En el vertiginoso y a menudo ingrato ecosistema musical de Madrid, cumplir diez años no es solo un logro, es una declaración de intenciones. Y Tangerine Flavour no solo ha cumplido una década, sino que lo ha hecho con una trayectoria ascendente, forjada a base de guitarras afiladas, melodías impecables y un respeto reverencial por las raíces del Rock. Su historia no es la de un éxito viral, sino la de un fuego lento, cocinado en los escenarios y alimentado por la pasión inquebrantable de sus miembros.
Todo arranca en 2014. La escena madrileña bullía y en ese caldo de cultivo cuatro músicos con bagaje en otros proyectos -Pablo A. Martín (guitarra y voz), Fernando Lima (bajo y voz), Miguel Polonio (guitarra) y Emilio Bonilla (batería)- decidieron unir fuerzas. ¿El objetivo? Crear música que bebiera directamente de sus héroes: Tom Petty, The Black Crowes, los Allman Brothers… en definitiva, esa «Americana Music» que combina la electricidad del Rock, la narrativa del Folk y el alma del Blues.
Su primer aldabonazo sonoro llegó en 2017 con su EP homónimo, una carta de presentación que ya dejaba claro que no eran unos advenedizos. Pero fue con ‘No Hard Feelings’ (2018) cuando la banda se puso seria. Aquel LP les abrió las puertas a una extensa gira por toda la península, consolidando su reputación como una apisonadora en directo. Quienes les vimos en aquella época recordamos la energía cruda, los duelos de guitarras y esa perfecta armonía de voces entre Pablo y Fernando que se convertiría en uno de sus sellos distintivos.
Como toda banda de Rock que se precie, su camino no ha estado exento de curvas y cambios de formación. Sin embargo, el núcleo creativo ha sabido reinventarse y salir fortalecido. La prueba de fuego llegó con ‘Empty Fantasies’ (2023) y, casi sin darnos tiempo a digerirlo, el monumental álbum doble ‘Space Cowboy’ (2024). Este último trabajo es la fotografía perfecta de su madurez: un viaje ecléctico y audaz que se permite explorar desde el Rock Sureño más clásico hasta toques de Funk y Psicodelia, demostrando una versatilidad y una ambición desbordantes.
Para celebrar su décimo aniversario han lanzado el recopilatorio “X (2014-2024)», un artefacto que no solo mira al pasado con orgullo, sino que reafirma su presente. Tangerine Flavour es la prueba de que se puede sonar a carretera perdida de Texas habiendo crecido en el asfalto de Madrid. Son artesanos de canciones, currantes del Rock and Roll y, una década después, su sabor sigue siendo tan fresco y adictivo como el primer día.
Aitor Vergara “Poyorock”
Tangerine Flavour: entre la historia y la chanza
La mirada atrás (La historia)
Acabáis de lanzar «X», un recopilatorio de vuestra primera década. Si pudierais viajar en el tiempo a vuestro primer ensayo en 2014, ¿qué consejo le daríais a vuestros «yo» más jóvenes?
“Que tenga paciencia, que este camino, con prisas, está lleno de sinsabores… Y que luego te das cuenta de que lo mejor es disfrutar el momento y hacer buenas canciones. Todo lo demás carece de importancia”.
‘No Hard Feelings’ fue el álbum que os puso en el mapa de las giras nacionales. ¿Qué recordáis de esa época de «furgoneta y manta»? ¿Cuál es la anécdota más surrealista que os pasó en la carretera?
“Con ese disco, grabado junto a nuestro querido Alfonso Ferrer en Toledo, comenzamos a tomarnos la banda en serio. Hicimos cientos de conciertos. Fue una época muy bonita, de ilusiones y muchas aventuras. Recuerdo nuestra primera actuación en Portugal. Fue en un pueblo llamado Avelar, pero debe haber varios pueblos que se llaman igual… Y cuando llegamos al hotel para prepararnos para el concierto, nos dimos cuenta de que estábamos a 150 kilómetros de la sala y tuvimos que conducir por montañas y carreteras serpenteantes a toda velocidad (y sin ducharnos)”.
Vuestro sonido ha evolucionado enormemente desde el primer EP hasta ‘Space Cowboy’. ¿Fue una evolución consciente, una búsqueda planificada o simplemente os dejasteis llevar por lo que pedían las canciones en cada momento?
“Cuando grabamos el primer EP allá por 2017 no teníamos ni idea de nada, ni pretensiones, ni buscábamos nada más que pasarlo bien. Más o menos como ahora, en realidad… pero con la diferencia de que ahora sí tenemos claro nuestro camino: las canciones”.
Habéis tenido cambios en la formación a lo largo de los años. Desde un punto de vista creativo, ¿cómo ha afectado y enriquecido la llegada de nuevos miembros al sonido y a la dinámica interna de la banda?
“La llegada de nuevos músicos ha sido clave para Tangerine Flavour. Todos los integrantes durante estos diez (ya para once) años han aportado su granito de arena con su talento y creatividad y eso se nota. Es parte de la riqueza de esta banda. Los queremos mucho a todos y estamos muy agradecidos”.
El sonido y el proceso (La seriedad)
Vuestro directo es una de vuestras grandes bazas. ¿Cómo trabajáis para trasladar la energía y los matices del estudio al escenario? ¿Sois de improvisar y dejaros llevar o preferís ceñiros al guión?
“No tiene ningún secreto. Disfrutamos ahí arriba, disfrutamos de la música que hacemos y disfrutamos de estar juntos, eso es todo lo que transmitimos. En cuanto a tu segunda pregunta, ambas. Los shows deben estar trabajados, pero siempre dejamos un considerable espacio a la espontaneidad y la improvisación. ¡Ya pudiste comprobarlo!”.
Las armonías vocales entre Pablo y Fernando son una seña de identidad. ¿Cómo surge esa química? ¿Os inspirasteis en dúos clásicos como los de The Everly Brothers o The Beatles para desarrollarlas?
“Nuestras voces funcionan bien juntas; era un paso natural, sólo hacía falta tener abiertas las orejas… Creo que conseguimos hacernos mejores el uno al otro, no solamente a nivel vocal. Y por supuesto, los Beatles son la base de todo. Y los Everly, The Band, América y los Eagles… Nos encantan las buenas armonías”.
‘Space Cowboy’ es un álbum doble, algo que en la era del streaming es una apuesta muy valiente. ¿Por qué decidisteis ir a contracorriente y lanzar un trabajo tan extenso? ¿No os dio vértigo?
“Todo el mundo nos decía que estábamos locos, pero curiosamente, ¡es el disco más exitoso! La gente está hasta las narices de basura, de comida prefabricada, de singles que duran dos semanas y de discos que se fabrican en serie. Creemos que en estos tiempos de inmediatez y banalidad la gente quiere volver a disfrutar como antaño… Un libro, un paseo por el bosque sin teléfonos cerca… un disco doble de unos tarados como nosotros…”.
Cantáis en inglés, pero sois una banda de Madrid. ¿Habéis sentido alguna vez que esto os cerraba puertas en el mercado nacional o por el contrario os ha ayudado a definir vuestra identidad?
“Por supuesto. No lo hemos sentido, lo hemos atestiguado. Pero nunca ha sido importante eso y cada vez lo es menos. De hecho, cuando dejaron de darnos la matraca con “cantad en español, cantad en español” es cuando sacamos nuestro primer tema en español: “Por la puerta de atrás””.
Bajando la guardia (La chanza)
Seamos sinceros, vuestro nombre, Tangerine Flavour (“sabor a mandarina”), suena delicioso pero poco rockero a primera vista. ¿Cuál es el origen real? ¿Hubo alguna otra opción sobre la mesa que hoy os dé vergüenza ajena confesar?
“¡Poco rockero! ¡Es la primera vez que nos dicen eso! A nosotros nos sonaba, en todo caso, a banda chunga de Glam Rock de los 80’s (risas). Tuvimos muchas ideas y todas malísimas. Afortunadamente hemos conseguido olvidarlas todas”.
Lleváis diez años juntos. ¿Quién es el más propenso a perder la púa cinco minutos antes de salir a tocar y quién es el que siempre llega tarde a los ensayos? ¡Queremos nombres!
“¡Nos has pillado! Hay infinidad de vídeos en YouTube de actuaciones en las que Fernando sale pidiendo una púa al inicio del show porque se le han olvidado en el otro pantalón (risas). La puntualidad es un tema muy complicado. Cuando quedamos hay una hora oficial y otra (edulcorada), que es la que le decimos a los menos puntuales para que no lleguen tarde”.
Vuestro sonido es muy «americano». Si Tangerine Flavour fuera el menú de un diner de la Ruta 66, ¿qué plato sería cada uno de vuestros discos?
“Me encanta la pregunta… Nuestro primer EP serían unas patatas fritas, bien aceitosas y al punto; no son imprescindibles, pero no pueden faltar. ‘No Hard Feelings’ es una buena hamburguesa o un buen barreño de pollo frito: aquí nos ponemos serios, típicamente americanos. En ‘Empty Fantasies’ nos ponemos más sofisticados y nos vamos a un restaurante que tenga buen vino de Napa Valley, California. ‘Space Cowboy’ es sin duda un plato criollo, puro estilo New Orleans. Y ahora… estamos preparando una auténtica parrillada. ¡Se viene BBQ al estilo Memphis, Tennessee!”.
Para terminar: imaginad que os ofrecen ser teloneros de una de vuestras bandas ídolo, pero a cambio en el próximo disco tenéis que meter obligatoriamente una colaboración con un artista de reguetón. ¿A quién elegiríais para el featuring y cómo sonaríais? ¡Vendeos el concepto!
“Estoy seguro de que algún artista de esos estilos tiene un alma Country Rock… Mira a Post Malone, ¡qué discazo ha sacado! Alguien que nos gusta y que podría estar bien es Peso Pluma, aunque no cumple exactamente tus requisitos. ¡Todo sea por telonear a Eric Clapton en su gira por Japón!”.
Aitor Vergara “Poyorock”
Fotografía de portada: Jorge Ferrer