en tirarse a la piscina del riesgo cuando se trata de ofrecer algo nuevo. Este libro de unas 150 páginas parte de una premisa argumental que ya de por sí tiene lo suyo: tras la muerte de John Lennon, el resto de los Beatles se reúnen para una gira que comienza en Palma de Mallorca. Con la intención de celebrarlo como la ocasión se merece, la EMI de los 90 -cuando todavía había dinero en la industria- decide fletar un barco desde Barcelona con toda clase de invitados VIP y personajes de la prensa especializada, las compañías de discos del momento y hasta fans anónimos de los Beatles que han ganado su pasaje en un concurso.

La acción se desarrolla en trece capítulos, que responden al orden y los títulos del famoso disco de “los cuatro de Liverpool”. Así, la narración comienza con ‘Sgt. Pepper’s Lonely Hearts Club Band’, mientras que la entrega final se denomina ‘A day in the life’. Entremedias, cambio de la cara A a la B para que el capítulo 8 (‘Within you without you’) comience como el reverso natural del vinilo. Cada unidad del libro se acompaña de la traducción de un extracto de la canción que le da nombre.

Este tipo de efectismos, que Sierra i Fabra maneja con maestría, se queda en una mera anécdota cuando comprobamos las identidades de los cuatro protagonistas de la novela. No son John, Paul, George y Ringo, sino, mucha atención, el propio Jordi, Joaquín Luqui -mítico locutor de radio de la cadena SER-, Luis Merino -jefe del anterior en la cadena 40 Principales- y José María Francino -a la sazón Jefe de Programas de Radio Nacional de España en Cataluña-. Como quinto Beatle ejerce Carlos Sanmartín, capitoste de la multinacional anfitriona en España. Todos ellos aparecen en la portada caracterizados como músicos de “La Banda de los Corazones Solitarios del Sargento Pimienta”, pero en sus acciones y diálogos actúan con sus propias personalidades -divertidísimo guiño el de un Joaquín Luqui que se queda dormido en cuanto puede-. No eran los únicos invitados reales a la fiesta, ya que los cameos se extendían a figurantes de lujo como Bertha y Martín J. Louis (Popular 1) u Hortensia Galí (Super Pop).

Con tan extravagantes premisas se desarrolla una historia de crimen y misterio. Nuestros héroes tienen que localizar y detener cuanto antes a un asesino en serie. Éste, para dar sentido a sus fechorías, recurre a pistas relacionadas con los Beatles y la portada del disco en cuestión. El reducido grupo de pasajeros y tripulantes que conoce lo que está ocurriendo se pone de inmediato a cavilar sobre las claves aportadas para tratar de frenar la matanza. Son todos ‘beatlemaníacos’ de pro, así que no se les puede escapar ningún dato, por muy insignificante que éste parezca. Las referencias constantes y casi enciclopédicas a la intrahistoria Beatle hacen del libro una rareza imprescindible para los coleccionistas del conjunto que inventó el pop. Sierra i Fabra aprovecha el argumento para ilustrar a su jóvenes lectores en la rica complejidad de la obra de los ‘Fab Four’. Hay pasión de fan… y hay técnica de escritor de ‘best-sellers’ para el mercado preadolescente, que es al que va dirigido “El asesino del Sgt. Pepper’s”.

La ilustradora de este divertimento fue Antonia Cortijos, esposa de Sierra i Fabra. Sus dibujos naif eran un complemento perfecto para este amable retrato de cómo un acontecimiento promocional del mayor fuste puede derivar en una suerte de intriga que recuerda a la Agatha Christie de “Muerte en el Nilo”.

Leo Cebrián Sanz