El ‘número 10’ de nuestra publicación Los+Mejores Rock Magazine, todavía en formato de fanzine, lo sacamos en diciembre de 1993. Seguíamos regalando los ejemplares y no percibíamos ingreso alguno, y continuábamos con el tamaño folio además de cubierta en color aunque saliese un poco más caro.

En este ejemplar la portada la ocupó Steven Tyler, cantante de Aerosmith. En nuestros contenidos seguían mandando los conciertos que veíamos aquí y allí, todavía pagando nosotros las entradas, que nadie nos invitaba. El grupo de Boston se ganó el protagonismo después de dar un gran concierto en San Sebastián (Guipúzcoa) el 6 de noviembre de aquel año.

En Madrid tuvimos mucha suerte durante esa temporada, pues la sala Canciller, de mediano aforo y para que los disfrutásemos íntimamente, seguía recibiendo a grupos que sólo habíamos visto en grandes recintos –como Scorpions- y, además, también en salas pequeñas, actuaron grandes estrellas como Rob Halford (Judas Priest) o Duff McKagan (Guns N’ Roses) gracias a que estaban girando con sus proyectos en solitario.

Hoy recordamos el sorpresivo concierto de Scorpions en la sala Canciller (la otra, la de San Blas) en Madrid el 27 de octubre de 1993. Si ya era un regalo ver al grupo alemán tan cerca, más lo fue la participación y reunión del guitarrista Michael Schenker sobre el escenario en una parte del recital.

Jon Marin, suponemos que harto de lo que leía en otras publicaciones, especializadas o no, y de la gente que lo rodeaba en los conciertos en aquella época se marcó seis críticas. La primera es la que él quería escribir. Las otras: la del que se comía la crónica sólo poniendo los títulos de las canciones, la que publicarían en un medio generalista –contando simplemente datos del grupo y nada de lo sucedido sobre las tablas-, la del borracho de turno que va porque va –da igual quién toque-, la de los que estaban entonces en los grandes medios de Rock –que se quedaban en las anecdotillas de su convivencia con los músicos- y la de los pijos que se apuntaban a los conciertos de Rock porque la banda tenía baladas bonitas.

Por cierto, en aquella época se nos dio bien conseguir autógrafos de las estrellas a las que íbamos a ver y los publicábamos, claro. Ahí está la firma de Michael Schenker.