Este año hemos descubierto que pasar un fin de semana en Morales del Vino o en la muy cercana Zamora, desde donde te desplazas rápidamente, aprovechando la celebración del Motorrock Classic Fest es una gran opción. De viernes a domingo puedes disfrutar de conciertos variados y en diferentes horarios y, si el mundo del motor también forma parte de tus pasiones, miel sobre hojuelas, ya que los vehículos todoterreno y los coches clásicos son tan protagonistas como la música de guitarras que tanto amamos. Súmale actividades infantiles y familiares más que tu mascota campará a sus anchas por el recinto y ya no hay excusa posible para faltar.
Esta vez, en la quinta edición del festival, sólo estuvimos el día intermedio, el sábado. Ya corregiremos en venideras ocasiones. De modo que sencillamente señalaremos que el viernes, 30 de agosto, actuaron con éxito -según nos cuentan- Baxtards, Titis Mister, Gautxori, Bicho Pal Monte y Catalina Grande Piñón Pequeño.
El sábado 31 de agosto, con luz del día aún y tras unas gotas pasajeras que sólo retrasaron el comienzo unos minutos, la cosa se abrió con una descarga brutal de Sacrosanta Decadencia Occidental (SDO) y su propuesta de crust metal, tal como autodenomina el grupo su estilo. Juventud, buenas maneras y una cantante con voz gutural que se come el escenario.
A continuación, llegados de Salamanca, Kritter ofreció un potente concierto de Metal -y sólo Metal, como proclaman- en el que también destacó su cantante. El momentazo que no deben borrar de su repertorio fue una versión endurecida de la adaptación de “Mi gran noche” del gran Raphael en la que el grupo contó con la colaboración de Óscar Sancho de Lujuria.
Ya de noche salió Ciclón, desde Madrid, lo que facilitó la espectacularidad de sus fuegos y efectos visuales sobre el escenario, así como la siempre bien acogida aparición -en dos ocasiones esta vez- de su mascota Kike Muerte. Fue la banda que sonó más cruda, con ese sabor a los setenta y ochenta que tanto nos gusta, y sin artificios sonoros. Heavy Metal y Hard Rock directo, perfecto.
Habrá que mirar en las enciclopedias, labor que dejo a los queridos lectores ya que servidor no cobra por escribir artículos como este y el tiempo debería ser oro, pero quizá Óscar -cantante de Lujuria– sea el primer músico en el mundo que aparece en un recinto, antes de subir al escenario, dentro de un coche fúnebre y levantándose del lugar que corresponde a la caja del finado. Todo un logro de lo más original. Esta vez la banda se presentó con solo Chepas a la guitarra, lo que hizo que el sonido de los teclados tomara más protagonismo. Como es costumbre, mucha charla del cantante desde las tablas -a unos les encanta, otros piensan que son excesivas- y temas que por el peso de los años ya son reconocidos por el público y, por tanto, jalean sin cesar.
Y si de clásicos hablamos… Obús lo tiene hecho con sus grandes canciones -todas son himnos- antes de subir al escenario en cada concierto. Si Fortu ya era un gran frontman en sus inicios, con las tablas sumadas desde hace unos años en televisión y redes sociales, ahora tiene más que un barco vikingo y se come a la audiencia. Estupendas ejecuciones por parte de Paco Laguna -guitarra-, Fernando Montesinos -bajo- y Carlos Mirat -batería-, todos saben muy bien lo que hacen.
Texto e imágenes: Jon Marin y Cihuatl Zúñiga