Hace unos días publicábamos las declaraciones del guitarrista y cantante de Ted Nugent sobre Ozzy Osbourne, una vez fallecido, en el programa que hace para internet junto a su mujer. Poco dijo y sólo se limitó a recalcar que estaba seguro de que Ozzy, en el fondo, era buena persona y cristiano.

  • Es buen momento para recoger una de las varias declaraciones que Nugent hizo en el pasado machacando a Osbourne. En 2002 dijo, hablando sobre la familia y si Ozzy representaba a todas las de las estrellas del rock:

“Hay tres niveles. Bueno, obviamente hay millones, pero vamos con los tres evidentes:

Está el nivel de Jerry García (de Grateful Dead, que murió con 53 años en un centro de rehabilitación). Se metió tantas drogas que se murió. No tienes suficiente cinta (se refiere al casete que le grababa) y yo no tengo suficiente tiempo para enumerar a todos los gilipollas que hay muertos por esta causa. Ese es el nivel uno: el fracaso absoluto del individuo y de la sociedad para identificar una conducta mortal. Y lo peor es que, joder, estos artistas celebran esto. Se alienta, se escribe, se baila, se dibuja… sobre ese tipo de vida y, así, arrastran a la gente con ellos. De modo que lo que tenemos ahora son muertes y caos descontrolados. Esto no es una opinión, es una observación de alguien que lleva más de cinco décadas de sobriedad total. (En el momento de las declaraciones Ted tenía 53 años). Me encantaría ver a Jimi Hendrix, me encantaría ver a John Belushi (actor), me encantaría… bueno, no, a Jerry García no, porque no es de mis guitarristas favoritos. ¡Pero es que es la estupidez máxima: envenenarte hasta morir solo porque algún gilipollas que mola pensó que era ‘guay, chaval’!

El segundo nivel es Ozzy. No estás muerto, pero jodidamente cerca. Y lo repito: me gusta Ozzy, es un buen tío, tiene talento. Bueno, diría que más mérito tiene todavía el hecho de que, con un talento moderado, ha vendido cincuenta millones de discos. Se rodeó de Randy Rhoads, de Tommy Aldridge, de Zakk Wylde… y levantó un millón de mansiones con la madera con la que otros no podrían ni construir un granero. Eso sí que es talento. Resumiendo, el nivel dos es que hiciste todas las gilipolleces posibles, pero sobreviviste. ¡Bravo!

Y luego está el nivel tres, que es donde estoy yo, quienes nos pasamos por el forro la estupidez y cuyo sueño americano vuela con alas de águila. Porque mi felicidad —el contenido, la fibra, la alegría, la emoción…— está bien viva en mi vida y tengo disciplina. ¿Ves?, eso es lo que Jerry y Ozzy no tenían: la gran ‘D’ de ‘Disciplina’. Mis padres me enseñaron a disparar un arma con conciencia, seguridad y responsabilidad, y me recriminaban si no lo hacía así. Me dejaban tonto de una hostia, que es lo que necesitan los (hijos) mocosos de Ozzy. ¡Dios, ojalá mi padre siguiera vivo, arreglaría a esos críos en una noche! Sólo tendría que decirle: ‘Papá, ¿me arreglas a estos cabrones? Muchas gracias’. Este nivel tres es para los que somos suficientemente listos como para no beber, no envenenar nuestros dones divinos y vivir el sueño americano de buscar la excelencia y la felicidad.”