Por segundo año consecutivo, Madrid ha disfrutado del gran festival español de la nostalgia «ochentera». «Yo Fui a la EGB» nació de la web del mismo nombre y de un sinfín de productos relacionados, principalmente una serie de libros imprescindibles para entender el mundo en el que vivimos nuestra juventud y adolescencia los que ahora cumplimos entre 40 y 55 años.

La edición de 2019 se ha caracterizado por una estructura muy similar a la ya conocida, y ha contado con un cartel bastante similar al de su estreno en la capital. Carlos Latre comenzó el show como el año anterior, cantando bastante bien el histórico «Bienvenidos» de Miguel Ríos. Suyos fueron los interludios entre actuación y actuación, en un tour de force que puso a prueba su capacidad para el entretenimiento en tiempo real. Los audiovisuales con los que se ilustraban los recuerdos de un par de generaciones ilustraron la velada desde el minuto uno, logrando que en ningún momento decayera la intensidad visual de las cinco horas de espectáculo.

Y prácticamente en un calco de lo que vimos el pasado 27 de enero de 2018, las primeras bandas en salir al escenario fueron Danza Invisible, La Frontera y La Guardia. Esta vez no estuvieron Los Rebeldes, que de haber concurrido habrían hecho como sus compañeros, esto es, repetir el repertorio de tres temas con que cada uno recordó sus grandes éxitos.

En esta oportunidad Javier Ojeda, el cantante de Danza Invisible, no quiso «romperse la camisa» y mostrar su torso, pero volvió a demostrar que es de los músicos veteranos del Pop-Rock nacional que mejor aguanta el paso del tiempo. Su entusiasmo e implicación resultan modélicos y son garantes de entretenimiento y diversión.

La primera hora de música continuó con La Frontera, que dieron vida al WiZink con su Rock and Roll de raíz sureña y Rockabilly vacilón. «Judas el miserable» hizo bailar al sosegado público que llenaba el recinto… y que respondió más y mejor cuanta más electricidad y nervio se le proporcionó, ya fuera en forma de Ska-Pop con The Refrescos como con el contagioso ritmo de Seguridad Social en la recta final.

Quienes sí mejoraron notablemente su rendimiento fueron los «repetidores» La Guardia, cuyo líder Manuel España da una de cal y otra de arena en esto de los «festis» de revival. Si en 2018 se mostró apático y dejó que fuera la audiencia la que cantara los estribillos, en esta baza supo estar a la altura artística deseada e incluso tuvo el detalle de dedicar el mini-concierto a la memoria de Julen, el niño fallecido en la malagueña localidad de Totalán tras haber caído por un pozo ilegal. El vocalista se declaró «muy orgulloso» del país del que toma su apellido por haber demostrado su solidaridad en este desgraciado suceso.

La parte más interesante de este 2.0 de «Yo Fui…» se cerró con la presencia de Tennessee, esa purista formación madrileña de du-duá que parecía salida del Instituto Rydell de la película ‘Grease’. La interpretación de hits como «Te vi correr» o su versión de ‘Rama lama ding dong’, de Rocky Sharpe & The Replays, nos dejó con ganas de comprobar cómo puede ser un recital de estos eternos teddy-boys ante una audiencia especializada y no generalista. Nos gusta su estética y podrían haber sido recuperados por el movimiento de Neo-Swing de la década de los 90, pero nunca es tarde si la gomina sigue aguantado los tupés.

Hasta que los valencianos Seguridad Social no volvieron a dar un poco de fuste a la noche, la cosa transcurrió por los procelosos mundos de la música de baile de consumo masivo. El Electro-Pop reinó por todo lo alto con OBK, pero desconcertó con Azul y Negro, a los que pesó su condición de proyecto casi instrumental y una estética más propia de Chimo Bayo.

El dúo fue anunciado en un segmento compartido por Pino D’Angio, el autor de aquel ‘Ma quale idea’ que tan popular se hizo en… ¡1981! La tomadura de pelo del italiano fue de las de órdago, con una desgana absoluta frente al micrófono, un comportamiento errático y confuso y hasta diríamos que un sospechoso sonido de apariencia pregrabada.

Dos mujeres hicieron de puente en el tramo intermedio. La italiana Spagna recordó sus dos «rompepistas» de rigor: ‘Easy lady’ y ‘Call me’, aunque a sus espléndidos 62 años no luzca ya esa loca melena rubia con la que se dio a conocer a mediados de la década dorada.

Por su parte, la menuda Samantha Fox animó a la concurrencia con su simpatía y la coreografía de sus dos bailarinas. Las combatientes del «duelo de pechos» no dan para más, ya que tanto Sabrina el pasado año como su compañera británica se han vuelto de lo más recatadas y pudorosas. Y la música, pues en fin, ¿no eran posters lo que grababan?

La parte final de esta tarde-noche de viajes en el tiempo continuó con Nacha Pop, que en realidad no es otra cosa que el repertorio de la familia Vega interpretado por el solvente combo que encabeza Nacho García. La emoción y el carisma de Antonio no lo ha heredado su primo, pero no se puede negar que tiene todo el derecho a reivindicar una historia que también fue suya.

En cuanto a Javier, «el rubio de Los Pecos», parece mentira que no cantara «Esperanzas», el primer tema que lanzó junto a su hermano Pedro. Pecos fue un fenómeno sociomusical sin otro precedente en España que el impacto fan del Dúo Dinámico, pero todo eso sucedió a finales de los 70 y se notó que algunos de los presentes no tenían demasiado ubicadas las canciones que interpretó.

Al no haber actuado los italianos Ricchi e Poveri por un problema de última hora, los veteranos DJs del Dream Team pudieron alcanzar la medianoche con una sesión en la que tan pronto sonaba Depeche Mode como una deslavazada versión de ‘Highway to hell’, de AC/DC. Moraleja: no hay como poner las gradas y el foso a coreografiar ‘Saturday night, de Whigfield, para levantar a los más sosos y poner a prueba su resistencia al éxtasis colectivo de los padres y madres de los millennials.

Leo Cebrián Sanz